Azucena está con los nervios de punta mientras que Ricardo esta de brazos cruzado recostado en el capó del auto, divirtiéndose de ver a su mocosa nerviosa. —Que le voy a decir, piensa, piensa que le dirás. —Esta que camina cuando escucho una voz familiar— —Hija, de donde vienes. —Papito lindo, bienvenido a casa. —Lo abrazo y beso en las mejillas— —Gracias, hija. Señor Brown, que sorpresa. —Bienvenido señor Vargas, solo pase dejando a su hija. —Azucena abrió los ojos que si fueran metralleta lo fusila— —No entiendo. —Ni nosotros entendemos, porque usted viene a dejar a nuestra hermana a estas horas de la mañana, ¿Dormiste fuera de la casa? —Hablo Julián con su cara de tigre— —Hermano, es que Ricardo. —¡¡Ricardo!! Desde cuando esa confianza, ¿Qué demonios está pasando aquí? —Hablo e

