Capítulo 2

683 Words
–Si, lo soy. –Ah, usted es la que lo va a defender al cura, me presento soy el comisario Fernando, uno de los pocos que no le cree nada. – ¿Uno de los pocos? El único diría yo. –Él se ríe. –Si me disculpa, me voy comisario, hasta luego. –Se da media vuelta y se aleja de él. Fernando se ríe y ve que la rubia se alejaba de él. –Mira que linda abogada se consiguió el cura. –Muerde su labio y niega con la cabeza. Gimena entro en su casa y dejo lo que compro en la mesada de la cocina, abriendo la heladera y poniendo las cosas que eran para comer. –Creo que no me falta nada. –Revisa la bolsa y pone sus manos en la cabeza. –Los huevos, me quiero matar. –Saco la caja de huevos y estaban todos rotos. Tiro los huevos a la basura y escucho el timbre. – ¿Quién será? –Pensó por un momento, camino hasta la puerta y la abre. –Ay Dios. –Suspiro. Fernando vio a la mujer que estaba delante de él, rubia y de ojos azules, tenía un lunar en su mejilla derecha y de tez blanca. –Quería darte esto. –Le entrega la caja de huevos. –Sabía que se te habían roto y te compre una. –Gracias señor. –Dijo. –Dígame Fernando y es más hasta somos vecinos, ¿Su nombre? –Quiso saber. –Gimena. –Mucho gusto. –Sonríe. –Y perdón si la hice enojar. –No importa, me tiene sin cuidado si me peleo con usted o no. –Lo mira. –Y muchas gracias, que tenga un buen día. –Él quiere hablar, pero le cierra la puerta en la cara. –Hoy no es mi día. –Suspira. Era la tarde y ella merendó en la sala mientras estaba mirando la televisión, agarro su celular para revisar los mensajes y lo dejo en su lugar. Puso su ropa en el los muebles de su habitación y se puso una crema humectante en su piel blanca, en su rostro tenía poco maquillaje y salió de su casa con unos lentes de sol. Camino por las calles del centro de la ciudad y miro que había en las vidrieras. Sus largas piernas recorrieron todo lo que pudo hasta que anocheció, se paró en un lugar donde había una hermosa playa y se sentó en la arena. Miro a ambos lados y vio que no había nadie, se quitó la ropa y se metió desnuda en el agua. –Ay que frío. –Temblaba hasta que se zambullo y saco su cabeza, su pelo estaba completamente mojado y nado un poco para entrar en calor. El padre Lucas estaba caminando por la calle iluminada metido en sus pensamientos, tenía su ropa para salir a correr, con una mano se peinó su pelo oscuro y vio una sombra al final de la calle, se detuvo y vio que una mujer estaba en el agua y desnuda, camino hasta la arena y tratando de no ver nada raro, la mujer se dio vuelta y le pareció la mujer más hermosa que nunca había visto. – ¿Esta loca? ¿Pero que hace bañándose desnuda? –Le grito. Gimena no lo podía creer, se sentía muy incómoda y corrió hasta la arena para ponerse la ropa. –Se nota que usted es nueva aquí y esto que hizo es una falta de respeto. –Lo siento, solo quería nadar un rato y como no había nadie. –Aterrada. –No me interesa señorita, no se hace eso. –Temblaba. –Le pedí perdón, no me importa si estuvo mal o no señor, así que salga de mi camino. Ella camino en la arena y se trastabillo haciendo que el taco de su zapato se rompa. –La que me faltaba. –Grita. – ¿Esta bien? –Preocupado. –Si, estoy bien señor entrometido. –Sale de ahí rengueando. Lucas se queda mirándola irse y corre hasta ella para ayudarla. –Déjeme ayudarla. –Dijo. –No, yo puedo sola. –Si usted no hubiera echo eso, no hubiera pasado nada. –Ella lo mira y el traga saliva. –Cierre la boca. –Sigue con su camino. Más tarde, ella entra a su casa y le dolía los pies, se recostó en su cama. –Hoy no fue mi día y que exagerado que es, como si fuera la primera vez que vio a alguien desnudo. –Enojada y después se ríe. –Ya me oirá cuando lo vuelva a ver.
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