Con la brisa marina ondeando sus cabellos, sentadas en un café, Tania sonríe gustosa al ver el evidente cambio en Violeta, desde que decidió que Ricardo saliera de su vida. Se contenta al saber que está aprovechando esta oportunidad para deslastrarse de él y haciendo un gran esfuerzo para salir adelante.
—¿Piensas volver a tu país?— cuestiona la española, quien ya le ha comunicado que tiene que regresar a Paraguay al día siguiente.
—Es lo que más quiero, pero debo reunir el dinero y tener un lugar donde llegar con mi hermano— responde en un suspiro —Ricardo vendió la casa que era de mi madre sin consultarme y sinceramente no quiero volver al lugar donde vivía con él; además, también debo conseguir un trabajo.
El par de mujeres continúa charlando, de pronto, la española es testigo que co
