James llega hasta Rudy en dos zancadas, su mano agarrando decisivamente su codo. Emite un gruñido mientras la mueve hacia la puerta principal, Rudy luchando por seguirle el ritmo de sus largas pisadas. Pero Rudy no ha terminado; sigue escupiendo veneno por encima del hombro, dirigido hacia mí. —No eres especial, así que no te creas eso. Solo eres un número, una puta que él pagó para que haga lo que le plazca. Nunca me he considerado especial. A estas alturas, me conformaría con ser promedio. Pero a pesar de lo que ofreció Stacey, nunca he pensado en venderme. La idea me llena de un miedo nauseabundo. —Hubo una fila de mujeres antes que tú, y habrá una fila después de ti. James abre la puerta, su mano todavía bajo el codo de Rudy mientras sale, arrastrándola consigo. Estoy parada, con

