La sangre corría por todos lados y la nariz de aquel hombre estaba más torcida que la cola de un cerdo. Víctor solo tenía unos cuantos rasguños en sus nudillos y esto poco le importó.
— ¡No le vuelvas a faltar el respeto de esa manera a mi hermana y a mi novia! — Gritó furioso — ¡Te enseñaré a respetar a las mujeres!
Tanto el señor Sandemetrio como Finn, intentaron detenerlo. Miré que los esfuerzos de ambos hombres eran inútiles y tuve que ponerme de frente.
— ¡Basta! — Víctor me miró sorprendido — ¿Acaso no te das cuenta lo que estás haciendo? Tu hermana se encuentra temerosa y yo también, pero alguien tiene que detenerte.
— Es que ese tipo… — Víctor recordó y se puso furioso — ¡Apártense de mi camino! ¡Yo lo mato!
Víctor se abrió paso como un toro embravecido y me eché a un lado, ya
