Capítulo 1

2092 Words
3 años después Traspaso las enormes puertas de cristal y enseguida el sol golpea mis ojos de forma violenta, haciendo que entrecierre un poco mis ojos. Sacó mis gafas de sol que colgaban en el bolsillo de mí camisa y me las coloco. —No hay nada mejor que volver a casa después de un largo tiempo —Respiro profundamente el aire de la ciudad en la que viví la mayor parte de mí vida. Me quedo unos segundos observando a las personas que se mueven con sus maletas de un lado a otro, algunos llegan y otros se van. Lo típico de un aeropuerto. Vuelvo a dar otra profunda respiración, y segundos después siento unos dedos colarse entre los míos. Giro mí cuello y enseguida me encuentro con su dulce sonrisa de oreja a oreja, sus ojos me miran con extrema ternura. Apoya su frente contra mí brazo y aprovecho la ocasión para darle un beso en la coronilla, a lo cual ríe como respuesta. —¿Cómo te sientes? —Pregunta. Sé perfectamente a lo que se refiere. Mejor dicho, sé a quien se refiere, pero eso ya no importa, al menos trato de convencerme. —Bien. Ya ha pasado bastante tiempo, ella siempre ha estado bien, y yo estoy bien si tú estás a mí lado. Levanta su rostro, dándome más acceso para detallar su tierna carita. Su piel lechosa hace un hermoso contraste con su cabello rojizo que cae en cataratas onduladas al lado de su delgado rostro. Sus ojos verdosos con toques marrones van acompañados de largas y rizadas pestañas, al igual que sus delegadas y estilizadas cejas. Su naríz pequeña pero fina, rodeada por unas cuantas pecas, y ni hablar de sus labios con forma de corazón, los mismo que probé hace unos días atrás. Sonrío al verla tan tímida y dudosa. Me acerco a ella y presiono suavemente mis labios sobre los suyos, logrando un sonrojo en todo su rostro. —Deberíamos subir a un taxi, tú familia te debe estar esperando. Peyton suelta mí mano rápidamente y comienza a arrastrar su maleta hasta llegar a un taxi desocupado. No puedo evitar esbozar una sonrisa, en definitiva es muy tímida. Comienzo a caminar detrás de ella, le paso mis maletas al chófer y él las mete en el maletero. Subo a los asientos de atrás junto a la pequeña pelirroja que aún conserva su sonrojo. Le doy la dirección de mí casa al conductor y pronto nos encontramos rumbo allí. Las calles siguen igual, todo sigue igual, nada ha cambiado. Al pasar por el centro de la ciudad veo un cartel que llama mí atención. Tatuajes. Abierto las 24hrs. Enseguida mí vista viaja hasta el tatuaje que descansa en mí muñeca y una punzada de dolor se instala en mí pecho ante el recuerdo. Todas nuestras palabras en esa noche vienen a mí mente, el recuerdo sigue tan vivo. Alejo todos esos recuerdos y me centro en Peyton, quien se ha quedado dormida con la cabeza recostada sobre mí hombro. Pobrecita, no logro cerrar ni un ojo durante todo el viaje. El auto se detiene en un semáforo, de unas cuantas cuadras antes de mí casa y de nuevo soy azotado por los recuerdos. Veo una pareja correr por la acera, ambos comparten risas que muestra complicidad. Entonces me doy cuenta que somos ella y yo, pronto se desvanecen como humo. Vuelvo a mirar al frente y el recuerdo de la noche en la cual ella me ayudó a huir de un psicópata con un arma, vuelvo a mí. Todo me recuerda a ella, todo esta ciudad está llena de ella, de nosotros, de nuestros recuerdos. La punzada en mí corazón se hace más fuerte y comienzo a sentir esa presión en el pecho, la misma que sentí durante los primeros meses en su ausencia. Cierro los ojos lo que parece unos segundos, pero en realidad son minutos, los suficientes como para llegar a casa. Con cuidado despierto a Peyton y le indico que ya hemos llegado. Bajamos del taxi y el chófer nos entrega nuestro equipaje. Le pago lo que corresponde y se retira. Estoy a punto de caminar directo a mí casa, pero entonces noto una peculiar escena a unos metros de mí. Alanís se encuentra hablando con un chico, quién mira a mí hermana como si fuera un conejito indefenso, y eso me molesta. Camino en dirección a Alanís, pero antes de llegar el tipo enciende su motocicleta y se larga. —Él no me agrada para ti —Suelto llamando la atención de mí hermana. Alas lanza un chillido de emoción antes de correr para abrazarme. Le devuelvo el abrazo con la misma intensidad y nos quedamos así por algunos segundos. —Te extrañé demasiado—Deshace el abrazo—. Te fuiste durante tres años y cinco meses, sin ninguna visita casual —Saca su labio inferior, parece una niña. —Al parecer alguien tiene contado los días —Río. Alas está por decir algo, pero se detiene al ver a mí acompañante. Su vista va de Peyton hacía nuestras manos entrelazadas y viceversa. Lo hace un par de veces hasta que por fin habla. —¿Quién es ella?. —Alanís, te presento a Peyton Cooper. Peyton, ella es mí hermana Alanís Clark. —Es un gusto —La pelirroja extiende su mano hacía Alas y está la estrecha. —Lo mismo digo. Peyton está por hablar pero su celular comienza a sonar. Lo saca de su bolsillo u enseguida su cara cambia a una de pánico. —Olvidé llamar a mamá, seguro debe pensar que me ha pasado algo malo. Si me disculpan. Se aleja de nosotros y contesta la llamada. —¿Ustedes están saliendo?. Miro a Alas quién parece ansiosa por la respuesta. Lo medito unos segundos antes de responder. —Algo así, lo intentamos. Nos quedamos en completo silencio durante algunos minutos. Y sin darme cuenta, mí vista se enfoca en aquella casa de dos pisos que ahora está pintada de un color distinto. —No la vas a encontrar. —¿Qué? —Miro a Alas. —Que Olivia ya no vive ahí. Los Harper's se mudaron un mes después que te fuiste. Así que no la verás. —¿Por qué crees qué es a ella a quién busco? John es mí amigo. Mí hermana ríe sin ganas. —Porque conozco perfectamente a mí hermano, y sé que aunque trates de enamorarte de rosita fresita—Señala discretamente a Peyton— tú corazón sigue con la misma chica que lo rompió hace años. Aunque te empeñes en negarlo. Hace una mueca y comienza a caminar hacía la casa. Medito las palabras de mí hermana y luego simplemente niego. Lo de Olivia ya se acabó. Ya no existe. —¿Todo bien? —pregunta Peyton. Asiento en respuesta y la guió hasta la casa. Una hora después de mí llegada mamá aparece cargada de bolsas. Cuando me ve corre a abrazarme y luego me regaña por ser un hijo ingrato que no la ha visitado en un largo tiempo. Cuando le presento a Peyton, sonríe y estrecha la mano la tímida pelirroja. Para almuerzo mí madre se encarga de cocinar junto con Peyton, una deliciosa lasaña, mientras que Alanís y yo jugamos videojuegos como antes. Durante el almuerzo todo es tranquilo. Mí madre observa a Peyton y a mí, y luego habla. —¿Cómo se conocieron?. Veo el entusiasmo en su rostro, seguro espera que le cuente algo cliché o lleno de drama, quizás una historia donde yo le salvó la vida a Peyton o la ayudo de unos rateros. Mí madre siempre ha sido una loca amante de los clichés adolescentes, por eso amo el hecho que yo saliera con Olivia, porque cumplíamos con el cliché de los chicos que se conocen desde niños. Pero eso no termino bien. —Peyton es hija de uno de los socios de Papá, por esa razón coincidimos muchas veces en la empresa. Con el tiempo creció una hermosa amistad. —Que se está convirtiendo en amor —sentencia mí madre. Peyton se sonroja y yo solo sonrío en su dirección, pero mí sonrisa se esfuma al sentir un golpe en mí espinilla. Miro a la persona que me ha pateado y Alanís me mira con odio. Durante la tarde, mí madre se empeña en mostrarle mis álbumes de bebé a la pelirroja, aquellos álbumes que contienen fotos vergonzosas. Pero permito que las vea por el simple hecho que su madre ya me había enseñado el de ella hace un mes atrás. Alas se sienta a mí lado y susurra lo más bajo para que solo yo la escuche. —Te juro que trato de odiarla pero es imposible, es muy adorable y amable —Se cruza de brazos. —¿Por qué quieres odiarla? —Pregunto, divertido. —Porque no te imagino con ella, te veo con alguien castaña y orgullosa. Estoy por hablar pero la mención de un nombre me hace callar. —Olivia Harper—Miro a mí madre quien señala una fotografía—. Es el primer amor de Adam. Peyton observa la foto por unos instantes y luego me mira. —Es... Linda —sonríe. La pelirroja vuelve a observar el álbum pero esta vez cambia la página. 👄👄👄👄 —En fin, Sempiterno es el mejor grupo de mujeres —Afirma, Alas. —Alanís, yo solo te pregunté dónde podíamos ir a cenar. —Oh. Lo siento, es que darán un concierto aquí en unos cuantos días y estoy muy emocionada—sonríe—. ¿Qué hora es?—Mira su reloj de pared—. Sé donde debemos comer pero tenemos muy poco tiempo para llegar porque se acabará lo mejor, por suerte es a solo unas cuadras de aquí. Se para de un salto y me incita a seguirla. Cuando salimos de la casa, mí hermana ya se encuentra en su auto. »¡Apuren!. Pey sube en la parte trasera y yo en el asiento del copiloto. En menos de diez minutos nos encontramos en un local de comida rápida. Bajamos del auto, el primero en entrar soy yo, Pey está detrás de mí, pero apenas pone un pie dentro, alguien la jala hacía atrás. —Lo siento, Roja, pero necesito que me acompañes a comprar unas cosas de chicas. Tú ve pidiendo hamburguesas, estoy seguro que no te vas arrepentir. Peyton me mira nerviosa, aún no conoce a Alas y estar sola con ella le pone los nervios de punta. Me da una mirada de auxilio pero yo solo me enojo de hombros. No puedo desperdiciar una oportunidad como esta, quizás Alas termine aceptando por completo a la pelirroja. Ni siquiera le da una respuesta a mí hermana y ya la está arrastrando lejos de mí. Una sonrisa sale de mis labios ante tal escena. Me doy medía vuelta para seguir mí camino pero me detengo en seco para no chocar con alguien. —¿Adam Clark?. —Steve Gutiérrez. Steve mira un segundo hacía atrás y se mueve un poco. Me ofrece su mano y no dudo en estrecharla. —No sabía que habías vuelto. ¿Cómo has estado?. —Bien ahora que he vuelto a casa con mí familia—Lo veo incomodarse un poco pero lo ignoro— ¿Y tú qué tal?. —Todo bien, con algunas sorpresas de por medio pero bien. Lamento no poder quedarme a conversar, pero estoy sobre hora, solo vine a llevar un poco de pizza para mí hija —sonríe incómodo. Me quedo perplejo ante su confesión, pero luego reacciono. —Vaya, felicidades. —Gracias —Lo veo incomodarse—.Fue un gusto verte de nuevo. Se despide y luego se va lo más rápido que puede, dejándome un poco confundido. Sigo mí camino hasta la primera mesa vacía y agarro el menú que descansa en medio. Observo cada una de las comidas y todo se ve realmente apetecible. —¿Qué desea ordenar?. Me tenso por completo. Al parecer hoy es el día de los reencuentros o quizás esto solo lo estoy imaginando. Lentamente subo mí vista hacía la persona que me acaba de hablar, y cuando la veo, me congelo, mí pulso se dispara y mí corazón quiere salirse de mí pecho. Justo frente a mí se encuentra mí mayor tormento, la misma que ni siquiera me dió oportunidad de explicarme. Olivia Harper está cerca de mí y ella ni siquiera me ha notado.
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