¡Mierda! Soltó un gemido gutural y empezó a mover las caderas contra mis labios. "Chúpate ese clítoris... joder, qué rico se siente", gimió. "Va a ser duro. Prepara la boca, cariño..." La lamí con fervor a lo largo de su raja mientras le daba golpecitos en el clítoris. Era uno de sus movimientos favoritos antes de correrse. Cuando empezó a retorcerse y a sacudir su coño con más fuerza contra mi boca, bajé un poco la intensidad y pasé a lamer suavemente alrededor de su clítoris, como a ella le gustaba. No soportaba el contacto directo. Me agarró del pelo como una salvaje y me retuvo como rehén mientras me follaba la boca en rápida sucesión. No era la mejor sensación del mundo, pero la dejé. Siempre que se ponía demasiado apasionada, se ponía brusca conmigo, pero estaba tan enamorado de el

