CICATRICES

1396 Words
-Gracias por venir con tanta urgencia.- El doctor Torres se acomodó incómodamente la colorida corbata que tenía en su cuello amenazando con asfixiarlo. Era muy temprano, pero necesitaba conversar con alguien o se volvería  loco por el caso. -No se preocupe doctor, ahora dígame- el oficial no quería pasar por grosero, pero en serio no había podido pegar un ojo en toda la noche al llegar a casa-  ¿Qué tan grave es el abuso?- Gutierrez preguntó con verdadera preocupación. En esos tres días no había podido dejar de pensar en esa pequeña que sacó de aquel infierno. Nunca en su vida olvidaría la frialdad y madurez con la que esa niña le habló a su madre biológica. Esa actitud demuestra solo una pequeña parte del daño que tiene en su interior. -Seré honesto... Las cosas no se ven bien. Taína fue abusada física, psicológica y sexualmente. Presenta penetraciones vaginales y anales, además de cierto daño en su garganta y estomago debido a que la obligaron a practicar sexo oral.- El policía no cabía en si mismo, sus puños estaban ya sin color de hacer tanta presión. ¿Cómo puede haber gente tan mala en el mundo? Deseaba con todas sus fuerzas encontrar a ese bastardo y destruirlo con sus propios puños. Intentó controlarse mientras el doctor continuaba.- Es una niña muy especial, oficial, tiene un grado de madurez demasiado alto para su edad, nuestro especialista psicopedagógico dice que su inconsciente levantó un escudo para evitar sus sentimientos. Necesitará mucha terapia para volver a sentir afecto o algo por alguna persona, es muy irónica en realidad y tiene una percepción algo curiosa de la vida. La verdad no parece que tuviera cinco años al entablar una conversación con alguien. Dice que una hermana de su abuela paterna le enseñó a leer, y lo hace con mucha fluidez para ser honesto.-El doctor mostraba esperanza en sus ojos grises y cansados. Tal vez aún se pueda salvar a esta niña. No es un caso perdido todavía. -¿Una tía? Es decir, ¿queda algún familiar que la pueda recibir?- El oficial preguntó contrariado. Si la niña tenía familia, ¿Cómo es posible que la dejaran pasar por tanto dolor? -Lastimosamente, no. La señora ya era muy mayor y murió hace unos 6 meses. No recuerda ni tiene información de otro familiar. Su padre huyó al quedar su madre en estado. -Maldito.- Murmuró el oficial entre dientes. Si hubiera cuidado a su pequeña como tenía que ser, nada de esto le estaría pasando. -En este mundo no se le debería permitir a cualquiera ser padre oficial.-Lo apoyó el doctor con mucha decepción y furia. El también estaba muy afectado por el estado en el que llegó la niña. Apenas podía ver a través de un ojo, de lo hinchado que los tenía, dos costillas fracturadas, desnutrición, heridas en sus pies puesto que, por castigo, la amarraban en el patio de la casa. Y eso sin contar todas las cicatrices internas y las  psicológicas que tenía esa pobre criatura. -Bien.-Suspiro aún indignado el oficial Gutierrez.- ¿Puedo verla?- Desde el día que la llevó al hospital no había podido estar o hablar con la niña, los doctores decían que estaba muy débil, además debieron de hacerle muchas pruebas y sabía que eso la haría sentir muy incómoda y un hombre encima de ella haciéndole preguntas era lo menos que necesitaba. -De hecho...-Dijo el doctor.-Ella pidió hablar contigo. Caminaron hasta las habitaciones infantiles y frente a una puerta rosa con un osito de peluche hecho de pintura, se detuvieron. -Aquí es, por favor, le recuerdo que aunque hable como una adulta y presente una energía como tal, solo es una niña.-Fueron las palabras del doctor antes de abrir la puerta y dejar ver una habitación rosa suave con una camilla rodeada de ramos de flores, en la cama se encontraba Taína leyendo un libro con una ligera mueca que daba a entender el estado de concentración que tenía, pude ver que La Bella Durmiente era el cuento que leía. -Buenos días Rubí.-La saludó el doctor con una sonrisa, a la cual ella respondió con una también, pero, a pesar de verse como una típica sonrisa infantil, se notaba desde lejos que era falsa y un tanto irónica.  El oficial Gutierrez, un tanto confundido por el nombre con el que llamó el doctor a la pequeña le hizo una pequeña reverencia. -Hola, buenos días, mi nombre es oficial Gutierrez, me dijeron que querías hablar conmigo, ¿tal vez tengas un tiempo para hacerlo?-Dijo preguntándole a la pequeña, la cual puso cara de molestia pues se dio cuenta de que no la dejarían terminar su libro, y con un suspiro lo cerró, no sin antes colocarle un sujetalibros en medio de la hoja que leía. -¿Qué tal, oficial? Lamento no haberme presentado antes, mi nombre es Taína Alejandría Laurosse y le agradezco mucho haberme salvado la vida. El oficial, atónito con el vocabulario y la soltura de la niña para hablar, se sentó en un sillón cerca de la ventana, no quería hacerla sentir incómoda. -Es un placer Taína y no te preocupes, no hay de qué. Ese es mi trabajo: salvar a niñas dulces como tú. -Gracias oficial. Puede acercarse un poco más para que empiecen todas sus preguntas, no queremos que las paredes escuchen, además, no se preocupe, por los momentos no ha explotado mi repulsión al sexo masculino, tal vez dentro de unos años explote, quién sabe, pero mientras esos demonios aparecen, podemos hablar tranquilos.- Dijo de nuevo con esa sonrisa infantil/maquiavélica que ya había usado con el doctor. El oficial no sabía qué decir, levantó el sillón para acercarlo un poco a la camilla mientras buscaba con la vista al doctor Torres, el cual estaba en otra silla cerca de la puerta leyendo unos resultados de exámenes que le habían realizado antes de que llegáramos. Al verlo acomodado en el asiento Taína comenzó a hablar: -Muy bien, señor Gutierrez, ¿Que quiere que hablemos primero? El oficial sentía un brillo de diversión en sus propios ojos pues no había pasado por alto el hecho de que le dijera "Señor" y no "Oficial", además que le había practicado una de las primeras frases que lanzan los psicólogos a sus pacientes. Vaya que era un caso esta pequeña. -Cuéntame lo que quieras, Taína, desde el inicio. La chica estuvo hablando sin parar por 45 minutos, contándole todo, realmente TODO. El oficial no aguantaba el asombro al ver a una niña tan pequeña expresarse tan bien, y sin mostrar sentimiento alguno por los actos barbáricos que estaba contando. Su expresión daba a entender que hablaban del clima, o en su caso, al ser tan pequeña, que hablaba de una pelea de sus peluches en la hora del té. Al terminar de hablar la niña lo miraba impaciente pues el aun estaba tomando nota de todo lo que le había dicho. Al terminar, levantando la cara el oficial se encontró con una vieja muñeca de trapo, algo sucia y desgastada, con su pequeño vestido lleno de agujeros, tal vez por el tiempo que tenía. -¿Cual es el nombre de tu pequeña amiga? Es muy bella.- Le preguntó a la niña. -Oh, su nombre es Matilde. Es la única muñeca que tengo, y mi única amiga a decir verdad.- Por primera vez pudo ver tristeza en los ojos de la niña y sintió su tristeza, miró al doctor que pensaba lo mismo que él ya que estaba absorto viendo como la niña la abrazaba y besaba su cabello de lana. -¿Qué pasará conmigo? ¿A dónde iré? ¿Con quién voy a vivir?- La niña preguntó al oficial sin dejar de mirar a su pequeña amiga. No quería que vieran sus lágrimas.  Sabía que eso molestaba a los adultos. -Bueno, irás a una casa hogar donde tendrás muchos amigos y te cuidarán y enseñarán todo lo que una niña de tu edad debe saber, aunque eres muy inteligente para tu edad, pequeña, pero te divertirás. Mientras ese papeleo se mueve, estarás aquí en el hospital. -¿Cuánto tiempo será eso? -Hasta que tus cicatrices físicas sanen, cariño.- Respondió el oficial mirándola con algo de lástima. -¿Y mis otras cicatrices, oficial?- preguntó ella dándole una dura pero temerosa mirada-  ¿Cuando sanarán mis otras cicatrices?
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