Capítulo II

1927 Words
Luces tan pura. Esa pureza que quiero corromper. Sé que hay en ti una mujer salvaje que anhelo ver yacer sobre mí, necesito que me muestres lo que tienes. Desatas mi lado animal, Verónica. Las manos me temblaron al ver la segunda carta del desconocido y otra vez esa frase final ponía en alerta todo mi sistema. Caminé por todo el salón de la universidad agradeciendo a Dios el estar sola y que nadie viera mi ataque de pánico, esto no está bien, no es normal que un chico me enviara por una carta anónima que quería corromperme a demás de que quiere verme sobre él. Cerré los ojos masajeando mi cuero cabelludo. ¿Y si quería violarme, matarme o…? ¿Acaso habría algo peor? Digo, el chico se autodenominaba un animal porque ¿Qué persona tenía un lado animal? ¡Es un psicópata! ¡Un caníbal, maldición quiere comerme! —Dios, no, estoy desvariando, todo está bien. Respiré tratando de calmarme entonces comenzaron a llegar mis compañeros de clase y más tarde el profesor. Busqué mi asiento tratando de olvidar el asunto de las malditas cartas. ¿Qué posibilidades hay de que me envíe otra? Al llegar a casa pude respirar más tranquila, el día había resultado bien después de todo salvo que aún no había llamado a Ana ni a Jazmín para disculparme por mi comportamiento de ayer. Cuando iba a hacerlo el móvil repicó en mi mano y sin molestarme a mirar de quien se trataba contesté. — ¿Se puede saber por qué no me recibiste en el aeropuerto? La voz de Dean a través del auricular me dejó congelada en mi sitio. No lo había oído por más de dos semanas y no lo había visto en un mes completo, antes de irse a México había estado distante pero no presté demasiada atención salvo que desde hace dos semanas lo había llamado preocupada, no habíamos tenido demasiada interacción, lo echaba de menos, era mi novio después de todo… bueno aún lo es pero eso se acabaría tan pronto como lo viera. Porque resulta que la supuesta visita a sus familiares se había convertido en un sexcape con una morena la cual había contestado la llamada y que al parecer no le había informado nada a él. ¡Cuánto descaro! — ¿Acaso me has dicho que venías…? —Voy a verte a tu casa, te he echado de menos. Sucio perro. —Muy bien te espero. Y antes de que pudiera decir algo más tranqué furiosa. — ¡Claro que te voy a esperar, voy a decirte unas cuantas verdades! Pero cuando Dean llegó y le reproché su engaño él lo negó absolutamente todo, yo por mi parte no quería volver con él así que se lo dije entonces comenzó a gritarme. — ¡Fue tu culpa, tu no quisiste acompañarme! —Estaba en exámenes ¿Qué querías que hiciera? — ¡Eso es solo una maldita excusa! Te he esperado Verónica, siempre estás cuidando tu maldita virginidad ¡Como si fueras el único coño virgen que existe! Muy bien, eso en definitiva no lo esperaba. Y dolió. — ¡Eres un cerdo! Él me miró con burla antes de agregar. —Estoy cansado de tu mojigatería, eres aburrida y sosa, solo estaba contigo para desvirgarte pero me he cansado ya… Furiosa y avergonzada por las lágrimas que estaban cayendo por mis mejillas le di una cachetada echándolo de mi casa. —No entiendo que pude ver en ti. Cerré la puerta en su cara dando largos pasos a mi habitación, al llegar a ella arranqué las vergonzosas lágrimas de un tirón y procedí a desnudarme para darme un baño. Quería olvidarme de Dean y de sus estupideces. Quizás era una mojigata pero me gustaba serlo a ser una gata en celo que se acostaba con cualquier gato, Dean no era el indicado y yo lo sabía pero nunca imaginé que fuera esa clase de hombres. Sabía que todos eran mujeriegos por naturaleza pero tratar a las mujeres como un simple método de satisfacción era otra cosa. Entré al baño y me dediqué a bañarme evitando pensar en mi estúpido ex novio. * Supe porque llorabas, ese idiota no te merece. Me contuve cuando le escuché gritándote, quería matarlo, lo juro, despellejar su piel sin remordimiento, él no merece si quiera mirarte, eres demasiado hermosa como para él. Él va a pagar, lo juro. Lo vi salir de la casa furioso pero no le di importancia porque mis ojos solo estaban puestos en ti y en tu piel expuesta. ¿Buscas provocarme? Te desnudaste frente a la ventana cariño. Lo has hecho, me has conseguido. Desatas mi lado animal, Verónica. — M ierda… santa mierda. El día anterior no había prestado atención a que no me había llegado carta alguna, después de salir del baño llamé a las chicas y después de que ellas también se disculparan cenamos en un restaurante muy bonito antes de que Ana inventara hacer una pijamada, queriéndome olvidar de todo accedí. A la mañana siguiente pasé deprisa por la casa para llevarme mis cuadernos e ignoré el papel en el suelo pero al regresar efectivamente descubrí que se trataba de la tercera cartita, nerviosa me deshice del papel que la cubría entonces me di cuenta. ¿Cómo sabía mi psicópata amigo de las cartas todo aquello? Era demasiado sospechoso. Estaban acosándome y debía estar cagada de miedo pero por algún motivo no le daba demasiada importancia hasta que leí el juramento sobre hacer pagar a Dean además me fijé en lo estúpida que había sido para desnudarme frente a la ventana, bien, un loco psicótico me había pillado como Dios me trajo al mundo pero además de él quien más había disfrutado mi patético espectáculo. Golpeé mi cabeza con la almohada repetidamente para después volver a tomar la carta y leerla una vez más. Esta como las dos anteriores olía maravillosamente a hombre y a sándalo igualmente finalizaba contundentemente con su acostumbrada frase cliché desatas mi lado animal junto con mi nombre a un lado lo cual parecía ser su acartonado sello personal, sin embargo ¿Qué si no era cliché? ¿Debería estar asustada por la amenaza a Dean? Era un cerdo, vale, que ya lo tenía claro pero tampoco le deseaba nada malo, ya la vida se encargaría de cobrárselas. Estuve el resto del día esperando recibir alguna llamada o mensaje que me dijera que mi ex había tenido un accidente sin embargo nunca llegó así que dejé de preocuparme. —Dime que no estás esperando una llamada del perro de Dean —Y esa fue la entrada triunfal de mi mejor amiga. Lo que me recordaba a que algún día debía quitarle las llaves que estúpidamente le confié. No había sido muy sensato de mi parte. —No —dije levantando la cabeza del celular para verla—, ¿Y quién mierda te ha dicho que entres a mi casa así? No se te ha ocurrido pensar que pueda estar con alguien. Arqueé una ceja cruzándome de brazos para ver a la rubia quien sonrió enseguida. — ¿Está en el baño? Definitivamente quiero conocer al hombre que te… — ¡Ni lo digas! —Exclamé sabiendo que no era nada bueno lo que estaba por soltar mientras que ella entornó los ojos—. De todas formas ¿Qué te hace invadir mi hogar? —Una fiesta ¿Qué más sino? Voy a ponerte guapa y… —Una vez más ¿Qué te hace pensar que voy a salir? Ella llevó el dedo índice debajo de su barbilla como si estuviera pensando pero pronto su sonrisa hizo que bufara sabiendo que ya se le había ocurrido algo. —Pues querida mejor amiga recuerdas que perdiste la apuesta en la que alegaste que Jaz iba a casarse primero que Tay, debes pagar. —Ana estoy cansada. —No seas floja, vamos. Suspiré porque sabía que de una u otra forma Ana Alice lograría convencerme. Amabas nos arreglamos mientras mi amiga no paraba de hablar sobre quienes estarían allí. Más tarde al llegar a la dichosa fiesta de la fraternidad Ana me animaba a buscar un chico mientras yo le decía que no estaba de humor, comencé a beber hablando con Jaz quien acababa de llegar y de un momento a otro me sentí ligera, divertida y sensual. Necesitaba bailar con un hombre… o hacer otra cosa. — ¿A dónde vas? —gruñó Jazmín tomándola del brazo. Finalmente había regresado con su novio a la barra pero ahora era yo la que quería divertirme, Ana Alice me había abandonado por un pelirrojo y Jazmín estaba ocupada con su Romeo cajún así que yo iría a buscar el mío propio. — ¡A bailar! La morena entornó los ojos pero antes de que hablara lo hizo Amos el novio de Jaz. —Maldita sea chica ¿Aceptaste la bebida a alguien que no conoces? Yo traté de hacer memoria pero lo único que quería hacer era bailar y divertirme, aburrida a la vez que mareada me encogí en hombros dándoles la espalda tratando de localizar un chico guapo aunque una vez más mi brazo fue atrapado desde atrás por Jaz quien lucía preocupada sin embargo yo no estaba demasiado razonable por lo que le gruñí soltándome de su agarre mientras que escuché a Amos murmurarle que no me perderían de vista por si me metía en problemas. Dando dos pasos más un chico alto me interceptó y sonriéndome con coquetería comenzó a moverse contra mí. Divertida le seguí el paso moviéndome seductora a la vez que le daba una sonrisa llena de coquetería. El chico murmuró algo en mi oído para luego mordisquear el lóbulo de mi oreja y me sentía tan receptiva que no oculté el gemido que saló de mis labios. Si hubiera estado en mis cinco sentidos lo hubiera goleado y alejado de mi pero como no era así le di la espalda moviendo sugerentemente mi trasero contra su ya notoria erección lo que me hizo reír como una estúpida. —Me gusta como te mueves preciosa. Y esto me animó para ser más atrevida así que aún moviéndome contra él alargué mi mano desde atrás a su entrepierna escuchándolo jadear reí victoriosa. De pronto sentí que apartaba su mano de su carne y se separaba de mi cuerpo para después pegarse aún más que antes a mí y cuando iba voltearme él aferró una mano a mi cintura y otra a mi brazo inmovilizándome por completo. ¿Eran suposiciones mías o al tipo le había crecido más su…? —Estas sobrepasando tus limites, eres el pecado hecho mujer —ronroneó en mi oído pero esta vez sonó diferente. Su voz causó un escalofrío en mi de forma inexplicable. El roce de sus manos fue el mejor de los placeres. Quería tocarlo, tentarlo y llevarlo al límite salvo que ahora ese sentimiento no se debía a cualquier cosa extraña que me hubieran dado en la bebida yo sentía que necesitaba hacerlo y de hecho me gustaba. Por lo que no me detuve, seguí adelante sin importarme absolutamente nada, ni siquiera si alguien más estaba mirándonos, entonces sucedió. Él maravilloso extraño con cuerpo de roca me giró rápidamente estampando mis labios con los de él de una forma tan fascinante que me dejó con ganas de más sin embargo al abrir los ojos él había desaparecido. …Para mi desgracia.
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