CAPÍTULO 5

1954 Words
Ethan está muy cerca.     —Serás cabrón —Kendrew soltó una carcajada, mientras iba dirigiéndose al baño.   —Quiero participar en esa misión —anunció a todos Ethan—. Ahora más que nunca quiero respuestas, y tengan por seguro que lo haré.   En ese momento el celular de Kendrew comenzó a sonar, la insistencia de la persona que estaba llamando; sembró la curiosidad en los tres hombres y les hizo dejar la mirada fija en el aparato. Ya que; en el identificador de llamada, aparecía la espalda de una mujer vestida solamente con un tatuaje de un ave en colores muy vivos púrpura, verde, rosado, azul, rojo, naranja y amarillo llamo su atención, porque no se veía completo. Solo una parte. En el nombre decía “Fénix”.   «¡Maldito bastardo!», pensó.   Así que eso era lo que Kendrew Morgan escondía…. Una mujer. Pues, ya vería tomó el teléfono celular y sin pensarlo dos veces contestó:   —Hola.   —¿Ken? —preguntó con extrañez la persona al otro lado del aparato.   Aquella voz hizo que su respiración se detuviera. Era una sensación que no podía describir, tenía el martilleo de su corazón en los oídos.    —No. Soy un amigo —contestó Ethan—Él fue un momento al servicio.   El silencio se hizo presente de nuevo.   —Está bien. No hay problema, volveré a llamarlo en un rato.   —¿Pero por qué tanta prisa? —Ethan sonaba divertido.   —Ninguna prisa, solo que no quiero dejar de hacer lo que estoy, por hablar con una persona que no conozco, y que ha tomado una llamada que no le corresponde.   Ethan se giró para ver a un Kendrew. Con ojos abiertos, y que tenían un brillo letal. Al parecer no le había gustado que tomara la llamada, pero enseguida se recompuso.   —Bueno, cariño. Ya ha llegado tu ogro, espero poder conocerte algún día —manifestó en tono burlón.   Kendrew entrecerró los ojos, la molestia estaba presente, y de un jalón le quitó el aparato telefónico de las manos.   Los demás hombres lo miraron burlándose, pero él se giró para decir:   —¿Cuándo te enteraste? —pausa—. Envíame la información por correo, ahora mismo —luego hizo otra pausa—. Lo mismo pienso, no calculé esa posibilidad, nos vemos después.   Ethan, Roger y Samuel miraron a Kendrew con un profundo interés. Al punto de la incomodidad.   —Ahora puedo entender perfectamente, porque estabas tan alejado. Con una espalda como esa —Ethan le dijo con los ojos, su intención era fastidiarle.   —Deja la paranoia, que yo no estoy escondiendo nada —espetó Kendrew.   —Entonces ¿quién te llamó? Tenemos mucha curiosidad —la voz Roger sonaba a sospecha.   —De acuerdo, ustedes son un maldito grano en el culo —jaló la silla y sentó—. La chica está trabajando conmigo.   —¿Y ella es quién? Nosotros conocemos a gran parte de tu personal, y no sabía que entre tus filas tenías a una mujer —cuestionó Samuel; quien no se molestó en ocultar su curiosidad.   —Es una chica que conocí en España —respiró pesadamente— Trabaja conmigo desde hace cinco meses.   —¿CINCO MESES? ¡Me estás jodiendo? —alzó la voz Ethan—. ¿Y por qué coño no habías dicho nada?   —¡Ethan por Dios! —puso los ojos en blanco—. Ella no está en mi nómina. Simplemente está haciendo algunos trabajos para mí, por ahora —revisó su teléfono celular, al escuchar una notificación de correo—. Es una agente independiente, se está encargando del reconocimiento de campo para esta misión. Y me acaba de informar que habrá una fiesta de benéfica en el centro de arte Faena Forum el día de mañana.   —Sí, es cierto —afirmó Ethan sin importancia—. Me llegó la invitación hace unos días a la cede de esta ciudad —tomó un trago de su cerveza— Solo, que no le di importancia.   Kendrew asintió.   —Según mi chica, Ágora Osyda —pronunció el nombre de la mujer con total repulsión— Es la encargada de cuidar a las chicas que el “Mayor” vende en las subastas. Según estará en la fiesta mañana por la noche.   —Me imagino que está estableciendo contactos, y también hacer un pequeño sondeo de qué tipo de personas podría interesarle su asqueroso negocio —Samuel expresó toda su furia en aquellas palabras.   —Entonces, no tenemos tiempo que perder. Iremos mañana a esa jodida fiesta. Conoceremos a la majestuosa Ágata Osyda —anunció Ethan.   —¿Estás seguro de que quieres relacionarte con ese tipo de personas?   —¿Por qué la duda? —Ethan replicó la pregunta de Kendrew.   El hecho que Ethan estuviera por coincidencia en la misma ciudad, y que fueran a la misma fiesta. Para Kendrew Morgan significaba una complicación seguida de un infierno de mierda.   —Debemos hacer acto de presencia, al final de cuentas somos invitados —expuso Samuel.   —Voy a preparar todo, me comunicaré enseguida con Bash, para saber cómo será la seguridad en el lugar —intervino Roger.   Terminaron de discutir su plan improvisado para el día siguiente. Algo que le crispó los nervios a Kendrew. Una hora y treinta y siete minutos después. Pidieron la cuenta, y Samuel le dejo de propina a la chica doscientos dólares.   Tenía alrededor de un año viajando a Miami. Por eso había comprado un ático exclusivo en Miami; en un edificio de sesenta y dos pisos, y con mil setenta metros cuadrados de construcción. Era único, pero cada vez que llegaba se sentía vacío, porque cada vez que regresaba a la ciudad; el recuerdo de Clara se hacía fuerte.   —¿Sientes que Ken nos oculta algo? —le preguntó Ethan a Roger, uno de sus confidentes y jefe de seguridad.   Ryan ladeó la cabeza, mientras tenía sus manos al volante del auto.   —Sí, también tengo ese presentimiento. Algo me dice que no, nos está contando todo.   —Desde la desaparición de Clara, él actúa diferente —suspiró.   —Clara era una mujer con carácter, decidida. Además de tener una mente brillante. A todos nos ha afectado de cierta manera su desaparición, Ethan —habló de manera suave, sabía que para su jefe y amigo era un tema un poco sensible—. Lo que sucede es, que en tu caso el sentido de perdida es diferente. Era tu mujer.   Negó Ethan con la cabeza, en señal de total terquedad.   —Todavía lo es —replicó.   —También tienes que ser realista. Debes recordar que ha pasado más de un año. Y eso es mucho tiempo, para que una mujer vendida como esclava haya sobrevivido, Ethan.   —No me importa, buscaré a Clara hasta en el infierno si es preciso. Pero me niego a darme por vencido, no aún. Tengo la corazonada de que muy pronto la encontraré sana y salva. Y te lo juro que la encerraré para que no salga más nunca de mi vista.   Llegaron al ático estaba oscuro y vacío, tanto como lo estaba él. Debía de hacer más por encontrarla, la idea de que tal vez tendría que dejar la empresa por un tiempo, y dedicarse a buscarla en serio rondaba en su cabeza. Siempre lo atormentaba ese pensamiento, pero la realidad era que no tenía por donde comenzar.   Se quedó mirando por el ventanal, a la oscuridad de la noche. Pensando en ella, si solo apareciera una pista. Una posibilidad de encontrar a quienes la sacaron de Escocia en helicóptero, sería muy diferente. Pero cuando supiera en dónde estaba y quién la había tenido, la recuperaría y además de encerrarla como había pensado, la amarraría a su cama hasta que ella comprendiera que ese era el lugar a donde pertenecía.   El silencio lo estaba volviendo loco y decidió subir un rato hasta la terraza que tenía una piscina. Tomó su botella de whisky y un vaso; subió las escaleras que lo dirigían al lugar. Se dejó caer en uno de los sillones para tomar el sol y cerró los ojos. Desde que había conocido a Clara, quiso mejorar su español. Le encantaba la manera de ella moverse al bailar. Desde entonces escuchaba mucha música latina. Encendió la radio y volvió a cerrar los ojos y se dejó llevar por la letra de la canción. Enseguida la voz de Reik y Ozuna cantando Me niego se escuchó por los altavoces del ático.   Es difícil abrir mis ojos y ya no verte Tu olor en la cama, aún sigue intacto Te he buscado en mis sueños, deseando tenerte Y no encuentro tu rostro, por más que trato Aún quedan tus retratos, en cada rincón de la casa Y el silencio me habla de ti, es que solo hay tanto espacio Desde que no estás, daría todo lo que hoy me queda Por tenerte, por que vuelvas Es que me niego a perderte, a más nunca verte Me niego a aceptar que lo nuestro ya se acabó Es que me niego a perderte, a más nunca verte Me niego a aceptar que lo nuestro ya se acabó No puedo asimilar Que ya tú no estás, sin ti nada es igual Sé que por el mundo no hay otra similar Que tú me hiciste que no te puedo olvidar Nunca había escuchado esa canción, pero lo que entendía de la letra solo le recordaba a Clara. Sonrió con amargura. Esa maldita gata salvaje,  le había hecho escuchar reguetton. Tomó dos tragos de un solo golpe y apagó de mal humor la radio. Se fue a su habitación, al llegar se desnudó y se metió a la cama. Debía dormir un poco. No supo en qué momento se quedó profundamente dormido, pero  como todas las noches con la imagen de Clara en su mente. Al otro día en la mañana. El pitido del reloj con la alarma para despertar hizo que se pusiera la almohada en la cara. Se levantó y tomó una ducha. Al salir del baño se dirigió a la mesita de noche para buscar su teléfono celular. Cuando lo tomó le pareció algo extraño era el número de la oficina y un mensaje de voz. —Buenos días. Señor Brennan. Soy Valery Thompson de recursos humanos. Me gustaría saber si usted vendrá temprano el día de hoy. Debo informarle una irregularidad. Se quedó muy quieto extrañado por ese mensaje de hecho, no hablaba con esa chica desde Ethan le había enviado a hacer el contrato de trabajo de Clara que nunca llegó a firmar, pero que si le habían creado una cuenta bancaria y la empresa le había depositado tres meses de sueldo. Se vistió con uno de sus trajes de oficina color gris con una camisa blanca y una corbata azul con rayas grises. Salió en busca de Roger para irse a trabajar. Bajaron hasta el Escalade blindado. Se colocó sus lentes oscuros y se montó como siempre en el asiento de trasero. — Ya está todo preparado para esta tarde, Ethan —anunció Roger.   —Está bien. Samuel debería ya tener su parte hecha —suspiró—. Hoy por la noche vamos a ver que pescamos.   Se puso a chequear sus correos en su celular sin darse cuenta ya estaban en las instalaciones de la empresa.  Entró como siempre saludando a todo el mundo, y dirigiéndose al ascensor para llegar al último piso en donde estaba sus oficinas.   Lo primero que hizo antes de ponerse a trabajar fue marcar la extensión de recursos humanos quería saber cuál era la irregularidad. Encendió su computador y enseguida entró Valery.
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