Mientras Absalón se besaba con Saleema, su padre Nicolai planeando como iba a retomar de nuevo su reino, tomó un sorbo de coñac, con sus ojos fijos en un punto distante: —Sabes Judá, tengo un lugar perfecto para el entrenamiento —dijo, con una sonrisa—. En las afueras de Williston, North Dakota. Una vieja refinería petrolera abandonada que compré hace años bajo otro nombre. Quinientas hectáreas de terreno apartado, cercado y vigilado por… unos mercenarios que me deben favores. El frío infernal de esa zona mantiene alejados a los curiosos. Judá arqueó una ceja con interés mientras Nicolai continuaba: —Jajaja. Mi amado Absalón nunca supo de esa propiedad. La adquirí justo después de que él... decidiera traicionarme, cuando me enteré que mis subordinados estaban de su lado buscándome para

