Una mujer como tú

1003 Words
Mientras volvían a casa Sebastian se preguntaba cuál sería la siguiente sorpresa con la que Andy saldría. Tras pavonearse toda la noche con sus amigos, presumir un supuesto noviazgo de varios meses con él y mentir sobre su edad, Andrea parecía más contenta que al inicio. Ayden no había vuelto a fastidiar más, pero lo atrapó observándola prendado toda la noche. Al final de la velada mientras andaban de regreso a casa, se sujetó del volante con fuerza y se armó de valor para preguntarlo. Necesitaba respuestas. –Y ese tipo que intentó llevarte al balcón para charlas a solas. –Intento hacerlo parecer una cuestión inocente y normal– Es tu ex ¿No? Vio a la rubia moviéndose incómoda en lo que trataba de fingir normalidad. –Si, pero no es nada relevante. Terminamos hace más de un año. –Pues para él no parece haber pasado el tiempo. La lengua se le soltó sola y se maldijo por eso. Andrea bajó la mirada, como si se perdiera en sus pensamientos. –El problema es que les has hecho creer a todos que hasta vivimos juntos, mientras que la realidad es que aún estoy rezando porque me concedas otra cita. Las mejillas de Andy intentaron ruborizarse, aunque ella no lo permitió. Abrió la ventana del auto para que el viento disipará esa reacción. –Bueno, por lo general a mis ex compañeros nunca los veo. No creo que sea un problema… –Pero no has entendido mi punto real… –él se detuvo frente a un semáforo rojo y aprovechó para mirarla– ¿Cuándo tendremos nuestra segunda cita? Dijiste que yo podría escoger el lugar. Andy respiró hondo. En el fondo tenía ganas de otra cita, pero algo también en su interior le decía que ya no era correcto, principalmente porque él era muy joven para ella. –¿No te ha incomodado ni siquiera un poquito lo que pasó esta noche? –¿Qué cosa? –En tu lugar cualquier hombre hubiera pensado que lo usé para fingir algo que no tengo y darle celos a mi ex. –él se rió, como si las niñerias y boberias propias de esa edad no fueran para él– –Andy, me queda muy claro que esa fue una de las condiciones para que una mujer tan bella como tú aceptara salir conmigo. –le regaló una sonrisa ladeada que combinó muy bien con esa mirada esmeralda que empezaba a encantarle– Sería tonto molestarme por una mentira que yo mismo inicié al cambiar mi edad y decir toda esa sarta de barbaridades. Llegaron hasta su departamento. Andrea, poco fiel a la compostura esperó a que él se estacionara y lo miró con aquel ademán atrevido que a veces usaba de manera involuntaria. –¿Eso quiere decir que eres un buen mentiroso? Ella enarcó una ceja y él se quitó el cinturón, pero no salió del auto. Por el contrario, quedó mirándola fijo. –Eso quiere decir que despiertas en mí un gusto extraño por complacerte. Sin importar lo que me pidas… –¿Complacerme? Bajo la mente de Andrea cruzaron un millón de pensamientos creativos, en todos aparecía ese chiquillo descarado utilizando dicha palabra en más de un sentido explícito. –En todo lo que me pidas… –Repitió, incrementando esos pensamientos– –Bueno, no puedo negar que esta noche me has sorprendido. Eres bastante astuto y pensante para tu edad, espero que no seas tan solo un chiquillo jugando a ser maduro. –Te aseguro que no… Ambos se observaron insistentemente por una brecha de segundos. Sebastian hubiera jurado que si pasaba un poco más de tiempo, se lanzaba a robarle un beso. Sin embargo, sabía que las cosas con Andy no iban a ser tan sencillas. –El miércoles…. –soltó ella de repente– –¿Eh? –La siguiente cita puede ser el miércoles después del trabajo. –¿Miércoles? –su mente se apresuró por reaccionar de inmediato– Entendido, el miércoles pasaré por ti aquí… Andy cambió de cara. –Tranquilo, yo te mandaré el punto en donde nos encontraremos. –Espero que seas alguien de palabra. Recuerda que esta vez me toca escoger a mi… Andy asintió. Debía estar loca, pero ya estaba concertando una segunda cita con un chico mucho menor que ella. Rió nerviosa al darse cuenta de que el muchacho junto a ella era un jovenzuelo, por mucho que se esforzara por demostrar lo contrario. –Bueno, entonces solo me queda agradecerte por la buena noche que pasé. Ha sido interesante… –Cuidate Andy y no olvides pasarme esa dirección. Ambos se despidieron, Andy optó por un recatado beso en la mejilla que Sebastian terminó por usar a su favor. Los labios de él terminaron muy cerca de la comisura de los de la rubia. Ella cerró los ojos embelesada y los abrió en cuanto se separaron. No dijo nada, pero a cambio se mordió los labios juguetona y le tomó la mano sutilmente antes de bajar. Ella sabía lo que hacía, tanta cercanía y contacto corporal volvía loco a un chico de esa edad. Corrió al interior del edificio. Vio a través de la ventana como el auto de Sebastian se perdía entre las calles a media noche y se sintió como una niña tonta, emocionada por una primera cita. Durante los días siguientes charló activamente con él por mensajes. La pantalla de su celular se encendía con cada mensaje suyo pese a que ella siempre trataba de hacerse la poco interesada o demoraba en contestar para darle ese toque de intensidad a la situación. “Espero con ansias el miércoles” Le había escrito luego de que ella le mandó la dirección del punto de encuentro. Una cafetería conocida a varias calles de su lugar de trabajo. Sebastian confirmó sus ganas de estar allí y lo ansioso que lo ponía. Sin embargo, el miércoles tan ansiado él nunca contestó el teléfono, tampoco llegó a la cita.
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