—Adam quiere irse de la ciudad —confieso, en un susurro, y siento que la atención de Jeremías se posa en mí.
—Y quiere que te vayas con él, ¿no? —De repente, el ambiente se vuelve tenso.
No quiero decirlo en voz alta, así que asiento con la cabeza. Aprieto los puños sobre las rodillas e intento reprimir el pánico que me invade.
—¿Y qué quieres, Lucy?
—Quiero irme —asiento—. Pero estoy demasiado asustada para hacerlo. No es fácil dejar todo atrás. Nunca he dejado esta ciudad. Nací y me crié aquí. Dejarlo todo me parece muy mal", guardo silencio un momento e intento reprimir el ligero temblor de mi voz. Además, hay algo que Adam no sabe y que es lo suficientemente importante como para que no quiera irse.
Mi mirada se posa en mi amigo y noto cómo su ceño se frunce en señal de confusión.
