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En las garras de Narciso

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Blurb

Violeta es una joven independiente, alegre y soñadora, que lleva tatuado a fuego en su alma, un amor de verano. Tres años más tarde decide darse la oportunidad de dejar los recuerdos de ese hombre en el pasado, aceptando una relación con Ricardo; un joven carismático que encanta a todos a su alrededor, lo que ella no imagina, es que al aceptarlo, estaba cayendo en las garras de un narcisista, quien sin que ella lo notará, le va apagando todo su brillo...

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Capítulo 1
Las playas de Mayorca son testigos silenciosos de una triste despedida. El verano llega a su fin y con ello los temporadistas regresan a sus vidas de siempre, aunque para dos personas no será así. Rodrigo contiene las lágrimas, mientras abraza a violeta, quien no puede parar de llorar; ella debe regresar a su vida luego de atravesar el Atlántico y él se quedará en el mismo lugar, pero sin una parte de su corazón. Ella desea con todas sus fuerzas que él le pida que se quede; en tanto, a él las palabras se le atoran en la garganta. No pensó que un romance veraniego escalara a tanto, pero es consciente de que veinte años de diferencia de edad es demasiado, piensa que no puede arrastrarla a dedicarle la vida a un viejo, privarla de las experiencias propias de la juventud y que llegue a la ancianidad cuando ella aún está en la flor de la vida. ¿La ama? Si, aunque no se lo dijo con palabras y es ese mismo amor el que lo hace desprenderse de ella. Se vieron por primera vez en un café, el calor sofocante obligaba a una bebida refrescante. Tres chicas reían de sus ocurrencias, al momento que dos hombres maduros entran y se sientan en la mesa contigua, la risa escandalosa de Violeta llamó la atención de Rodrigo, quien coincidentemente quedó ubicado de manera que le daba una vista perfecta de ella. No pudo evitar sonreír e invitarlas a unas bebidas y comenzaron a tratarse. Al principio fue sólo miradas, pero dos días más tarde, mientras daban un pasea a solas, con una camara en la mano, buscando las mejores tomas de un atardecer; un silencio se hizo entre ellos, la atracción ya estaba, a pesar de que violeta tenía 19 años y Rodrigo 39; sus miradas se perdieron en la del otro, luego las distancias se acortaron y sus labios se encontraron. Desde ese momento, sin expresarlo en voz alta, los sentimientos comenzaron a fluir de manera avasallante, al punto de que sus cuerpos se fundieron en uno, como si no hubiera mañana. Ella le dió su primera vez, él le hizo el amor con una mezcla de ternura y pasión, algo que nunca antes había hecho en su vida. Se sintió vivo con cada caricia, cada susurro, cada toque, esos que hoy quedarán para el recuerdo... Violeta está sentada frente al tocador dándole los últimos toques a su maquillaje; Elba y Ana llegarán en cualquier momento, hoy es noche de chicas en el Pub de Ross, la cerveza gratis que ofrece a las damas atraen buena clientela. Sube el cierre de sus botas altas de gamuza y se mira al espejo, reconoce que ese suéter rojo junto con la minifalda cuadros rojos y negros resaltan la blancura de su piel; además de que lo más que le gusta es exhibir sus piernas, esa parte de su cuerpo es su mayor orgullo. Tres chicas ingresan al bar de Ross, dos morenas y una rubia, tres (3) veinteañeras hermosas que captaron de inmediato las miradas de más de un varón presente en el lugar, ellas son amigas desde el jardín de infancia a pesar de sus personalidades y gustos tan distintos. Caminan hacia la barra y ya Elba ha puesto la mirada en más de un candidato para ser su víctima de esta noche, mientras Ana mira a las chicas y Violeta no está interesada en nada más que disfrutar con sus amigas, su corazón lo entregó hace tres (3) años a un hombre veinte (20) años mayor, en las playas de Mallorca; ese intenso romance de verano le dejó huella, aún siente las caricias de Rodrigo en su piel, aunque está consciente de que el mundo es demasiado grande como para volverse a encontrar, ella no se siente lista para una relación. Ricardo sorbe su whisky indiferente al lugar mientras sus amigos debaten a quién invitarán a bailar, hasta que un par de piernas llaman su atención junto con la del resto de sus compañeros, al dar la vuelta para sentarse uno de ellos las reconoce y les advierte que la rubia de cabellos largos es un hueso duro de roer, ese dato despertó mayor interés del joven, en ese momento ella se convirtió en un trofeo para él y juró a sí mismo hacerla suya. Mientras comparte con sus amigos y habla con alguna de las chicas que se les acercan, él disfruta de la atención que le dan, pero no pierde nada de lo que ocurre a su alrededor y mucho menos de cada movimiento de la rubia, buscando la oportunidad de acercarse. La chica se divierte con sus amigas, mientras Ana cuenta un chiste malo, ella riendo escandalosamente da unos pasos de espalda y tropieza derramando la bebida del joven sobre su camisa, de inmediato enmudece, todos los colores se le suben al rostro y gira disculpándose, piensa en encontrarse con alguien malhumorado reclamándole; no obstante, lejos de eso, el hombre frente a ella sólo tiene en el rostro una hermosa sonrisa, pero lo que más le llamó su atención fue la manera de mirarla con esos ojos grises. —Creo que la señorita me debe la factura de la lavandería— dice Ricardo sonriente en un tono casual —o le puedo cobrar con un baile. —Baila amiga que no estamos para cargos extras— dijo Elba incitándola a aceptar la invitación, en realidad es que ellas están ahorrando para nuevamente ir de vacaciones este verano, ese fue el inicio de una noche divertida con sus amigas y un simpático nuevo conocido. En medio del baile, Violeta recuerda en la mirada de Ricardo, los ojos de Rodrigo, ambos de un tono gris bastante parecido; su buen humor, carisma y palabra fácil, permite que el resto de la noche continúen hablando de temas generales que no tienen nada que ver con un cortejo, aunque su mirada pícara dice otra cosa. Hace mucho el reloj marcó la medianoche y las chicas deciden marcharse, mañana deben trabajar; él se ofrece a llevarlas, pero andan en el auto de Ana, así que se despiden. Mientras el trío de amigas comenta en el trayecto de retorno a sus casas lo agradable que es el amigo que hicieron y le hacen bromas a la rubia, Ricardo piensa en toda la información útil que obtuvo de Violeta sin que ella se diera cuenta. —Te hiciste la loca, pero le llenaste el ojo— comenta Elba a lo que la rubia niega. —Veámoslo de esta forma amiga, al menos la cadenita que te dió Rodrigo con la R, la podrás seguir usando— agrega Ana al momento de descender del vehículo, haciendo resonar las risas.

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