Capítulo 1

1872 Words
Punto de vista de Roxie No pude evitar mirar por la ventana del taxi mientras nos acercábamos a mi casa. He estado lejos de mi manada, la Manada de la Luna Azul y Sombra, durante casi seis años. Fui enviada lejos por el hijo del alfa. Se suponía que debía regresar a casa después de un año, pero no quería volver. No quería ver al idiota que me lastimó. Durante los últimos años, me he quedado en la manada de mi tío, la Manada del Bosque Carmesí. Fue una experiencia reveladora. El entrenamiento fue intenso, pero sobresalí en la cima de la clase. El alfa hizo que todos los miembros entrenaran a los catorce años, mientras que en la Manada de la Luna Azul y Sombra no podías comenzar el entrenamiento hasta los dieciséis años. Miró el bosque y, de inmediato, me saca de mis pensamientos, y el taxi gira hacia la manada. Puedo sentir a los lobos en el bosque. No pude evitar suspirar; eso iba a ser complicado. El hijo del alfa, Lex. Su nombre completo es Alexander Morgan, pero todos lo llaman Lex. Yo no; nunca lo he hecho. Siempre lo llamo Alexander, porque sé que lo irrita. Es el mejor amigo de mi hermano. Son seis años mayores que yo, lo que los hace tener la edad adecuada para encontrar a sus parejas. Hablando de parejas, pensé que mi pareja estaría en la manada de mi tío, pero no estaba allí. La edad para encontrar a nuestras parejas es diecinueve. Podría encontrar la mía ahora, ya que acabo de cumplir veinte, pero no lo he hecho. Debo admitir que todos quieren que su pareja sea virgen, pero yo no esperé. Sabía que quienquiera que termine conmigo probablemente haya estado con otras personas, y no me gustan los estereotipos de que tienen que esperar a su alma gemela, especialmente las mujeres; ¿qué pasaría si no encontrara a mi pareja hasta que tuviera veintinueve? Sería la virgen más vieja conocida por el hombre, especialmente en la comunidad de hombres lobo. Sería el hazmerreír de toda la manada. La razón principal por la que regresé a casa de mi manada fue porque mi hermano encontró a su pareja. Jason, el idiota que pensaba que las chicas eran aburridas a los diez años porque eran demasiado lentas para correr. Pero todo cambió cuando cumplió trece y tuvo su primera novia, quien resultó ser la peor; me acosaba. Era malvada. Cuando me fui, me alegré de saber que habían terminado y que su pareja no era ella. Su pareja es Sofía, pero no sé nada de ella porque no es de la manada. A mi padre le gusta, pero creo que lo diría aunque no le gustara, solo para sacar a Jason de su casa. Hemos sido nosotros tres, ya que mi mamá falleció cuando yo tenía diez años. Mi tío, el hermano de mi padre, viene a quedarse una vez al mes para vernos. Mi padre quedó destrozado cuando ella murió. Nunca quise sufrir así, y ver a mi padre pasar por el dolor de perder a su pareja siempre me hizo dudar si realmente quería la mía. Cuando me obligaron a irme, mi tío estaba allí; no estaba muy emocionada de irme, pero no tenía otra opción más que marcharme. Quería morir justo en ese momento. Alexander nunca me dio una razón real, excepto una que un niño de trece años tomaría en serio, pero también me dejó con una imagen de él que nunca olvidaría. Pero me dijo que era demasiado joven para él y que él podía conseguir algo mejor que yo. A los trece años me gustaba, bueno, más bien durante años. Era atractivo en aquel entonces, pero no sé cómo se ve ahora, ya que nunca lo agregué a mis r************* . Pero siento que él me ha estado acosando allí, ya que mi hermano le ha dado me gusta a algunas fotos que un hermano nunca debería dar me gusta. Quería olvidarlo. Veo la casa de manada, mientras el taxi gira la esquina. El taxi la pasa, pero no puedo evitar mirar el lugar; no ha cambiado desde que me fui. Es como un hotel para la mayoría de la gente, pero la mayoría de los miembros de la manada que viven allí son miembros sin hogar. Muchos perdieron sus hogares debido a ataques de renegados o incluso solo debido al clima. El taxista pasa y segundos después observo mi casa. No puedo evitar sonreír. La casa estaba igual a cuando me fui. La única diferencia es que mi padre había colocado flores alrededor de la casa. Las hizo para mi madre antes de que muriera, y solíamos regar las flores juntos. El taxi se detiene afuera. Abro la puerta y salgo. Miro a mi alrededor, pero no hay nadie a la vista. Camino alrededor del taxi y tomo mi bolso del conductor, quien espera a que le pague. Ha pasado un tiempo desde la última vez que estuve aquí. Le entrego el dinero al conductor. No me importa, ya que nunca me habló, lo cual me gusta porque estaba nerviosa por volver. Pero juzgando por la cara del conductor, creo que sabía que estaba sumergida en mis pensamientos, ya que es un lobo de la manada. El conductor vuelve a subir al taxi y se va. No puedo evitar quedarme parada y mirar. Nunca me había sentido tan nerviosa por volver a casa. "¿Estás bien ahí?" dice Bex, mi loba, burlona. Gruño:  "sí, solo estoy tratando de descifrar si esto es una buena idea o no", le dije. Bex me mira y suspira: "Necesitábamos volver; entrenamos duro y además, podríamos encontrar a nuestra pareja". Bex ha estado hablando de nuestro compañero durante el último año, pero todavía no me entusiasma del todo la idea. "Uno nunca sabe; tal vez tengamos dos", dice, sonriendo. Maldición, ¿por qué demonios tenía que tener al lobo más cachondo conocido por el hombre? Bex se ríe, "A mí también me gustan los hombres y las mujeres". Sonrío, recordando el último encuentro que tuvimos. Como dije, no soy virgen de ninguna manera, pero me gusta divertirme cuando quiero. He besado a una chica y, como dijo Katy Perry, le gustó. Puedo tacharlo de mi lista de deseos, y debo admitir que también me gustó, pero prefiero a los hombres. Bex mira a través de mis ojos la casa. "Nada ha cambiado", dice. Suspiro. "Bueno, terminemos con esto", le digo. Bex asiente y retrocede un poco, pero se queda lo suficientemente cerca. Camino hacia la puerta principal y llamo. Espero unos momentos hasta que la puerta se abre. Ahí está mi padre con una gran sonrisa en su rostro. —¡Roxie! —exclama, mientras me abraza. No puedo evitar dejar caer mi bolso en el suelo y rodearlo con ambos brazos. No puedo evitar inhalar su aroma a pinos. Lo había extrañado mucho. Siento a Bex ronronear en mi cabeza mientras el aroma nos envuelve. Mi padre retrocede lentamente y sonríe. —Pensé que llegarías más tarde —dice, mientras se agacha y agarra mi bolso. —He planeado una comida familiar para todos nosotros. Mi padre entra, pero no puedo evitar gemir. Mi padre me mira por encima del hombro con las cejas levantadas. —Rox, no te hemos visto en seis años — dice, mientras se da la vuelta para enfrentarme. Coloca mi bolso en el sofá. —Sé que hablamos por video y correo electrónico todo el tiempo, pero eso no se compara con verte en persona, y además, Jason quiere verte. Lo miro y suspiro. —Lo sé, pero acabo de llegar y solo quiero darme una ducha caliente antes —respondo —. Quizás un poco de sueño. ¿Alguna vez has estado en tres tipos diferentes de transporte? En dos de ellos me encontré con un bebé llorando y un pasajero molesto que tenía un problema con todo. La humana tuvo suerte de que Bex estuviera durmiendo, o la habría dejado salir a jugar. Mi padre sonríe socarronamente. —Me hubiese gustado ver a Bex tomar el control —mencionó. La mayoría de los hombres lobo obtienen su lobo a los doce años, pero yo obtuve el mío a los diez. Estaba allí cuando mataron a mi madre, lo que desencadenó mi primera transformación. Mi papá estaba cerca, pero Bex protegió el cuerpo sin vida de mamá cuando vino a salvarnos. No volví a mi forma humana durante tres días mientras luchaba con todo, fue ahí cuando mi papá conoció a Bex. Mi padre hizo que Jason se quedara con Alexander y su padre, fingiendo que yo estaba molesta y no quería ver a nadie. Nadie en la manada supo que tenía a mi lobo; solo mi padre y yo. Nunca entendí por qué lo mantuvo en secreto hasta que un chico cambió temprano y el Alfa Frank lo obligó a entrenar. Era un año mayor que yo y también presenció la muerte. Mi padre debe haber pensado que me habrían obligado a prepararme temprano, pero cuando anunciamos que tenía a mi lobo, la ley cambió para que las chicas empezaran a entrenar a los dieciséis y los chicos a los catorce, lo cual me enfadó, ya que somos todos iguales y, debo admitirlo, las mujeres pueden patear más traseros que los hombres. Mi padre carraspea. —¿A dónde fuiste? —pregunta mientras sacudo la cabeza, y salgo de mis pensamientos. —A ninguna parte —Sonrío —Solo somos los cuatro. No hay nadie más para la comida. Mi padre me mira y asiente. —Solo somos los cuatro; nadie más vendrá aquí. Todos están ocupados en negocios. Volverán mañana —dice. Lo miro y sé que está mintiendo, y lo está haciendo ahora. Maldición, ¿a quién demonios invitó? Suspiro e ignoro la sensación que tengo. —Voy a mi habitación —digo mientras camino hacia el sofá y agarro mi bolso. Mi padre me mira. —La comida estará lista en unas tres horas, y podrás conocer a Sofía —reveló con una sonrisa. Lo miro y asiento. No digo nada porque sé que no tengo energía para hablar más. Esta noche será desafiante y el no saber quién más viene me preocupa un poco. Coloco mi bolso sobre mi hombro y me dirijo hacia las escaleras. Subo, camino hacia la puerta de mi habitación y la abro. Me paro en el umbral, mirando la habitación. Mi padre no ha cambiado nada; todavía hay morado en las paredes. Los pósteres que me gustaban cuando me fui, y a juzgar por el olor aquí, mi ventana no ha sido abierta en unas semanas. Dejo caer mi bolso en el suelo y me dirijo hacia la ventana para abrirla. Abro la ventana y una ráfaga de aire fresco entra en mi habitación. Suspiro. Observo a mi alrededor, preguntándome qué diablos voy a hacer, pero tengo una idea. Tal vez debería organizar algunas cosas por aquí primero, hacerlo más a mi gusto. Podría hacerlo, y tengo tres horas para matar. Además, mantendrá mi mente ocupada para no pensar demasiado en la comida que mi padre ha planeado para esta noche.
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