Habían pasado dos semanas, y Brooke y yo no habíamos hablado, ni la había visto, pues se estaba quedando en casa de unos amigos, o eso esperaba. La idea de que hubiera pasado las noches con su novio me partía el corazón. Pero tenía razón. No podía darle una buena razón para no entregarle su virginidad a su novio. Era un hipócrita. Quería que se reservara para mí, pero tampoco estaba dispuesto a aceptarla. No estaba listo para comprometerme con ella, para unir mi vida a la suya. Mi problema de erección seguía presente, aunque mi pene había dado señales alentadoras de que pronto se recuperaría. Conseguía tener una erección una o dos veces por semana yo solo, aunque necesitaba visualizar el cuerpo de diosa de mi hermanita para lograrlo; sin embargo, era un paso en la dirección correcta. Me

