Capítulo 9: Desastre.

1979 Words
Aurora y Noah disfrutaron de una cena tranquila sin mucho drama. Se dieron cuenta de que ambos tenían mucho en común. Al parecer, la muerte de la señora de la casa lo había afectado tanto, que no podía aceptar a nadie en su vida sin antes haber investigado hasta lo más mínimo. Aurora desconocía las razones de que él fuera de esa manera. Solo creyó que ese hombre era muy protector con su familia. Tenían los mismos gustos en comida y música. También eran personas a las que les gustaba estar en casa y disfrutar de los pequeños detalles. Aurora se sintió intrigada al ver lo suelto que era su jefe. En ningún momento le pareció mal hombre y las palabras que le había dicho la noche anterior no dejaban de hacerle ruido en su mente. «¿Qué pasaría si Noah se hiciera su enemigo?», pensaba, mientras se terminaba de peinar. Ella sabía que él tenía dinero y poder. Más no sabía qué tanto y mucho menos qué podía hacerle. Tenía miedo, por supuesto que sí. Aurora le había mentido y si él consideraba que eso era traición, podría ir presa o, quién sabe qué cosa. —Eres puntual —la voz de su jefe la obligó a despejar su mente para volver a la realidad. —Sí, es que tengo muchas ganas de ver a Jess. ¿Damian estará bien si te vas conmigo? Como es el día libre para ustedes —preguntó, caminando con él hacia el auto. Ambos habían decidido empezar a tutearse, para hacer las cosas menos complicadas. —Mi hijo tiene clases de defensa personal en la mañana. Creo que lo han puesto en el informe que te he dado hace unos días. Así que no afecta que estemos ocupados en otras cosas hasta la tarde —le informó, abriendo su puerta. Sebastian, quién era su chófer esa mañana, se sorprendió al ver a su jefe abriendo la puerta del auto. No porque Noah no fuera un caballero, pero normalmente era enviado por su jefe a interactuar con sus empleados. Noah odiaba hablar con los nuevos, de hecho, rara vez se comunicaba con la anterior niñera de Damian. —Lo siento, en el documento solo hay información hasta los viernes. No hay nada que me diga sobre las actividades de los fines de semana. Por esa razón he preguntado —se disculpó, subiendo al auto. Noah siguió su camino, pero no fue hasta sentarse a su lado que decidió hablar. —¿Sebastian, por qué ella no tiene el itinerario de Damian completo? Creí haberle pedido a Gabriella que lo hiciera —estaba molesto, odiaba que sus empleados no hicieran las cosas correctamente. —Porque el documento de la señorita Miller es el mismo que le dio a la señorita Jessica. No pidió agregar más información. Usted pidió que se le diera ese porque no era necesario que ellas supieran más nada, señor —respondió su guardaespaldas, mientras salían de la mansión. Noah se sintió idiota porque eso era verdad, pero tal vez, como la noche anterior en donde Aurora y él se acercaron un poco más como empleada y jefe, creyó que podía confiarle esa información. Él se giró para mirarla y la detalló sin tener ningún tipo de disimulo. Esa rubia era diminuta ante él. Era tan pequeña, que sabía que en cualquier momento se podía quebrar. No era delgada, estaba bien proporcionada, pero su tamaño le hacía juego a su voz. Era una voz fina, bonita, que parecía de cuentos, pero sabía que en cualquier momento se volvería chillona. Noah sonrió abiertamente al predecir ese momento. —¿Todo bien conmigo? —la confusión en sus ojos le causó gracia y por un par de segundos, adorable. Maldijo internamente al recordar que todas las mujeres mienten y solo quieren acercarse a él por su dinero. —Hubiese sido mejor que te esperaras hasta mañana para visitar a Jessica. No puedes salir sin guardaespaldas y yo no puedo acompañarte a todos los sitios que tú quieras —fue sincero en lo que dijo, estaba preocupado por la seguridad de la chica, pero sus palabras no fueron precisamente agradables. —Yo no he pedido que me acompañe al hospital. Pedí permiso para irme ayer más temprano y no obtuve ninguna respuesta. Tampoco me informó sobre un guardaespaldas. No lo necesito a menos que sea cuando esté trabajando en la semana —ella no sabía el motivo del cambio de actitud de Noah, pero parecía enojado y la culpable estaba sentada a su lado. —Trabajas para mí, Aurora. Soy un hombre importante y tú tuviste dos accidentes en un día. Necesitas un guardaespaldas. No tienes que saber todo lo que yo haga. Simplemente lo aceptas y ya —su ceño se frunció al verla alzar una ceja. —No puedo ir al hospital el domingo porque debo regresar a la mansión. Así que sí o sí, debía ir hoy. Nadie me conoce a menos que esté con Damian. Yo ni siquiera le estoy pidiendo explicaciones sobre lo que usted hace. Estoy diciendo que no me dio permiso para salir en mi día libre y por esa razón está aquí. No lo obligué, usted vino porque quiso —se mordió la lengua, al ver la manera en como le había hablado. Aurora era una mujer tranquila y rara vez decía lo que sentía, pero esta persona se la estaba poniendo difícil. —¡No te pudiste esperar hasta el domingo! ¿No podías ir el próximo fin de semana? Un desespero por estar sin nadie que te cuide. ¿Acaso no te da miedo salir lastimada estando sola? —su mandíbula se tensó al verla tan tranquila. Sentía rabia al verla relajada mientras él tenía que esperar respuestas de quién estaba detrás de su familia para lastimarlos. —¡Es mi día libre y nadie me conoce! —se defendió, mirándolo fijamente a sus ojos. —Detén el auto y bájate, Sebastian —le ordenó a su chófer. —Estamos en medio de la autopista... —¡Que detengas el maldito auto, j***r! —le gritó al hombre, interrumpiéndolo, logrando que Aurora se asustara. Sebastian hizo lo que se le ordenó, ante la atenta mirada de Noah. —Esto tiene que ser una broma… —murmuró ella. —No lo voy a volver a repetir, Aurora. Lo dejé pasar muchas veces porque eras nueva, pero no me gusta que me interrumpas, no me gusta que me contestes, no me gusta que me lleves la contraria. Eres la niñera de mi hijo. No tienes derecho a nada. He sido muy tolerante a tus faltas de respeto, pero es suficiente. Esto lo hice porque Jessica era mi empleada y le tengo un leve aprecio. Además, estoy agradecido de que salvaras a Damian, pero no tienes derecho de llevarme la contraria cuando yo tengo la razón, te guste o no —cada palabra la dijo con rabia. Le molestaba que ella lo sacara de sus casillas sin darse cuenta. Odiaba que lo hiciera sonreír o pensar que ella era adorable. —¿No vas a responder? —le preguntó, acariciándose su pulgar porque estaba cabreado. —No me había dado permiso para hacerlo, señor, pero sí, todo me ha quedado muy claro —Aurora tenía un nudo en la garganta, quería llorar de impotencia por no poder decirle todo lo que sentía en ese momento. Al final del día, Noah y Alexis no eran tan diferentes. —Qué bueno que entiendes rápido —y la culpa se instaló en el pecho de Noah, pero él no quería sentir y era mejor que las cosas sucedieran así. Noah se cortaría los dedos antes de volver a entregar su corazón a una mujer. [...] Una hora les tomó llegar al hospital. Nadie volvió a dirigirse la palabra en todo el camino. Noah iba revisando su trabajo y Aurora miraba por la ventana, pensando en quién sabe qué cosas. Sebastian ni pudo poner música para quitar el ambiente tenso que se creó entre ellos y los tres agradecieron cuando pudieron bajarse del auto. Un martirio, fue la palabra perfecta que encontró Aurora para definir el momento. —La habitación de Jessica fue cambiada a una VIP. Solo sus padres y tú tienen acceso directo a ella. Si ves a algún paparazzi, debes informarme —Noah le estaba explicando las cosas, mientras caminaban por el pasillo del hospital. —Perfecto. Estaré un rato aquí y volveré a casa en taxi. Muchas gracias por haberme traído, pero puedo regresar sola. No quiero incomodar más, señor —ella prometió no volverlo a tutear y mucho menos volver a llevarle la contraria. Sus palabras nunca importan al final del día. —Te dije que... —Aurora se detiene, agarrando el brazo de su jefe sin darse cuenta. Noah mira lo que hace y después sigue la mirada a lo que se llevó la atención de su empleada. Ella no podía creer que, de todos los lugares del mundo, Alexis tenía que estar en el mismo sitio que su amiga. Él no podía costearse el ingreso al hospital porque sí, tenía dinero, pero una noche de hospitalización le costaría la mitad de lo que valía su empresa. —¿Aurora? —ella escuchó la voz de Noah y apartó la vista de Alexis, para darse cuenta de lo que estaba tocando. —Oh, por Dios, lo siento… —se disculpó, y quitó su mano del brazo de Noah como si su tacto le diera asco. Obviamente, eso a su jefe le molestó. —La habitación de Jessica es esa. Te veo en lo que termines aquí. No irás sola a casa —le informó con desagrado para después irse. Ella no iba a discutir más, el corazón le latía con fuerza y al mirar al sitio en donde antes estaba Alexis con una enfermera, se dio cuenta de que ya había desaparecido. La vida no le podía ser tan injusta y ponérselo en el camino otra vez. [...] Aurora no prestó atención a todo lo que su amiga le decía. Su mente había sido nublada entre los recuerdos de Alexis y las cosas que le había dicho Noah. Estaba preocupada por ser descubierta y sabía que, si ella y Alexis se encontraban, eso sería su perdición. —¿Aurie, qué pasa? Tengo más de media hora hablando sola. ¿Acaso Noah se ha portado muy mal contigo? —su amiga estaba preocupada también. Sabía que Aurora soportaría en silencio todo lo que le hicieran y ella no quería eso. —Fue una semana difícil, Jess. Eso es todo —se excusó. Era otra mentira. Una más para el montón de las que tendría que decir para mantener su farsa. —¿Noah ha sido muy malo contigo? Tranquila, él siempre es así al inicio, pero debes darle una oportunidad. Tiene muy mal carácter, pero creo que eso fue lo que me llevó a enamorarme de él... Esas últimas palabras llamaron su atención y se giró a verla sorprendida. —Pero si me dijiste que él tenía muchos defectos por su personalidad. Que era mala persona y todo eso, Jessica —el asombro de Aurora seguía sin desaparecer. —Lo dije porque es verdad, pero también es verdad que me enamoré de mi jefe. El día que tuvimos el accidente esperaba confesarle mis sentimientos, pero he perdido la oportunidad. Así que esperaré un poco antes de volver a intentarlo —la emoción en sus palabras se instalaron en el corazón de Aurora, pero con el sentimiento de culpa. Se sintió extraña porque probablemente le arruinaría una futura relación con Noah a su amiga y también perdería su trabajo. «Bravo, Aurora. No conforme con dañar tu vida, vas y estropeas la de otras personas», pensó, viendo a Jessica hablar de cómo se había enamorado de Noah.
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