Al regresar a la mesa, voy distraída arreglándome el vestido, no vaya a ser que lo traiga enrollado de alguna parte con la suerte que me cargo, no sé cuanto me tarde porque me la pase quejándome todo el tiempo que estuve en el baño y no es que no me gusto lo que el degenerado hizo, a mí me encantó, solo que lo incómodo de la situación además es un atrevido y pervertido. Miró la mesa y solo está él sentado tomándose una copa de vino, y en eso dirige su mirada hacia mí, no sé, pero ahora su mirada me pone nerviosa, solo esto me faltaba, así que de lo más normal me siento. —¿Se fueron los chinos? —Así es, estaban cansados. —¡Entonces vámonos quiero llegar a casa! —Antes dime una cosa —Batiendo la copa de vino en su mano— Por qué carajos, no andas tu braga.—Santa cachucha— —¡Porque

