Karol nos fulminaba con su mirada, una mirada tan cargada de desprecio y odio que, si pudiera, probablemente nos habría incinerado en ese mismo instante. Yo, sin embargo, no hacía más que sonreírle con sorna, disfrutando de su frustración. Estábamos exactamente en el mismo lugar de siempre, el lugar donde, en su momento, habíamos llamado a Rusther para que viniera a ponernos en orden, aunque claramente no lo habíamos hecho. Ella, como siempre, gruñía molesta mientras nos observaba, como si nuestras simples presencias pudieran realmente afectarla. Podía sentir su incomodidad a través de su cuerpo tenso, sus manos apretadas como si quisiera hacer algo, pero sabíamos que no lo haría. No contra nosotros. -La bruja le dio algo para que nuestra esencia no la afectara, por eso está cuerda -expli

