Jimena González despertó con el mensaje de María Elena todavía resonando en su cabeza: "Diego sabe de las fotos. Está moviendo dinero otra vez". Las pruebas que Álvaro le había dado —los estados financieros, los desvíos de Diego, los pagos a Laura— estaban sobre la mesa de la sala, un mapa de guerra que no podía ignorar. El trato había cambiado; ya no era solo una fachada para salvar a su familia, sino una batalla que podía hundirlos a todos si no jugaban bien sus cartas. Sofía bajó a las siete, encontrándola con el café en la mano y los ojos fijos en los papeles. —¿Otra noche sin dormir? —preguntó, sentándose frente a ella—. ¿Qué pasa ahora? —Todo —respondió Jimena, cerrando la carpeta—. Esto es más grande de lo que pensé. Pero lo estoy manejando. —No parece —replicó Sofía, cruzando

