Cleo - Esp.

No es un adiós...

Hoy he cerrado mis ojitos… y me duele que hayas estado hasta el último de mis latidos, pero gracias, me daba miedo estar sola. Disculpa por haberme aferrado a tus brazos en el último minuto, haciendo que en tu memoria se grabara aquel recuerdo de que no deseaba partir; pero, chiquita, no llores, aquí en donde estoy ya soy feliz. No hay dolor, ni angustia, ni sufrimiento alguno que me haga temer del camino.

En mi partida quise regalarte aquel sol radiante que iluminó tu camino hacia el cementerio, para que supieras que estoy agradecida y finalmente, en los bracitos cálidos de Dios. No quiero que estés triste, esto no fue una despedida; nos volveremos a encontrar en un futuro y, como dijiste, nada en el universo volverá a separarnos.

No quiero que me recuerdes como aquel cuerpo que quedó sin vida entre tus brazos; quiero que pienses en mí de la siguiente manera:

¿Recuerdas cuando nos conocimos?, seguro que sí, fue un momento muy lindo y especial para nosotras. Pero más que eso, ¿recuerdas la primera vez que dormimos juntas?, yo aún estaba en tratamiento después de que tus vecinos me maltrataran y quería estar cerquita de ti, así que me colé entre tú y tu hermana para dormir, por primera vez, entre tus brazos. Tu papá se molestó y quiso echarme a la calle pensando que mis pelitos eran nocivos para tu salud; gracias por armar aquel berrinche que lo hizo cambiar de opinión.

¿Recuerdas mi primer parto?, ¡seguro que sí! Te volví loca persiguiéndote por todo el apartamento para que te quedaras en un solo lugar conmigo, ahí sobándome la panza. Jamás olvidaré que vendiste tus primeros 100$, aquellos que te obsequió tu padre después de su maratón en USA, sólo para pagar mi esterilización. Tampoco la primera vez que te dieron el dinero para tus estrenos y en vez de comprar tu ropa, me compraste ropita a mí y me mandaste a hacer una limpieza dental. No te importó siquiera el regaño de tus padres, con tu linda sonrisa sólo decías: Cleo es Cleo y lo demás no importa. Gracias.

¿Recuerdas la primera vez que tu papá te regaló un perro?, Sí, el Rottweiler ese que te dio aquel traidor. Fue divertido pegarle cuando pasaba por el mueble en donde se supone que yo estaba durmiendo; menudo perrote miedoso. ¿Recuerdas cuando llegó Milo?, sí, el Cocker ese que te regaló el cabrón de tu ex. A pesar de que le cogí cariño después de todo, fue genial romper cosas y que lo culparan a él. ¡Vaya tiempos aquellos!

¡Eso, pequeña, sonríe!, es justo de esa forma como quiero que me recuerdes: con una sonrisa. Gracias por permitirme estar contigo y hacerme parte de tus logros. Jamás olvidaré que al vestir tu toga como licenciada, me colocaste el birrete y dijiste: es nuestra graduación, Cleo, el primero de nuestros grandes logros. Y seguro que así será, ¿verdad?, porque yo estaré siempre a tu lado. Quizás no me veas, pero permaneceré todo el tiempo ahí cerquita de tu corazón.

Hoy es la primera noche, después de nuestros 19 años juntas, que pasaremos literalmente separadas. Pero no llores, pequeña, porque seré la Luna que vela tus sueños y aquel Sol que nace cada mañana para iluminar tu sendero. Estaré en cada estrella que ilumine tu cielo y en cada gota de lluvia que limpie tus penas. No te desanimes, no me estoy despidiendo; recuerda que te esperaré al otro lado del arcoíris. No existirá fuerza en el universo que pueda separarme de ti, así que no te desanimes porque yo estaré allí para ti… siempre.

Las palabras nunca serán suficientes para poder expresar todo lo que esta gatita significó, significa y significará siempre para mí. Sólo estoy segura de una cosa: al morir ella, se murió una parte de mí que dejó un enorme vacío imposible de llenar. Pero nació la ilusión y la esperanza de que al final de mis días, podremos reencontrarnos de nuevo y seguir nuestro camino juntas, hasta que el Sol deje de brillar.