La Esposa de la Parca

 Que debería sentir una niña tan herida cuando el mayor daño es infligido por quien debería dar su propia vida por salvarla a ella?¿Podía alguien con el corazón destrozado confiar? ~2003~ -¡Maldición! Bastardo hijo de puta… Taína, ¡Taína! Despierta pequeña, vamos, no, eso es, abre los ojos-pestañeé  repetitivamente intentando entender por qué me zarandeaba-... Ya todo estará bien, soy policía, ¿está bien? No tienes nada que temer. Solo tenia vagos recuerdos de la noche anterior: mamá drogándose con él idiota de su cuñado y su esposa, riendo, tomando, pero algo estaba fuera de lo común... ¿Dónde estaba Greg? Mi padre nos abandonó al escuchar las terroríficas palabras de mi madre "estoy embarazada". Desde que tengo memoria la he visto fallando a su papel de mamá, crack, heroína, fiestas, alcohol, y hombres. Muchos hombres. Algunos eran buenos conmigo, me daban dulces, otros, bueno, tal vez no les gustaban las niñas pequeñas de 5 años que necesitaban tiempo con su madre, y luego estaba Greg. Tenía 8 meses de relación con Anabella (desde los cuatro años empecé a llamar por su nombre a mi mamá) al mes de relación entró a nuestra casa a vivir y se ha sentido el dueño y señor desde el primer día. Le gustaba que yo le alcanzara las cervezas desde la nevera y le pasara él encendedor para encender sus porros de marihuana. Al tercer mes comenzó a tocarme. Había una gran fiesta en la casa y yo me encontraba arriba, encerrada en mi habitación jugando con Matilde, mi única muñeca, de pronto, un fétido olor a alcohol y algo peor empezó a sentirse en la habitación, al mirar a la puerta lo vi, él ya me estaba mirando con una extraña expresión en su rostro. Algo no estaba bien. Lo sabía. -Hola pequeña, te molesta si me quedo un rato contigo aquí?- dijo arrastrando las palabras y con una horrible sonrisa -Cl-Claro Greg.-Esto está mal. Tengo miedo. Él se sentó en la cama junto a mi y empezó a acariciar mi cabello, algo muy extraño ya que nunca estaba cerca de mí, sólo para decirme que le alcanzara sus cosas -Pareces una muñeca, cariño, ¿No te lo han dicho?- Acercó su boca a mi oreja y el olor me produjo ganas de vomitar y él lo notó. Me tomo por el cabello.-¿Te doy asco, maldita? Ya verás, te haré lamerme todo para que veas que te equívocas, que no te doy asco, ya verás, maldita.- Repetía esas palabras mientras se abría el cierre del pantalón. Yo solo podía gritar, patalear y llorar. ¿Y donde estaba mi madre? Esa noche abusó de mí de todas las maneras posibles. No pensó en que era una niña pequeña, en el daño que me estaba haciendo para toda la vida, en la huella que esto dejaría en mi. Pero, pensándolo bien, ¿qué le podría interesar a un maldito bastardo pervertido de mis sentimientos? Al acabar tal acto, me levantó del suelo que era donde yo había terminado, alzo mi cara con sus asquerosas manos y vio mis lágrimas, eso detonó algo en su interior e hizo que arremetiera contra mí con más violencia aún. -¿Aun te doy asco, perra? Espero que te acostumbres porque yo la pase muy bien y cuando algo me gusta lo repito.- Las últimas palabras las dijo en un tono que me erizo la piel y me hizo llorar más aún, haciéndolo enfadar tanto que empezó a golpearme en el rostro con furia. Al terminar de hacerlo se levantó y se fue, no sin antes detenerse en la puerta para hablar. -Si le dices algo a la maldita de tu madre las mato.- Y cerró. Lloré encerrada durante dos días. Mamá no se molestó en preguntarme que me pasaba. Esos dos días los pasé tirada en el piso con Matilde como única compañía, no me bañé ni cambié mi ropa, no por falta de ganas de hacerlo, sino porque la debilidad, el dolor, la tristeza, el temor, la ira, la impotencia y las ganas de desaparecer se habían apoderado de ese cuerpo que ya no era mío. Ya no me pertenecía. Ya no era una niña inocente. Me robaron la inocencia. Y ahora, después de 5 meses de dolor, sufrimiento y depresión, me despierto con este policía y unos cuantos más en mi habitación y en mi casa salvándome de este infierno. ¿O estoy soñando? No pude responderle nada al pobre hombre, tal vez por el hecho de que el día anterior Greg me había destrozado el rostro porque dejé caer una de sus cervezas, pero sólo quería agradecerle como él caballero de brillante armadura que era como mis ojos lo veían. Él hombre me levantó en sus brazos y con una manta sobre los hombros me llevó hacía abajo y luego hasta afuera, donde encontré la escena de Anabella luchando con tres oficiales pues no se dejaba encerrar en la patrulla, estaba drogada, lo pude notar, y esposada, eso también lo noté. -¡Taína, Taína! Oh, bebé, dile a estos hombres que tu mami te ama cariño, diles la verdad, que yo no tuve nada que ver con lo que él te hacía, ¡Díselos!- Anabella gritaba como loca con los ojos a punto de salirse de su sitio. El policía me miró buscando un rastro de tristeza o llanto, tal ves, al ver a mi madre así pero no podía buscar mucho, por ella no existía ningún sentimiento. Con los ojos vacíos la mire... -Ojalá te arranquen el útero para que mas nunca vuelvas a ser madre, adiós, Anabella.- Todos me miraron con los ojos como platos, hasta ella misma, y luego empezó a chillar. La ignoré y con la misma cara mire al oficial que aún me sostenía en brazos.-Gracias por todo, se lo agradeceré toda la vida, pero ahora, por favor, termine de sacarme de este maldito infierno.- Y empezamos a caminar hacía él auto que nos esperaba. Y ahí suspire con esperanza por primera vez en mucho tiempo y mire a Matilde que sujeta por su viejo brazo de trapo. Aquí empieza mi nueva vida.