13
Me mira dolido, sus ojos se abre de par en par, lleva sus manos había su cabeza y jala con salvajismo su rubio cabello, lo veo patear el mueble a un costado de él, tiemblo. —¡Jamás! ¡Jamás te haría daño! ¿Me has reconocido verdad? Mírame Elle, mírame—toma mi rostro y no soy capaz de verle.
Izan se da la vuelta, apoya sus manos en la cama y vuelve a golpearla—Yo jamás te haría daño, no tengo una defensa para que puedas verme de otra manera y joder… me esta doliendo esto. Estoy loco… pero no te he traído aquí por las razones que acabas de decir. Desde los veinte trabajo como carterista, Mike, el tipo que casi te mata, me contactó para ese negocio y te juro por mi madre que fue la primera vez que hacía algo así. Papá tiene fotos tuyas en su apartamento, por eso te reconocí.
Estoy llorando como Magdalena.
—¿Por qué Izan? ¿Por qué si necesitas dinero no pedírselo a tu papá?
Sus facciones se endurecen—Mamá contactó a Alex cuando estaba a punto de morir ¿Sabes que le dijo ese hombre al cual llamas tío con tanto orgullo? Le dijo que estaba casado y no podía ayudarle. Mamá estaba hablando con él, sin saber que yo estaba escuchando del otro lado de la línea. Esa tarde mi madre murió.
Me tapo la boca.
—Alex, siempre se ha comportado tan ejemplar…
Izan chasquea la lengua—Mamá no se daba abasto con el dinero, su enfermedad, la comida, los servicios, mi escuela. Durante dos años estuve perdido Elle, estaba en el fondo y la miseria. A veces creo que fui yo el que la mató.
Camino hasta él y tomo su mano.
—Fuiste un buen hijo Izan, ella sabe que fue así.
—¿Lo crees? —pregunta con ojos cristalinos.
—Sé que así fue.
(***)
Pico un poco de papas para cocinar una fritatta para desayunar, son las diez de la mañana e Izan aún no se ha levantado y no he sido capaz de hacerlo.
Echo los huevos y revuelvo un poco, lo veo desde la cocina estirarse, mira el despertador a su lado y se levanta tan rápido como si algo malo realmente le hubiese sucedido. Mira a todos lados quizás buscándome y se asusta al no verme. Sus ojos miran a mi dirección y sonríe.
—¡Buenos días princesa!
—Buenos días vagabundo—se levanta del sofá y abro los ojos al ver una erección resaltar sobre su pantalón.
—¡Mierda! —me rio. Busca un cojín y se tapa de inmediato—No vayas a creer que soy un pervertido, es algo normal en los hombres… —Cierra los ojos y respira hondo—Yo lo siento Elle.
—No hay problema ¿Desayunas? —se levanta aún con el cojín, se sienta el banco a un lado de la isla de la cocina.
—No debiste Elle… tú eres mi invitada, yo no… ¿Has comprado comida?
—La he pedido a domicilio más bien, me dio algo de miedo salir.
—Te devolveré el dinero—niego.
—Tú me has ayudado—mi teléfono empieza a vibrar, papá me está llamando. Apago el teléfono.
—Cámbiate, te voy a llevar a un lado—me rio, que buen chiste.
—No tengo ropa ¿No te acuerdas? Dejé todo. —señala unas bolsas de diseñador y corro hasta ellas. Vestidos, zapatos, chamarras, bolsos y maquillaje.
—¿Cómo? ¿Cómo es posible?
—Le he dicho a un amigo que te comprara ropa, es todo—lo abrazo involuntariamente. Izan me mira y sonríe.
El rubio va manejando mi coche, hace quince minutos hemos salido del edificio donde vive Izan. Llevo puesto un vestido de verano color n***o con rosas pequeñas de color rojo, zapatos bajos y un cartera de mano. La gran diferencia de Greentown con el resto del mundo, es que aunque sea diciembre, aquí jamás nieva.
Abro los ojos al ver una feria a unos cuantos metros, Izan me mira y asiente.
Salto como niña pequeña, bajo casi corriendo del coche, el rubio toma mi mano y lo veo con determinación. Señala a un lado y grito de la emoción al ver a Artemisa junto a Hugo.
Mi prima apenas me ve, corre hasta donde estoy, lloro sin poder controlarlo, es tan difícil para mí separarme de ella, pero es necesario, si quiero que papá entienda, es necesario hacer todo lo que estoy haciendo.
Limpio sus lágrimas, es la primera vez que me separo así de ella, siempre hemos sido una sola y con todo esto, sé que a ambas nos duele de igual manera.
—Tu papá esta hecho un ogro, mandó a despedir a media servidumbre, Akim desde ayer no llega a casa y al parecer se está quedando en la fraternidad de Hilton. Hades y Zeus están que no se aguantan ellos mismos. Tu mamá intenta controlar a Miguel, pero ya sabes como es ese viejo testarudo. Ha bloqueado tus tarjetas Elle ¿Qué vas a hacer ahora?
Izan me mira, llama a Hugo y se aparta.
—Me he quedado a dormir con Izan…
Misa abre los ojos—No me digas que han follado—el rubio abre los ojos, mierda la ha escuchado.
—No, no, claro que no—respondo alarmada. —¿Todavía tienes ese apartamento de puntería que tus papás no saben que tienes?
—¡Era un secreto! Si, ¿Quieres que te dé las llaves? —la saca de su cartera. La abrazo fuerte. Artemisa es mucho más que mi prima, es mi hermana, es mi mejor amiga, es mi todo.
—Gracias, estoy agradecida con Izan, pero no le puedo seguir molestando. ¿Tienes algo de dinero que me prestes hasta que consiga trabajo? —mi prima suelta una risotada burlona.
—Elle Smirnov ¿Trabajando? —Izan no disimula su risa. Estúpido.
—Si.
—¡No me lo creo! Esto está de coña—le jalo el cabello.
Debo emprender un nuevo camino y hacerle ver a mis padres que si puedo valerme por mí misma.
Hugo llama a Misa y voy detrás de ellos, hacemos fila para entrar a la rueda de la fortuna. Tomo la mano de mi prima y grito a todo pulmón. ¿Ya había dicho que le temo a las alturas?
Pues en este justo momento siento que me voy a desmayar, Izan no para de burlarse de mí, tomo sus manos y entierro mis uñas en su piel por el susto. Bajo apenas el juego a finalizado. Mi frente suda, mientras que mi pecho no deja de dolerme.
No vuelvo a seguirle la corriente a Artemisa Smirnov, nunca jamás.
Izan se paraliza al ver un grupo de hombres caminar hasta nosotros, toma mi mano y me coloca detrás de él.
Un hombre asiático, alto, cabello n***o lacio y apuesto me mira y lo mira. Sonríe—Así que por eso, la has salvado. Me hubieras dicho que te la andabas follando y no le hubiese tocado—pasa sus manos por mi rostro, Izan lo empuja.
—Hikaru, no… —sujeta con fuerza el talle de su mano. El hombre asiático sonríe con arrogancia.
Hugo se lleva a Misa, apenas Izan le da la señal, no sé de qué se trata esto, no sé qué está sucediendo.
Uno de sus hombres me rodea, saca su lengua y la mueve de una forma obscena, le saco el medio del dedo y este se mofa de mí.
—Recuerda que aún trabajas para mí italiano, mi nombre es respetado en las calles y si no quieres amanecer con la boca llena de moscas o en el peor de los casos que esta princesa la encuentren violada y muerta, más te vale seguir en el negocio.
¿Me está amenazando?
—Ella no significa nada para mí—Hiraku me observa.
—¿A no? —saca un revolver nueve milímetros y me lo coloca en la cabeza.
Las personas de la feria comienza a correr, Misa se la han llevado lejos.
Izan aprieta los dientes, abro los ojos al verlo sacar una treinta y ocho de la parte trasera de su pantalón.
Todos están armados.
—Ella no, Hiraku, ella
no—suena el primer disparo.
Todo se vuelve un caos…