—¿Arturo? —lo último que Fernando podía imaginarse era encontrar a Arturo abriendo la puerta de Rosario. —¿Qué haces aquí? —Esa pregunta debería hacer yo ¿No lo crees? —el rostro de Arturo era pálido. —¿Por qué no terminas de largarte? —Rosario se quedó de piedra al ver el motivo por el cual Arturo permanecía parado y aferrado a la puerta. —Fernando —la rubia agrando los ojos, con Arturo y Fernando allí mismo, sus secretos podían ser revelados y ella estaría perdida. —Puedo explicarlo —trato de hablar —No estoy interesado en tu explicación —miró a Arturo con cara de pocos amigos, seguramente estaban poniéndose de acuerdo para continuar el plan de Rosario —Fernando —Arturo, no iba a perder su oportunidad quizá podía conseguir el dinero que necesitaba si revelaba la verdad. —Te haré