Jimena González llegó a casa después de su enfrentamiento con Álvaro con la carpeta de María Elena todavía quemándole las manos. Los pagos a Laura Velasco, las evasivas de Álvaro, la oferta de Raúl Mendoza —todo se retorcía en su mente como un rompecabezas con piezas que no encajaban. Se sentó en la sala, mirando los papeles bajo la luz tenue, hasta que Sofía bajó las escaleras, frunciendo el ceño. —¿Otra vez con eso? —preguntó, señalando la carpeta—. Parece que te está comiendo viva. —No es nada —respondió Jimena, cerrándola con un golpe seco—. Solo trabajo. —No me mientas —replicó Sofía, sentándose a su lado—. Desde que empezaste con ese tipo, estás diferente. ¿Qué pasa, Jime? Jimena respiró hondo, el peso de la verdad presionándola. —Es complicado —dijo al fin—. Pero lo estoy mane

