Capítulo 3. La nueva niñera.

1663 Words
Una de las noches más largas, había tenido Aurora, no solo por la cirugía de su mejor amiga, también por la decisión de tomar el empleo que el jefe de Jessica le había ofrecido. El miedo pasaba a segundo plano, cuando la necesidad le estaba respirando en la nuca. La dirección de la compañía en la que trabajaba Noah estaba ubicada en una de las mejores zonas de Londres. Justo ahí, ella se dio cuenta de lo imponente que sería ese nuevo trabajo. Jessica le había dado algunas indicaciones de cómo llegar al lugar, ya que era una zona que ni ella ni su ex novio, que era rico, o eso es lo que él creía, hubiesen podido pisar. Después de tomar una gran bocanada de aire y armarse de valor, decidida, lee una vez más el nombre de la empresa y entra en busca de Noah. Cars Tecnology era una de las compañías más importantes de Europa. Eran los principales creadores de los autos que se manejaban automáticamente. Muchas veces, su antiguo jefe quiso intentar ponerse en contacto con el presidente de la empresa, pero siempre fue rechazado, ya que no tenían la posición adecuada para poder entablar una relación laboral amistosa. Por supuesto que Aurora tenía miedo, sus manos sudaban y el corazón le palpitaba con rapidez, como el día anterior, cuando Noah le había ofrecido el puesto. Ella necesitaba el dinero y era lo único que su mente repetía una y otra vez. Una amable secretaria la llevó a la oficina de Noah. Por primera vez no la miraron mal y sí, él la estaba esperando. Tres toques en la puerta y una respuesta de una voz gruesa le indicaron que podían pasar. —Me alegra verte en la mañana de hoy —Noah señalaba el asiento frente a su escritorio. La secretaria se retira después de servirles jugo y Aurora solo podía intentar mantener sus nervios calmados. —Lamento la demora, pero he venido debido a la propuesta de ayer. Lo he pensado un poco mejor y he decidido tomar el trabajo como niñera —él escuchaba atentamente las palabras de Aurora, no era un hombre que sonriera frente a otras personas que no fueran su hijo, pero le alegraba saber que ella estaba aceptando ser su empleada. —Algo me decía que te vería aquí el día de hoy. El contrato está hecho y ha sido elaborado por mi abogado. Necesito tu documento de identidad para agregarlo y poder imprimirlo. De esa manera tendrá validez y podrás firmarlo —el cuerpo de Aurora se tensó, con solo escuchar lo que Noah le pedía, si ella entregaba ese documento y la buscaban por el sistema, saldría su nombre y la nota de su antigua empresa donde había sido despedida por robar dinero. Ella, guardando la calma, le da una sonrisa forzada para empezar a mentir. Aparentemente, ahora eso también sería su nuevo trabajo. —No fui anoche a casa y lo he olvidado. Normalmente es Jessica la que se encarga de conseguirme las cosas cuando las paso por alto, pero puedo ir ahora mismo a casa y buscarla. Está un poco lejos, así que solo debe esperarme un poco. De verdad, lo siento mucho... —ella esperaba que Noah creyera en sus palabras, sabía perfectamente la urgencia del hombre que tenía enfrente. Jugaba con sus dedos mientras esperaba una respuesta y rogaba a los cielos que por primera vez, alguien confiara en lo que decía. Aunque fuera mentira. —Bueno, no se puede hacer nada. Nada más quería anotar tu nombre y apellido en el documento. Solo dímelos y así poder imprimir esto para que lo firmes —él la miró fijamente y no notó nada extraño en ella. Parecía completamente diferente a la loca que lo había enfrentado en el hospital el día anterior. —Aurora Miller —no podía cambiar su nombre porque Jessica ya los había presentado, pero por lo menos, su apellido no lo diría. Solo esperaba que nadie la reconociera cuando la vieran y aunque no era famosa por su apariencia, con solo decir quién era, sabrían la historia. —Vale, entonces eso sería todo —lo vió teclear en su laptop y la impresora empezó a sonar, él se levantó a tomar los papeles y después de revisar una vez más, se los entregó. —Me da un poco de vergüenza, pero para aceptar completamente el trabajo, ¿podría recibir el salario de mi primer mes? —tragó grueso, después de hacer esa solicitud, y aunque no esperaba que él aceptara, igualmente lo hizo. —No veo problema. Le diré a mi secretaria que le dé un cheque con su salario. Ya después las transferencias las recibirás de mi cuenta personal. Como ya está todo en orden, hoy empiezas a trabajar como niñera. Se te dará un documento con toda la información de mi hijo. Debes estar muy alerta con sus alergias y gustos. Hoy iremos juntos a buscar a Damian al colegio. Te enseñaré el camino para que después vayas tú sola —le informaba mientras Aurora firmaba el contrato. —Vale, agregaré el camino a mi GPS —cuando alzó la vista, sintió un poco de temor, al verlo a los ojos. Ya no había vuelta atrás. —Aurora, una cosa más. Mi hijo tiene cinco años, pero no es tonto. Así que, si llego a escuchar a Damian quejarse de ti, hasta ese día trabajas para nosotros. ¿Entendiste? —no quería causarle miedo a la nueva niñera, pero era necesario que supiera que lo único importante para él ,era su hijo. Aurora asintió y tragó grueso... solo serían unos meses. [...] Noah hizo que Aurora esperara hasta la hora de salida de Damian. Ella desde el momento que firmó el contrato, se convirtió en propiedad de su hijo. Viviría por él y su seguridad sería primordial. Muchas veces se recriminaba por ser tan extremista, pero nadie era más importante que su hijo. Era pasado el mediodía y ya los dos estaban esperando a que la maestra saliera con el pequeño. El camino hacia el colegio fue bastante silencioso, Aurora se la pasó leyendo el documento con la información de Damian y por un momento se preguntó cuándo podría ir a buscar su ropa. —¡Papi, viniste! —Damian salió corriendo a abrazar a su padre, ya se había acostumbrado a verlo algunas veces en el día. —Sí, campeón. Hoy almorzaremos juntos en casa —Noah se agachó para recibir el abrazo de su hijo. El pequeño vió a la castaña parada frente a su padre y rápidamente supo lo que ocurría. —No la quiero. Ella es fea. ¡Quiero a Jess! —su nuevo jefe la había rechazado. Noah se giró a ver a Aurora, que tenía cara de sorpresa por lo que su hijo había dicho. En ese momento él quiso reírse, pero se aguantó y se puso de pie. —Jessica está enferma, Damian. Ahora Aurora estará cuidando de ti hasta que ella mejore —y como si eso fuese un detonante, su pequeño hijo rompió en llanto en todo el camino para subir al auto. Aurora se sintió un poco mal por lo sucedido y vio cómo Noah se había incomodado, ella se sentó al lado de Damian y el musculoso padre empezó a conducir para ir a casa. No tenía mucha experiencia cuidando niños, además de la de su sobrina, cosa que tampoco fue una tarea fácil. Ella solo podía mirar al pequeño, que le salían grandes lágrimas mientras hacía pucheros. Le pareció un niño adorable y sí, llorón igual a su sobrina. Por esa razón, decidió ganarse su confianza. —¿Quieres que veamos cuántos autos de colores hay en la autopista? Oh, ya empezamos... Hmm, ese color creo que es verde —era el juego favorito de su sobrina, y por lo menos, intentaría hacerlo sentir bien. Aurora no quería seguir viéndolo llorar. —Ese no es verde, era rojo —respondió el pequeño, dejando de llorar. Su corazón se sintió aliviado y escuchó el carraspeo de Noah al volante. Lo había logrado y estaba feliz que esa equivocación de colores lo hiciera calmarse. Media hora después, mansiones que jamás en su vida creyó que podría ver, empezaron a aparecer frente a sus ojos. Kensington era el barrio más lujoso de todo Londres. Las mansiones parecían palacios con hectáreas muy grandes. Aurora sabía que Noah era una persona con dinero, pero esto le demostraba que ese hombre era muy rico. —Hemos llegado a casa —les informa Noah, cuando le abre la puerta a Damian, el pequeño le da una mirada brillosa a Aurora, se baja del auto sin dirigirle la palabra y se va corriendo a su casa. —Voy a tener que anotar en mi GPS este lugar también. ¿Puedo ir a mi casa a buscar mis cosas? No sabía que empezaría a trabajar y no tengo nada aquí conmigo —él se detiene y mira a la chica. Era verdad que no tenía nada. Ahí solo estaba preparada la habitación que ella usaría, pero eso sería todo. —Bien, pero no te demores porque tengo que volver al trabajo. Gabriella es la ama de llaves. Cuando regreses, pregunta por ella para que te dé tu almuerzo —dice y termina de entrar a su casa. Aurora miró todo a su alrededor y le pareció un sueño. Podría decirse que es Cenicienta en este palacio. No logra ver a los vecinos porque hay un jardín tan enorme, que le tomaría una hora, si caminara hasta la entrada. Suspiró y después de recordar el brillo de los ojos en Damian, supo que había sido un éxito su intento de hacerlo divertirse. Pensó que fue algo pequeño, pero significativo y se dió cuenta de lo mucho que se parecía a su padre. Ninguno de los dos mostraba sus sentimientos. Después de mucho tiempo, no fue una mala mañana.
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