Si antes parecía algo vulnerable, ahora parecía estar realmente angustiada. Sus ojos acumulaban lágrimas sin razón aparente, y sus pechos se hinchaban aún más con cada jadeo. Sus piernas, que me acunaban, temblaban y podrían haber sufrido una o dos sacudidas. Lo que fuera que le estuviera sucediendo ahora me conmovió profundamente, pues jamás podría soportar verla tan angustiada, y, por alguna razón, parecía profundamente angustiada.
Normalmente, entraría en pánico y la asaltaría con una serie de preguntas preocupantes; sin embargo, mi instinto me decía que guardara silencio, y así permanecí en silencio. Sus ojos se cerraron fugazmente y dejaron escapar sus lágrimas desgarradoras. Lloraba y me destrozaba el corazón en el proceso. Casi no pude soportarlo más cuando su mano me acarició la n
