–¿Qué hacemos aquí? –preguntó Key cuando me detuve en el estacionamiento del hotel.
Quería hacer una broma sobre el secuestrarla hasta que desarrolle el síndrome de estocolmo, pero no creo que sea una buena idea, me verá raro.
–Sé que me dijiste que no te gustan los hoteles –aclaré antes de explicar sin tener que arruinar la sorpresa –. Así que solo quiero mostrarte algo, será tu decisión si nos quedamos, ¿vale?
–Vale –murmuró dudosa antes de salir conmigo.
Caminamos por el pasillo cruzando la recepción, solamente saludé al recepcionista de lejos porque pase recogiendo la llave por la tarde.
Ser la dueña tiene sus ventajas.
Subimos en el ascensor y presioné el último piso antes de recostarme sobre una pared porque tardaremos un poco en llegar.
–Estas muy sospecho
