Después de una corta espera por fin llego el día de mi transformación, Y por suerte la casa de la manda, que es donde vivo actualmente, estaba casi vacía a excepción de en ella nos encontramos Zaid y yo, gracias a que no había nadie podía ir al bosque, relajarme y disfrutar un rato mientras veo las estrellas y esperar que llegue la hora de mí, transformación, sin pensarlo mucho salí inmediatamente de la casa por la puerta trasera y me encamine hacia el bosque, detuve mi andar al notar que frente a mí se encontraba una hermosa cascada, donde la luz de la luna se reflejaba en las aguas cristalinas, era una escena casi mágica, era el lugar perfecto para ver las estrellas y esperar a mi transformación, pues en este lugar mágico parecía que el tiempo se detenía, sin dudarlo me senté en aquel verdoso césped sintiendo como una paz llenaba todo mi ser, recorriendo cada de las partes de mi adolorido cuerpo, por esos instantes desee quedarme en aquel lugar, en aquel momento y nuca volver aquel lugar lleno de sufrimiento, en este hallaba la calma que tanto me faltaba y que a la misma vez ansiaba con toda mi alma, en aquel lugar sentía que nadie podía hacerme daño.
Pasaron las horas en aquel maravilloso lugar donde parecía que la magia podía ser una realidad tangible, de un momento a otro comencé a sentir un dolor por todo mi cuerpo, el momento de mi transformación había llegado, en aquel instante desee que la transformación fuera de un poco menos dolorosa pues este era tan grande que gritos desgarradores salían desde lo más profundo de mi garganta, sentí como mis huesos se rompían y comenzaban a cambiar de forma, mi cabeza dolía a horrores y las lágrimas salían de mis ojos hasta detenerse en el césped, de pronto el dolor comenzó a disminuir hasta haber desaparecido, quedando así solo una pequeña incomodidad en mi cuerpo, comencé a mover cada una de mis extremidades hasta que la incomodidad desapareció.
Me acerque pasos lentos a la cascada que se posaba al frente de mis ojos tan majestuosamente para así ver cómo era el aspecto de mi loba (que al parecer no era para nada comunicativa, pues ni su nombre me había mencionado.) Y también descubrir por fin mi rango, esto último me llenaba de pavor y nerviosismo puesto no quería decepcionarme viéndome con un rango tan bajo como el de una omega.
Mi corazón latía a un ritmo exagerado, mis piernas se sentían temblorosas y mi garganta estaba seca, al acercarme a aquella cascada mi decepción fue grande y todas esperanza de una vida mejor desapareció en un instante, mi rango seguía siendo el de una simple omega, aunque tenía que admitir que mi loba era hermosa, mi loba era un poco más grande que un lobo salvaje, pero más pequeña que la de un hombre lobo normal, su pelaje era color n***o azabache con pequeñas manchas blancas a los costados y unos hermosos ojos plata, deje de mirarme y me di la vuelta para regresar a la casa de la manda, tenía tantas emociones dentro de mí que no sabía qué hacer, esto era realmente frustrante.
Cuando estuve lo suficiente mente cerca de la casa de la manada por primera vez la voz de mi loba retumbo por toda mi cabeza.
— “Ariane”
Supuse, por obvias razones, que ese era su nombre, comencé a caminar de nuevo, ya qué momentos antes había detenido mis pasos por la sorpresa escuchar por primera vez la voz de mi loba interior
— “Isis”
No dije nada más, puesto ya sabía cómo volver a mi apariencia humana y consideraba que no había más que decir.
A medida que me acercaba a casa Ariane se comenzó a inquietar dentro de mi cabeza, sentía como rasguñaba dentro de mí por la desesperación, al ver tanta inquietud por su parte no me quedo más opción que avanzar más rápido y así poder descubrir que era lo que la mantenía tan inquieta, al estar en frente de la casa de la manada comencé a sentir un olor a fresas y vainilla que me hizo gemir levente, sabía lo que venía y supe que estaba en lo cierto cuando Ariane grito en mi cabeza
— “MATE”
Estaba nerviosa, de ahora en adelante cambiarían muchas cosas.