Aurora tuvo que hacer de tripas corazón y escuchar a su amiga enamorada. Sentía vergüenza por lo que le estaba confesando. Jamás se imaginó que precisamente ella, fuera la que hablara sobre amor. Jessica siempre comentó que Noah era un ser despreciable y justo antes de la operación dijo lo mismo. Nunca hubo palabras bonitas para ese hombre, así que le resultaba un poco extraña la situación ahora.
—No sé, pero siento que él cambió de actitud después del accidente. Me escribe y me pregunta cómo estoy. Está pendiente de mis padres y siempre envía a Sebastian a traernos comida. Esos pequeños detalles marcaron la diferencia y se instalaron en mi corazón —su voz era melosa y aunque Aurora quería estar feliz por ella, no podía.
—Sabes que eso puede ser admiración. Normalmente, cuando un policía, militar, médico o bombero rescata a alguien, la persona siente que lo ama, pero realmente es gratitud. Tal vez lo que sientes por él sea eso —su amiga la miró, pero no le importó lo que dijo.
La única explicación a esa extraña situación en la que Jessica la ponía, debía ser eso. Aurora no quería que su amiga cuando se recuperara, perdiera el trabajo. Ella sabía que era temporal, pero Jess no.
—No digas lo mismo que mi madre. Noah es un buen tipo y está más cariñoso. Tengo tiempo trabajando con él, así que no me digas que lo conoces más que yo —atacó la pelirroja. Aurora alzó las manos en son de paz y decidió no volver a mencionar eso.
Su atención es robada por unos girasoles que había en la ventana de la habitación. Ella realmente amaba ese tipo de flores. Le recordaba su hogar, así que antes de darse cuenta ya se encontraba admirándolos y tocándolos.
—Los trajo Noah, pero no me gustan —y esas fueron las palabras perfectas para que se alejara de ellos.
—¿Cómo harás con Damian? Él no quiere una madre y es bastante difícil ganarse la confianza del pequeño. ¿Te pusiste a pensar que si eres novia de su padre tienes que convivir con el niño? Me refiero a convivir sin ser su niñera, Jess —ella se gira a verla, pero el rostro de confusión de su amiga le respondió antes.
Jessica no lo había pensado. Ella siempre estuvo deslumbrada por la fortuna de Noah. Envidiaba algunas veces lo que él tenía, pero trataba de disimularlo. No se llevaba mal con Damian, pero tampoco era su persona favorita.
—Es un niño difícil, Aurie. A veces no come y tiene muchas alergias. Un día quise hacer galletas con él, pero se molestó tanto porque no pude explicarle bien y tiró todo al suelo. La señora Gabriella me regañó tanto ese día que lloré toda la noche. Lo bueno que eso fue un viernes y al día siguiente no tenía que dar explicaciones —se quejaba, ante aquel recuerdo.
Aurora se sintió molesta por la manera en la que Jessica hablaba de Damian y la poca atención que le prestaba a la información que le daban.
—Jess, Damian no tiene muchas alergias. Tienes que haberle hecho algo para que él reaccionara así. Sé que es un pequeño bastante complicado de cuidar, pero no es...
—Damian es malcriado, Aurie. ¿Se te olvidó que la niñera soy yo y tú eres la sustituta? —la mirada que le estaba dando Jessica la sorprendió. Era la primera vez que lo hacía, pero se sintió mal.
¿La estaba retando y recordando de quién era el trabajo?
—No, no lo he olvidado. Solo quería hacerte entender que si te conviertes en novia de Noah, tendrás que lidiar con muchas cosas —le dio una sonrisa y se alejó de los girasoles.
Volviendo a su asiento, vio cómo Jessica se emocionó al recibir un mensaje.
—Si esto no es amor, ¿Entonces dime qué es? —le muestra la pantalla con un mensaje de Noah, preguntando si estaba bien.
No quiso quitarle la ilusión a su mejor amiga, así que se limitó a sonreír con fingida emoción. Una mentira más, no le hará daño a nadie.
—Supongo que está interesado en ti —mintió, pero sabía que Jess se daría cuenta en un par de días sobre la realidad. Ninguna de las dos era tonta y su amiga tenía más experiencia en esto, así que ni modo.
—Tienes que ayudarme a conquistarlo, Aurie. Tú ahora estás en la casa y serás mis ojos mientras no estoy allá. Debes decirme todo lo que haga y le guste, para preparar mi nueva confesión y cuando salga de aquí hacerla. Tal vez me convierta en la nueva señora O'Brien —y en ese momento, la rubia recordó un poco lo que Noah dijo la noche anterior sobre su esposa.
«Ella murió en un accidente hace algunos años», su voz no había sido para nada nostálgica y no tenía ni una pizca de sentimiento.
—¿Cómo murió la señora de la casa, Jess? Tengo entendido que fue en un accidente, pero nadie suele mencionar nada ni siquiera por error —preguntó, por pura curiosidad y sin intenciones ocultas.
—Un accidente de tránsito en la ciudad. Noah siempre discutía con la esposa, pero parecían tan amorosos después, que nadie creía que tenían problemas. Fue hace dos o tres años, pero hubo rumores entre los empleados que la señora le pidió el divorcio a Noah porque la golpeaba, pero el más creíble fue que la esposa fue descubierta siéndole infiel a Noah. Por esa razón pidió el divorcio, pero nadie sabe si se logró o fueron verdad los rumores. El accidente fue muy rápido y nadie supo más nada porque despidieron a los empleados —admitió su amiga.
—Vaya... Eso es bastante fuerte... —murmuró y entendió algunas de las actitudes de su jefe.
Lo único que realmente lamentaba es que su mini jefe, tuviera que sufrir la muerte de su madre siendo tan pequeño.
[...]
Aurora duró un rato más en el hospital, hasta que Noah la llamó porque Damian quería verla. Ambos fueron a buscarla a la habitación de su amiga, pero ninguno entró. Al inicio Jessica se había enojado, pero no podía hacer nada. Ella debía ganarse el afecto de sus jefes y de alguna manera, Aurora se había involucrado como su cupido.
Noah y Aurora estaban molestos el uno con el otro. Primero, ella no podía creer que él se hiciera el ofendido, cuando la regañada fue ella. Y él, no podía creer que ella no dijera ninguna palabra, después de haber discutido. Los dos estaban metidos en su mundo, haciendo el ambiente cada vez más tenso.
Sebastian, el guardaespaldas de Noah, no sabía cómo hacer para que le prestaran atención a Damian. El pequeño quería escuchar canciones, pero no sabía si podía poner música en el auto. Solo esperaba que los próximos cuarenta y cinco minutos transcurrieran lo más rápido posible.
—Sebastian, disculpe, ¿me puede dejar en una parada de taxi? Es mi día libre y no iré a la mansión hasta mañana —el filoso silencio fue roto por la voz de Aurora.
Noah se enojó al escucharla, porque para eso sí podía hablar, pero para defenderse y discutir con él, no.
—Sebastian, si yo no te digo a dónde vamos, tú no tienes por qué detenerte —intervino, haciéndola enojar mucho más.
Sentía satisfacción al verla así, pero necesitaba que ella hablara y dijera qué era lo que sentía. Sabía perfectamente que se lo había prohibido, pero también estaba seguro de que Aurora no podía cumplir su palabra. Durante la ausencia de la rubia, él se sintió tan culpable, que escuchó los consejos de Sebastian, pero tenía años de no tener a alguien que se enfrentara a él sin sentir miedo, y eso le parecía todo un reto ahora.
Noah se sentía adolescente con tantas confusiones que se le estaban avecinando.
—¿Papi, por qué Aurie no va a la casa? —su hijo llamó su atención.
—Porque es su día libre, hijo. Vendrá mañana en la mañana. Será puntual y estará aquí para el desayuno —la miró de reojo.
—Debe ser que tengo un cohete... —murmuró, pero Noah logró escucharla.
No estaba enojado, pero se sentía cabreado. Sentimientos encontrados y molestos. Si era necesario beber cloro para matar cualquier cosa fuera de sus límites, lo haría.
No permitiría que una mujer entrara a su vida a dañar su paz.
—¿Aurie, papá no te paga? Yo tengo dinero. Le diré a Gabriella —la mirada de Aurora se suaviza al verlo. Ella acaricia la rubia cabellera de su pequeño jefe y le sonríe con amor.
«No sonrías», pensaba Noah mientras la veía sin disimulo.
—Debo ir a casa a lavar la ropa y a buscar más. También debo limpiar y por esa razón me voy un día, pero prometo traer un regalo. Así que espero que no me extrañes mucho —Damian tomó la mano de Aurora y vio a su padre con seriedad.
—Iré con Aurie a su casa. Es peligroso salir. No quiero ir contigo si ella no viene —su voz era firme y segura.
Noah alzó una ceja y lo miró incrédulo. Primero Aurora y ahora su propio hijo le llevaba la contraria.
—Te irás desde mi casa a tu casa. Sebastian, directo a la mansión y fin de la discusión —le ordenó.
—Pero desde su casa... —la mirada de Noah la hace callar, cosa que la hizo cabrear tanto, que solo pudo cerrar su mano libre y hacerla puño, sin que se diera cuenta.
—Pero yo quiero ir con Aurie a su casa. ¿Me das permiso, papá? —Damian le pedía con voz firme.
—¡Dije que no vas! —su respuesta rotunda, hizo que los ojos de su hijo se llenaran de lágrimas.
—¡Te odio, ya no eres más mi papá! —se abalanzó hacia su niñera a llorar.
El corazón de Noah dio un vuelco y sintió cómo el aire de sus pulmones se escapó. Aurora sintió vergüenza al tener que estar presente en esa situación y ser la causante de la discusión, pero no podía hacer nada.
Sentía un alivio al ver la cara de arrepentimiento de su jefe al ver a su hijo llorar, pero lo que no sabía Noah es que Damian había aprendido a fingir llorar para lograr lo que quería.
Su pequeño revoltoso era un manipulador y sacaba lagrimones lastimeros para hacer sentir culpable a los demás.
Pero eso no tenía por qué saberlo Noah. En estos momentos, Aurora agradecía haber descubierto el secreto de Damian.