Capitulo 2

2100 Words
HyukJae Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.- el pastor leyó con entusiasmo, nuestra Santa Biblia. Todos quedamos en silencio, para reflexionar sobre lo leído, el como siempre nos dejó tiempo para eso y por si alguien quisiera agregar algo. Luego prosiguió. -El día de ayer ocurrió algo demasiado peligroso con dos de nuestras hermanas, que estaban intentando predicar la palabra de Dios. El mal del mundo siempre querrá evitar que Dios llegue a los hogares que aún no llegó.- levantó sus manos y nos pidió.- Que esto no los detenga, nosotros estamos para combatir al mal, para estar al servicio de nuestro Dios. Todos en el lugar aplaudimos. Era justo lo que había pensando la noche anterior : lo que había sucedido con Sora y Yuri, eran pruebas que les pusieron en el camino, ellas debían seguir predicando. La reunión terminó con una oración, y luego salimos todos al patio.  Fui como siempre a donde se encontraban mis padres, que hablaban con los señores Kwon. -Buenos dias.- salude a ambos mayores y ellos me sonrieron. -Buenos dias HyukJae.- dijo el señor. -¿Viste a Yuri?.- preguntó su madre. - Está con Sora, están hablando con el pastor.- les contesté, ya que si había visto a mi hermana y a mi prometida. -Aún sigo asustada por lo que sucedió ayer.- habló mi futuro suegro.- pero el pastor tiene razón , tienen que seguir pasando pruebas que le da el mal. -Yo espero que Sora se tranquilice con esto.- dijo mamá.- ayer cuando volvió a casa estaba muy asustada. - No es para menos, querida.- la madre de Yuri tomó la mano de mamá. Los más grandes siguieron hablando sobre la reunión, mientras yo escuchaba encantado. Quería llegar a ser tan sabios como ellos en un futuro. Una vez que el lugar quedó prácticamente vacio, Sora y Yuri salieron al patio, para que volvamos a casa. Sora tomó el brazo de mamá, y Yuri me miró sonriente. - Vamos, hija. -¿Puedo volver caminando con HyukJae?.- preguntó mi prometida a su padre. - La cuidaré.- le dije. -Esta bien, pero no tarden mucho. - No lo haremos. Los padres de Yuri se dirigieron a su automóvil, mientras mis padres con Sora, lo hicieron al suyo. Le hice una seña a Yuri para que comenzará a caminar, ella como siempre y como toda señorita, se sonrojó y con timidez, caminó. Al salir a la calle, la alcancé. Quería caminar a su lado. -¿Cómo estás?.- le pregunté. -Un poco mejor.- dijo.- ¿Tu?. - Me alegro que estés mejor, ayer estabas muy asustada. Yo estoy bien, ya que tu lo estas. -Eres muy tierno HyukJae. Le ofrecí mi mano y ella la tomó, entrelazamos nuestros dedos. -Lo soy contigo porque eres bonita, y te quiero. A pesar de parecer imposible, el color rosa de sus mejillas, aumentó. - Mañana iré a ver nuestra futura casa.- dije para cambiar de tema y que ella dejara de estar tímida. -¿Puedo ir?.- preguntó. Negué con la cabeza.- No, porque querrás cambiar algo, y pensé mucho para dejarla perfecta. Ella hizo un puchero involuntario. - Está bien. - No te pongas triste.- apreté su mano.- Ya verás que te gustará. - Está bien.- se resignó y sonrió. Realmente era agotador cuando ella quería imponer en nuestra relación. Era una de las imperfecciones de Yuri. -Puedes ir conmigo en la tarde al centro comunitario.- le ofreci.- me designaron para dar clases de la Biblia allí. - En la tarde debo enseñar también.- me informó.- Debo cumplir la mayor cantidad de horas antes de casarnos. Me detuve.- ¿Piensas dejar de enseñar la Biblia una vez casada?. Ella me miró sorprendida y con un poco de temor. Luego se avergonzó. -Yo.. -Yuri, la vida de casados no significa alejarse de Dios, mucho menos de predicar su palabra. -Perdon..- susurró. Solté su mano. -Deberias hablar con los ancianos, ellos te guiarán. -Si. -Vamos. No me gustaba ser duro con ella, pero debía tener alguien que la guíe y no se alejé de Dios. Muchas personas en mi pasado lo hicieron, y con ninguno de ellos tenía contacto. No me gustaba pensar que ellos ya no tendrían salvación, al menos que se arrepientan, pero eso no parecía suceder. Los ancianos ayudarían a Yuri, ellos eran sabios y quizás lo más fieles en nuestra fé. Ellos la pondrían en su lugar y la guiarian. Caminamos unos minutos más, hasta que llegamos a su casa. Nos miramos un momento, y su carita no dejó que siguiera enojado con ella. - En la mañana, antes de que vaya a mi trabajo, podrías ir a desayunar en casa. Su expresión cambió por completo.- ¿En serio? Asistí.- Pero promete que irás a hablar con los ancianos. -Si, si lo haré.- estaba emocionada. - Está bien.- me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla.- Nos vemos mañana entonces. -Nos vemos mañana.- con delicadeza, giró sobre sus talones y entró a su hogar. Con tranquilidad comencé a caminar, amaba hacerlo, mucho más cuando lo hacía solo, porque podía disfrutar del silencio, y de mis pensamientos. Me gustaba imaginar como cambiaría en unos meses cuando estuviera casado, como Dios mandaba, me gustaba imaginar como serían mis hijos y lo mucho que les enseñaria sobre nuestro señor, sobre la salvación.. me emocionaba pensar que criaria personas entregadas a el. Decidí desviar mi camino, y en lugar se ir a casa, iría al centro comunitario para conocerlo, y poder organizar todo para el día siguiente. No se encontraba lejos de casa de Yuri, pero si se alejaba bastante de la mía. Por lo que para que mis padres no me esperarán a almorzar, les envíe un mensaje de texto. Había estado mucho tiempo en contra de los teléfonos celulares, pero con el tiempo comprendí que eran útiles. El mal se hacía cuando se los usaba en exceso. Era día domingo, por lo que las calles estaban prácticamente vacías, siempre era asi, sea cual sea el tiempo que esté haciendo. Estábamos en verano, por lo que las temperaturas se elevaban cada día más; no me gustaba, porque era incómodo usar traje, lo bueno era que faltaba poco para que llegue el otoño. Llegué a la calle, pero no sabía muy bien de donde estaba. No había nadie como para preguntarle tampoco. No había ningún letrero tampoco que indicará donde era. Cuando me rendí, decidí golpear la puerta de una casa (la de la esquina) para preguntar. Aunque tardaron en abrir, agradecí que lo hicieran. Generalmente las personas tenían prejuicios hacía mi religión. Una señora me atendió. - Hola señora.- la saludé. - Hola.- me sonrió amablemente.- ¿Qué necesita?. -Disculpe la molestia, es que debo encontrar el centro comunitario, pero no estoy familiarizado con la zona. -Oh, sólo tienes que dar la vuelta aqui,  justo donde termina está casa, se encuentra su patio, por allí podrías entrar ya que la parte de adelante recién abre mañana. -Muchas gracias señora. - De nada.- ella estaba por cerrar la puerta, pero no la dejé. -Señora. -¿Si?.- ella abrió una vez más, y su atención se fijó en mi. - Mañana y en realidad todos los días de la semana, vendré a dar la palabra de Dios, si usted quisiera ir, estaría encantado de recibirla. -Oh suena bonito, pero yo no vivo aqui, es la casa de mi hijo. -Puede decirle a su hijo que vaya. - No creo que quiera ir. Pero a mi me interesa, es una lastima que no viva aqui. Me encantaban esas situaciones, porque una persona más parecía querer sumarse a nosotros. -Los miembros de nuestra congregación damos clases en  domicilios,  si usted me da su dirección podría mandar a alguien. Puede ser el día y la hora que usted disponga. - Me gustaría! Pero hay un problema. -¿Cual?. -Es que soy un poco problemática con las personas, y no me siento comoda con cualquier persona en mi casa.- ella miró fijamente a mis ojos.- ¿Podrías ser tu quien le enseñe?. -¿Yo?, si podría pero sólo los fines de semana.. -Los días sábados están bien, ¿Puedes a las 19?. - Si. -Anotare mi dirección, no es muy lejos de aquí, así que creo que no tendrás problemas. Ella entró a la casa y en cuestión de dos minutos ya tenía un papel con su dirección anotada. El nombre de la señora era SeoJuk. Luego de eso, me dirigí feliz al centro comunitario, y confiando en la señora, no fui a la parte de adelante, si no entré por la puerta de un costado, que estaba rota , así que no había necesidad de forzarla. Lo primero que me llamó la atención del lugar, es que no estaba vacio. Allí se encontraba un hombre jugando con una pelota de fútbol. El patio del centro era un piso de color gris, y tenía un aro de basket en el una de las paredes, debajo había una puerta, la que seguramente llevaría hacía adentro del centro comunitario.  Otras dos paredes en los costados, y le faltaba una cuarta, que en su lugar tenía unos arbustos, separando con el patio de la casa, donde había conocido a la señora. El chico pateó la pelota, y está golpeó unas latas apiladas, todas cayeron. -¡Buen tiro!.- exclamé y aplaudí. El hombre inmediatamente me miró, al parecer lo sorprendí. -Gracias.- contestó y fue por su pelota. -Debes practicar mucho para lograr eso.- observé. El se acercó hacía a mi, y aunque me costó reconocerlo, lo hice. -Un poco. -Oh, tu eres el chico de ayer.- dije. Frunció el ceño, sus ojos se movieron por mi rostro, y hasta que al parecer me recordó, suspiro. -Eres hermano de las dos chicas que fueron atacadas ayer ¿No?. -Hermano de una de ellas, la otra chica , Yuri es mi prometida. Asistió. - Muchas gracias por defenderlas.- dije sinceramente.- Si no hubiese sido por ti, algo malo... - No las dejes solas otra vez.- me interrumpió. Ya había dando a entender eso, pero esta vez el tono era otro, un poco menos enojado. - Las cuidaremos.- respondí. No quería entrar en discusión con el. - Mejor. -Oh, perdón no me presenté.- le ofrecí mi mano.- Soy Lee HyukJae. Tomó mi mano y le dio un ligero apretón antes de soltarla. -Lee DongHae. -Un gusto DongHae.- le sonrei.- Dime ¿Cómo hiciste para tirar todas las latas? -Solo.. práctica. -¿Puedo intentar?.- pregunté. - Puedes ensuciar tu traje.- miró mi vestimenta. - No importa, luego me voy a casa y me cambio. Encogió sus hombros, me entregó la pelota y fue a apilar las latas. Se hizo a un lado y yo coloqué el balón en el piso. Aquello me recordó a algunos días de mi niñez, cuando iba a la escuela y una de las materias era educación física, que en la mayor parte teníamos fútbol. Lo amaba, amaba ese deporte, pero para mi, servir a Dios era mucho más importante, y el deporte solo me quitaría el tiempo. Estoy agradecido de que los ancianos me hayan abierto los ojos. Dí unos pasos atrás y volví para patear con toda la fuerza que tenía. Obviamente no tire todas las latas, solo una de ellas cayó. Reí al ver aquello. -Supongo que necesito muchísima práctica. El chico solo negó con su cabeza y fue a colocar en su lugar la lata que se cayó. -¿Qué haces aqui?.- preguntó de repente.- No creo que hayas venido a jugar fútbol. Su pregunta sonaba a que le molestaba mi presencia allí, además de mostrar su rostro inexpresivo. -Solo vine a conocer. Mañana daré clases aqui y ayudaré un poco a las personas que vengan. -Vaya, dejara de estar vacío aqui, entonces. -Claro, y te aseguro que será para bien. -Ojalá. - Me costó mucho encontrar este lugar.- le conté.- decían que era en la calle de la vuelta, pero veo que no. Afortunadamente la mujer de esa casa me ayudó. Señalé la casa que estaba detrás de los arbustos. Abrió grandes los ojos. -Mierda.- exclamó. Tomo rápido la pelota.- Debo irme Al decir eso, quedé impresionado de lo que hizo. Salto muy alto esos arbustos y entró por la puerta trasera de esa casa. No entendí lo que acababa de suceder, pero tampoco era de mi incumbencia. Centre mi atención a ese patio, y como podría ordenar a las personas que vayan.  
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