Papá no paraba de gritarle a los chicos, estaba rojo de coraje y faltaba poco para que emanara humo del enojo.
—¡Solo debían cuidarla! —Saca su arma apuntándoles —. Y ni siquiera eso pudieron hacer.
—Papá, basta —Me paro frente a él bajando su arma con mi mano —. Ellos no tienen la culpa.
—Baja los humos Natham, lo importante es que nuestra hija está bien.
—Pero no por ellos, ¿Te imaginas que hubieran logrado su propósito?
—No lo hicieron y como siempre te he dicho sé cuidarme sola perfectamente —Me mira fijamente y suspira —. No soy una niña papá, soy una mujer que sabe cuidarse sola.
—Entraron por la parte trasera, un punto ciego —Musita mi tío Tyler —. Debes calmarte Natham.
—Ya nuestros hombres están tratando de identificarlos —Dice mi tío Piero apareciendo en la sala.
—¿Algún
