Se acerca a la cama y se sube antes de envolver sus dedos alrededor de mi nuca para besarme.
Su toque es tranquilizador y profundo, y la opresión en mi pecho se alivia un poco. Mis dedos fríos se envuelven alrededor de su cuello y los mantengo allí para besarlo a voluntad.
Cuando nos separamos, toca su frente con la mía.
—Está bien, amor—, susurra. Su tono es tranquilizador. Rodríguez hace estas cosas todo el tiempo. Es un bastardo que usa el tiempo de los demás solo para dar noticias sin importancia. Todo estará bien.
Asiento, incapaz de confiar en mi voz para hablar, y presiono nuestros labios juntos una vez más. Entonces, se aleja y continúa vistiéndose.
Adam se sienta en el borde de la cama para ponerse los pies y yo me levanto de ella mientras aliso el dobladillo de la camisa que
