Kevin miró el plato con aprecio, su estómago gruñendo en adelanto. —Se ve delicioso —comentó, su voz llena de antelación. Podía oler el aroma picante de la salsa y el queso derretido, y su boca se hacía agua. Karina sonrió, pero luego añadió una advertencia, —Ten cuidado, está picante. Los chilaquiles pueden ser bastante fuertes si no estás acostumbrado. Kevin sonrío, su sonrisa amplia y segura. —Tranquila, yo puedo con lo picante —aseguró, su tono lleno de confianza. Había crecido comiendo alimentos picantes, y estaba emocionado por probar la versión de Karina de los chilaquiles. Y así, mientras la noche caía sobre la ciudad, Kevin y Karina compartieron una cena juntos, disfrutando de la compañía del otro y de los deliciosos chilaquiles que Karina había preparado. Mientras la noche ava

