Al día siguiente, jueves, quedé con unos amigos en un bar y le coqueteé a una chica. Después de intercambiar indirectas, me tomó el número y me dijo que me llamaría. Como nunca antes había oído eso... aun así, lo pasé bien, aunque mi hermana se había quedado atrapada en mi mente, y me estaba empezando a confundir por qué. Viernes al mediodía, y sorprendentemente, esa chica llamó. Era muy simpática al teléfono, ya que había estado en el bar y quería que saliéramos esa noche. Me emocioné muchísimo, ya que me gustaba mucho, así que llamé a Brooke —que estaba en la floristería con mi madre— y le expliqué por qué no podía acompañarla esa noche. Era mi primera deuda con ella, y se suponía que quedaríamos. Lo tenía todo planeado hacía dos semanas: patinar sobre hielo y tomar un café. Como sabía

