Pasan un par de horas antes de que llegue Joshua y lo instalemos, pero cuando subimos a la cama, con Ravenna estirada contra mí, mi brazo envolviéndola con fuerza, no estoy ni un poco cansado. Se siente increíble, toda suave y cálida mientras se acurruca a mi lado. Mi polla se pone rígida en un segundo. No puedo volver a follármela, su cuerpo necesita recuperarse. Pero es como si tuviera dieciséis años y no pudiera saciarme. Coloco mi mano bajo su camiseta, en la curva de su espalda, su piel tan suave y sedosa bajo mi palma y yemas. Si hubiera estado pensando con claridad, mi primer movimiento habría sido traer a Joshua aquí. Pero a pesar de la necesidad que aún pulsa en mí, algunas cosas han quedado claras. Ravenna es mía para proteger. Debería haber sido obvio antes. Nunca antes hab

