Capítulo 3

728 Words
Al otro día, Gimena se despierta temprano y se hace el desayuno, toma el café y escucha su celular, era un mensaje de Fabiana. "Pásame la dirección que te paso a buscar" Lee el mensaje y le contesta con la dirección, le llega otro mensaje. "En veinte minutos estoy ahí" Guardo su teléfono en la cartera y peino su cabellera, escucho el ruido del auto y salió de su casa. Mira a su amiga y entra al auto. –Hola Fabi. –Le da un beso en la mejilla. –Hola Gime, ¿Lista? –Le pregunta, Gimena se ríe. –Eso ni se pregunta. –Se ríen y Fabiana arranca el auto. Hablaron en el camino hasta la iglesia y se bajaron del auto, entraron a la iglesia. –Espérame aquí que lo busco. –Ella asiente y Fabiana se va a buscarlo. La iglesia estaba vacía y miro el lugar por unos minutos, escucho pasos, se dio vuelta para mirar a su amiga y algo que no se esperaba. – ¿Otra vez tu? –Dice ella. –Mire que casualidad, usted va a ser mi abogada. – ¿Ustedes ya se conocían? –Pregunto con incredulidad. –Sorprendí a tu amiga ayer bañándose desnuda en la playa. –Su amiga se ríe. – ¿Y qué pasa con eso? – ¿Cómo que pasa? No puede estar desnuda en un lugar público, mira si alguien la hubiera visto. –Mire señor, si hubiera visto a alguien por ahí no hubiera echo eso, usted no cuenta claro. –Sonríe. –No voy a dejar que esta mujer me defienda. –Alterado. – ¿Tanto escándalo vas a hacer? A ella le gusta nadar y ella dijo que no había nadie, terminado el tema. Lucas miro a Gimena y suspiro, ella sonrío y el no pudo dejar de sonreír. –Está bien, si exagere. –Entonces damos esta pelea como terminada. –Lo mira. –Claro mí...–No sabía cómo llamarla. –Gimena, Gimena Álvarez. –Le da la mano y la estrechan, los dos se miran y se sueltan. –Yo soy el padre Lucas. –Lo sé. –Seria. –Será mejor que los deje solos para charlar sobre el caso, después me cuentan que paso. –Los dos asintieron. –Adiós. –Se fue. Caminaron hasta un cuarto de la iglesia y se sentaron. Lucas tenía el cabello oscuro y de mediana estatura, tenía unas leves arrugas. Para Gimena aparentaba de cuarenta y cinco o más. – ¿Quiere tomar mate? –Le pregunta, sacándola de sus pensamientos. –Por favor. –Le pide. El agarra la pava con el agua adentro y prende la cocina para que se caliente el agua. –Fabi me explico algo de lo que ocurrió esa vez, quiero que me la cuentes tú. –Seria. –Bueno...–Suspiro y se tomó su tiempo. –Paso en la cafetería y una mujer me acuso de haberme propasado con ella, pero nunca paso nada, nunca hice algo así porque estoy comprometido con la iglesia y no le haría eso a una mujer. – ¿Tiene idea porque lo acuso? – ¿Le soy sincero? No tengo idea, quisiera saberla porque no entiendo nada. –Está bien, le creo y no se preocupe, lo voy a ayudar. –Gracias Gimena. –Aliviado. –Juro que quiero que esto se termine de una vez por todas. –Y así será, no se preocupe. –Y perdón si le hice pasar un mal rato ayer. –Tímido. –No tiene por qué pedir perdón, yo también estuve muy grosera con usted. –Riéndose. Él se para de la silla y agarra la pava, sirve el agua en el mate y se lo entrega a ella. –Gracias. –Lo agarra y chupa de la bombilla. –El caso se resolverá en muy poco tiempo y todo quedará en el pasado. –Pone el mate en la mesa. –Magnifico. –Los dos sonríen. –Me tengo que ir padre. –Se levanto de la silla. –La acompaño. –Se levanta para acompañarla a la salida. Caminaron hasta la puerta de la iglesia y se quedaron frente a frente sin decir una palabra, solo intercambiaron miradas. –Voy a reunirme con el abogado de la mujer y cuando tenga noticias te aviso. –El asiente. –La estaré esperando. –Sonríe. Lucas vio que una mujer entro a la iglesia, camino hasta ellos. –Señorita Gracia. –Serio. – ¿Cómo le va? –La mujer miro de arriba abajo a Gimena. –Padre, muy bien gracias. –Sonríe. –Te presento, ella es la abogada Gimena Álvarez, me va a defender en lo que se me acusa y Gimena, ella es Gracia, la intendenta de nuestro pueblo. –Me lo imaginaba. –Ellas se miraron por un segundo. –Padre, quiero confesarme. –Animada. –Y yo me voy padre, no le quito más tiempo. –Le dio un beso en la mejilla. El aspiro su aroma y los dos se quedaron helados mirándose, Gracia miro a los dos con una mirada fulminante, Gimena reacciono. –Adiós señorita, un placer. –Dijo y se va.
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