El silencio reinaba en la mansión Moretti, pero no era paz. Era esa calma densa y eléctrica que presagia una tormenta. Alessia caminaba descalza por el pasillo principal, con la mirada perdida y los nudillos marcados por el temblor de lo que estaba por desatarse. Desde su encuentro con Lía, su mundo ya no se tambaleaba… se agrietaba. El rostro de su enemiga aún flotaba en su mente. Ese momento en el que sus palabras habían atravesado la última capa de piel de Lía, dejando ver algo más allá del odio. Miedo. Un vacío profundo. Un eco de lo que pudo ser y no fue. Pero no podía permitirse flaquear. No ahora. Dante la observaba desde la escalera, envuelto en sombras. Vestía de n***o, con el cabello aún húmedo por la ducha, y una expresión que decía más que cualquier amenaza: estaba listo pa

