Por Gonzalo -Hola chiquita. Cuando pretendo darle un beso, Debi me saca la cara. -¿Qué pasa? Le pregunto sin saber porque no quiere que la bese. -¿Me estás cargando? Volviste con Marta. -No, no volví. -El otro día temblabas y estabas pálido cuando te llamó su hermano, a tu manera, la querés, dejame en paz a mí. -No la quiero. -¿Vos sabés cómo estabas cuando te enteraste de que se quiso suicidar? -Me preocupé, sí y me impresionó la noticia, pero no es porque yo la ame. -Ya basta, dejá de mentir. -Chiquita, te amo a vos. -No, el otro día saliste corriendo por ella. Debi parecía no querer entender mis razones. Estábamos en la boutique de mi madre y no era el lugar para hablar tranquilamente. -Necesito hablar con vos, ¿Vamos a mi departamento? -No, con vos no voy a ningún lado

