Sentimientos confusos

1061 Words
Cuando terminan las clases, Kate y yo vamos a almorzar juntas, lo cual resulta ser un desastre. No me dejaron sentarme en la misma mesa que ella porque era la de Rayan, pero ya me lo esperaba. Fue ella quien me arrastró hasta allí porque es donde suele sentarse. Yo insistí en que no quería. Al final, nos cambiamos de mesa. Para cuando termina la clase, estoy agotada. Resulta que Rayan está en cinco de las siete clases que tengo este semestre y lo odio. En cada clase, siento su mirada clavada en mí. Estoy a punto de irme cuando recuerdo que tengo castigo esta tarde y suelto un gemido. Exhalando, me dirijo al aula donde está el castigo y me siento allí durante las horas que dura. Espero que mi madre no se enfade conmigo por meterme en problemas en mi primer día aquí. Nunca me habían castigado antes. Tendré que buscar alguna excusa para contárselo. Ojalá pudiera decirle que el diablo me tiene en la mira, y no precisamente para bien. RAYAN: Vi a la chica nueva en el funeral de mi madre y la reconocí por las fotos en sus archivos. La odié en cuanto la vi. No pude observarla bien en el funeral, pero ayer tuve la oportunidad. Era su primer día en la Academia Riverside y por fin pude verla de cerca, en mi espacio personal. No estaba preparado para la avalancha de emociones que me invadió, y eso me enfureció. La primera emoción que sentí fue la ira y el odio que le tengo por lo que representa. Esas fueron las más evidentes. No les voy a contar las demás todavía porque, mientras la observaba, tuve sensaciones muy extrañas. No lo sé y no quiero explicarlo, así que dejémoslo así por ahora. Me quedé perplejo porque me intrigó. Se supone que no debería sentir nada más que odio por ella, y eso me desconcertó. Tengo que admitir, a regañadientes, que es hermosa, lo suficientemente hermosa como para quitarte el aliento, de esa manera clásica y serena. Es el tipo de belleza que se nota a kilómetros de distancia, sin que ella intente llamar la atención. La atrae naturalmente. Cuando me doy cuenta de adónde van mis pensamientos, me enojo conmigo mismo y el odio que siento por ella me domina. La bestia que llevo dentro sale a relucir. Ayer vi cómo todos los chicos de último año la miraban con deseo y tengo que cortar eso de raíz. Él no está aquí para hacer amigos porque no lo permitiré. Ella tiene que ser lo más miserable posible y me aseguraré de ello. Ni siquiera tendré que tocarla porque otros lo harán por mí. Soy el rey de esta escuela y nadie dudará en seguir mis órdenes. Noté que estaba confundida por mi comportamiento hacia ella y eso me encanta. No suelo, si es que alguna vez lo hago, fijarme en alguien nuevo en la escuela, pero ella es un caso especial. Quiero arruinarla. Quiero ser su peor pesadilla. Quiero que sienta la furia que voy a desatar sobre ella. Para cuando termine con ella, quiero que esté de rodillas, suplicándome que pare. Seré aquello de lo que nunca pensó que tendría que huir. Cada vez que piense en mí, solo quiero que recuerde que el diablo la persigue. Quizás algún día sepa exactamente por qué la odio, pero no hoy. Quiero divertirme follándola primero. Es la única forma de cumplir la promesa que le hice a mi madre en su tumba. Solo pensar en mi madre hace que el dolor en mi alma resurja. Siendo sincero, el dolor nunca se fue desde que encontré su cuerpo sin vida en su cama. Esta mañana llegué a la escuela treinta minutos antes de lo habitual y la anticipación de volver a ver a mi nuevo juguete me consume. Él aún no sabe que es mi juguete, pero lo sabrá. Disfrutar de su tormento me hará feliz, aunque solo sea por un instante fugaz. Una vez que empiece mi campaña contra ella, todos los de último año me seguirán. Siempre lo hacen. Me da igual lo que hagan los demás del instituto, con tal de que nadie de último año se oponga a mí, porque aquí mando yo. Mis amigos y yo controlamos este lugar. Los demás nos siguen porque quieren encajar y quedar bien con nosotros. Son todos tan predecibles, pero normalmente me viene bien. Eso significa que todos harán el trabajo sucio por mí mientras yo me siento a observar. En esos momentos me alegro de ser el rey del instituto. Son todas las piezas del dominó que he colocado con cuidado, y una vez que mueva la primera, todas caerán como yo quiero. El fin de semana pasado, lo único que hice fue emborracharme hasta perder el sentido y drogarme antes de idear maneras de hacerle la vida imposible a esta chica. Me prometí que el fin de semana pasado sería la última vez que bebería. Era hora de empezar con mis planes de venganza. Ayer fui indulgente con ella, pero bastó para que todos supieran que la chica nueva no me caía bien. Nadie sabe por qué, ni es asunto suyo, pero aun así me siguen la corriente. Pienso en mi madre otra vez y no puedo creer que solo hayan pasado unos días desde que la enterramos. Esos días me han parecido más largos de lo que realmente fueron. Es horrible estar en casa y no ver su rostro ni sentarme a ver películas con ella. Odio lo mucho que duele solo pensar en ella. Después de todo lo que encontré en su carta y ver cuánto tiempo sufrió sola y en silencio, me dieron ganas de destrozarlo todo. Una rabia constante me envuelve. Solo espero que dondequiera que esté, por fin descanse en paz. A veces, sin embargo, el odio que siento por ella, cada vez que pienso en lo que hizo, me consume tanto que es un milagro que no me ahogue en él. Estoy tan confundida y enfadada. No sé si algún día la perdonaré por lo que hizo. Aunque no sea así, la sigo amando con todo mi ser. Después de todo, ella seguía siendo mi madre. Mi padre casi no ha estado en casa, como de costumbre, pero al menos ahora sé por qué. Estoy furiosa con él.
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