Abrí la puerta con firmeza, el chirrido seco inundó el silencio del lugar. Sonreí con satisfacción ante lo que veían mis ojos
La habitación era un abismo de sombras. Las paredes, de un gris sucio y rugoso, estaban apenas iluminadas por una tenue bombilla colgante que oscilaba con un leve chirrido, proyectando sombras distorsionadas sobre el suelo de cemento manchado. Perfecta para aumentar su ansiedad en ese pequeño espacio de torturas, que sería el lugar donde tendría sus últimos momentos de vida.
A lo largo de las paredes, mesas metálicas alineadas sostenían una exhibición macabra de herramientas que yo misma me había encargado de escoger y elegir junto a Shiu.
Cuchillos de distintos tamaños con filos relucientes bajo la escasa luz, alicates oxidados con rastros de carne seca entre sus dientes, látigos enrollados y manchados, ganchos afilados y objetos de tortura cuya función parecía demasiado atroz para imaginarla, todos y cada uno de ellos un regalo especial de parte de Shiu.
Cadenas colgaban de un lado, junto con esposas abiertas, listas para sujetar a la siguiente víctima.
En el centro de la habitación, bajo la única luz directa estaba él, su cabello castaño estaba alborotado y empapado Pegaso a su frente por el sudor, se encontraba atado a una silla de madera vieja y astillada. Su pecho subía y bajaba de manera errática, cada jadeo entrecortado por el miedo. Su piel brillaba con una capa de sudor frío que empapaba su camiseta rasgada y llena de polvo y tierra, pegándola a su cuerpo tembloroso.
Sus muñecas estaban amarradas a su espalda, estaba ansiosa de ver las marcas rojizas en su piel, sus tobillos atados a las patas de la silla, impidiendo cualquier intento de escape.
Su respiración se tornaba cada vez más desesperada ante el sonido de movimientos, su cuerpo estremeciéndose con espasmos involuntarios.
El olor a miedo lo envolvía y eso solo me hizo sonreír sin más, pero, lo que más predominaba en el aire era un hedor más notorio: el de la orina caliente que se filtraba bajo sus pies, formando un charco oscuro en el suelo.
Puje una risa completamente divertida y fascinada, ¿Quién lo diría?, ¿Este mismo ser asqueroso que había provocado tanto dolor y sufrimiento, ahora estaba frente a mí, a mí total merced temblando cuál hoja de papel del miedo?
El silencio de la habitación era cortado solo por su respiración agitada
Cristian, sal.- pedí, él salto de la mesa metálica donde estaba sentado sin apartar la mirada de él, que, al escuchar su voz, tembló aún más de ser posible. Se removió con violencia en un intento estúpido por liberarse
Cristian se acercó a mí, rodeo mi cintura con su brazo apegándome a él, yo no apartaba la mirada de James. Quería grabarme cada segundo de su desesperación
El enterarme a cuántas personas había violado. Me repugnaba.
Y enterarme cuantas veces lo habían encubierto sus padres, que seguramente ahora mismo eran simplemente pedazos de carne carbonizada. Me repugnaba aún más.
Si necesitas algo, llámame.- dijo Cristian, movió su mano detrás de mí y encendió las luces de la habitación llenando cada rincón de esta de la luz blanca de los focos en las paredes que parecían reflectores que apuntaban directamente hacia él
Por supuesto. Pero, ¿Ya lo viste?, dudo que siquiera se atreva a mirarme a los ojos.- me burle, con un tono de satisfacción impregnado en cada palabra salida de mi boca
Palmee su pecho y me separé de él, luego, lo despedí con apuro
Por cierto, mi hermana me dijo que te dijera que trajo lo que pediste.- informo, mi mirada brillo ligeramente
Genial, dile que los mandé acá de inmediato.- tararee, en tono emocionado.
Los gemelos Harper Collins, Akisha y Atisha Harper Collins. Sus padres fueron asesinados por los padres del bastardo que tenía en frente, y su hermana menor, se suicidó luego de ser violada por el mismo bastardo que tenía en frente.
Investigando, me enteré. De alguna forma, la historia de Inisha Harper Collins me congelo la sangre, no pude evitar pensar en Fanny y en todo lo que sufrió ella esos meses al leer su historia.
No pude contenerme, y los llamé. Fue difícil, pero Ashly era muy eficiente en su trabajo
Escuché la puerta cerrarse detrás de Cristian luego de que saliera. Me acerqué a paso tranquilo a James, y le saqué de los ojos la venda sin ningún tipo de cuidado, le sonreí con inocencia mirándolo atentamente mientras tiraba la venda a sus pies
Sus ojos se abrieron de par en par al verme, y los espasmos que recorrían su cuerpo por el miedo se intensificaron aún más.
¿Creíste que tomando un avión te salvarías de mí?- tararee con dulzura mirándolo atentamente a los ojos, sus ojos café se tiñeron completamente de terror, solté una risita sumamente divertida al notar su expresión descomponerse cada vez más y su rostro moreno palidecer
Excuse me.- un tono ligero se escucho luego de que la puerta se abriera, me separé de James para voltear a ellos.
Ambos, uno al lado del otro hombro a hombro. Usaban camisas negras de vestir y pantalones jeans azules, sus zapatos blancos elegantes, sus pieles pálidas por la falta de som. Sus cabellos rojos zanahoria, con pecas cafés llenando sus Mejías
Eran Dos gotas de agua ,lo que los diferenciaba. Es que Akisha tenía ojos verdes como su madre y Atisha tenía los ojos azules como su padre.
Y ni hablar de la pequeña Inisha, ella tenía un ojo color verde y uno color azul, con su cabello bicolor entre rojo y n***o. Era una belleza exótica sin lugar a dudas.
Y la razón por la que el bastardo hijo de puta que tenía atrás se había "interesado" en ella.
Es un placer al fin conocerla, Mandamás Freschus.- saludo Atisha con un acento notable de su inglés marcado en su español, su mirada paso de mi hacia a James que cada vez sus temblores aumentaban, las miradas de ambos se oscurecieron notablemente y sonrisas torcidas dibujaron sus labios
Realmente creíamos que era un f*****g broma.- la sonrisa en el rostro de Akisha aumento
Jamás me atrevería.- me acerqué sin dudarlo a ellos, entendí mi mano a casa uno
Tres años tratando de atraparlo. Y, aquí lo tenemos- saboreo las palabras, soltó una risa, me miró- ¿Cómo podremos pagar está preciosísima muestra de generosidad?- agrego, tomando mi mano y besando mis nudillos, sonreí
Solo, háganlo sufrir. Mucho- tararee, los sollozos de James fueron aún más notorios, llamando la atención de ambos pelirrojos
Realmente me hubiera encantado torturarlo yo, pero, lo que esté bastardo me había hecho era nada. Con lo que le hizo a la pequeña Inisha, su primera víctima. La más atroz de todas... De tan solo pensar en ello se me revolvía el estómago y se me congelaba la sangre
Tenía solamente cuatro años... Una vida por delante, un futuro prometedor... Unos ojitos llenos de vida, vida que se le fue arrebatada sin piedad por culpa de un asqueroso enfermo.
Estaremos en deuda con usted, mandamás.- ronroneó Atisha acercándose a las mesas metálicas
Venguen a su pequeña.- dije, mirándolos atentamente
"Venguenla como a mí me hubiera encantado vengar la inocencia de mi pequeña.", agregué para mí misma.
Les sonreí y me despedí de ellos, dejándolos a solas con James Brown, lo que hicieran con él no era mi problema ahora. Pero, si que me encantaría ver sus restos desperdigados.
Un notorio grito de agonía retumbó en el pasillo, mi mirada brillo con curiosidad. La puerta estaba cerrada y la habitación era insonora. ¿Como habían empezado para hacer escapar tal sinfonía de sufrimiento?, luego les preguntaría y tomaría apuntes al respecto.