Las campanas que cuelgan en la esquina de la puerta anunciaron su entrada, sacándola de sus pensamientos. Eleanor dudó, debatiendo si debía irse antes de que alguien la notara, pero los cachorros llamaron su atención y se acercó a su recinto. Con quejidos ansiosos, se acercaron a ella mientras se inclinaba sobre la corta pared que los contenía y los acariciaba con cariño. Su pelaje era tan suave que-
—Oh, hola.
Eleanor se sorprendió y se dio la vuelta para ver a una mujer salir del área de las perreras. Su espesa melena de cabello castaño oscuro estaba parcialmente atada en una coleta con horquillas brillantes en forma de mariposa y sus ojos tenían un brillo cálido y amistoso. Llevaba leggings de estilo vaquero y una camisa ligera de mangas largas. Sus antebrazos estaban envueltos en un número extraordinario de pulseras, desde brazaletes hasta piedras naturales y cobre terapéutico.
Tenía un aire ligero y despreocupado que, por alguna razón, le recordó a Eleanor el título Hija de Flores. Pero lo que realmente llamó la atención de Eleanor fue que esta mujer estaba muy embarazada.
—Umm, hola —asintió Eleanor con la cabeza.
—Mi nombre es Nailah, ¿y el tuyo?
—Eleanor.
—Es un placer conocerte, Eleanor —Nailah dio un paso adelante para estrecharle la mano—. ¿Estabas interesada en adoptar?
—Sí- quiero decir, no —Eleanor sacudió la cabeza—. Actualmente estoy viviendo en un B&B, así que no tengo un lugar para una mascota.
—¿Nueva en la ciudad?
—Sí, solo estaba de paso, pero realmente me gusta aquí.
—Serenity tiende a crecer en ti —se rio Nailah—. He vivido aquí toda mi vida, si no contamos la universidad. No quisiera vivir en ningún otro lugar. Definitivamente no puedo pensar en un mejor lugar para criar a mi bebé.
—¿Cuánto tiempo llevas? Si no te importa que pregunte —preguntó Eleanor mientras Nailah acariciaba su barriga.
—Siete meses —respondió Nailah, sin poder ocultar su alegría—. Pensé que Gus iba a ponerse muy feliz cuando se lo conté.
—¿Gus?
—Mi esposo —dijo Nailah, y Eleanor finalmente notó los anillos en sus dedos. Ambos tenían un gran diamante y, cuando se llevaban juntos, parecían entrelazarse como mundos en órbita.
Eleanor se quedó en silencio y ni siquiera notó el ceño que tomó su expresión. No podía contar la cantidad de noches que pasó despierta anhelando un amor así. A lo largo de la universidad, nunca dudó que algún día tendría una familia con un esposo amoroso. Esos sueños se habían hecho añicos una vez que Arthur le colocó el anillo en la mano y la reclamó como suya. Aunque había estado huyendo, nunca pudo escapar realmente de él y de lo que le había hecho.
—¿Algo mal? —preguntó Nailah, observando cómo la expresión de su invitada se caía en el momento en que escuchó las palabras bebé y esposo.
Nailah estudió a la mujer que había entrado en su refugio y notó los moretones que el corrector no podía ocultar del todo y la forma en que se abrazaba a sí misma. No había duda en su mente de que esta era una mujer cuyos sueños más preciados habían sido aplastados. Gus podría burlarse de su corazón herido, pero nunca podría rechazar a alguien que necesitara ayuda, ya fuera un animal o un humano.
—Sabes, estaba a punto de almorzar —Nailah verificó su teléfono, notando la ETA de su pedido de Door Dash—. ¿Te gustaría unirte a mí?
—Oh, no podría.
—Por supuesto que podrías. Además, odio comer sola. Vamos, comeremos en la oficina —Nailah giró el letrero de abierto en la puerta a cerrado y la cerró con llave antes de llevarla detrás del mostrador y por un pasillo estrecho hacia la oficina.
Allí, Eleanor se sorprendió al ver montañas de papeleo cubriendo cada superficie, amenazando con caer al suelo. Nailah suspiró, reunió una pila que enterraba una silla y la arrojó a un lado antes de ofrecerle a Eleanor un asiento. Un golpe resonó hacia ellos y Nailah se excusó, regresando unos momentos después con una pizza mediana y una botella de dos litros de refresco.
Ella tomó servilletas y un par de tazas de cerámica de la cocina justo afuera de la puerta de la oficina para que las usaran. Arrastrando su silla alrededor del escritorio para poder sentarse con Eleanor, hizo una gran presentación de su comida: una pizza para amantes de la carne.
Una expresión de pánico repentino se dibujó en su rostro y Nailah exclamó: —¡Oh! Espero que no seas vegana ni nada por el estilo. Debería haber preguntado eso primero. Por favor, no te ofendas si lo eres.
Eleanor no pudo evitar estallar en risas, —Está bien. No soy vegana. Estoy bien con cualquier cosa.
Nailah se rio también, sirviéndoles a cada una una taza de refresco y ofreciéndola a Eleanor como si fuera champán, —Solo no le digas a mi esposo lo que estoy comiendo.
—¿No lo aprobará?
—Ha estado leyendo todo tipo de libros sobre la salud de las mujeres y el embarazo —Nailah sacudió la cabeza—. Me saca de quicio.
Eleanor se rio. Mirando alrededor de la oficina, preguntó: —Entonces, ¿qué es todo esto?
—Mi pequeño secreto sucio —suspiró Nailah—. Soy terrible con el trabajo de oficina. Cuidar de los animales, entrenar, interactuar con los adoptantes, soy buena. Pero todo esto…soy casi inútil. Si Gus no me quisiera, estoy segura de que me mataría. Es un verdadero obsesionado con el orden, especialmente cuando se trata de papeleo.
—¿Quizás deberías contratar a alguien? Podrían organizar todo esto por ti.
—He pensado en eso, pero ¿a quién contrataría? ¿Quién trabajaría por un sueldo miserable con todo lo que hay que hacer? Un refugio no es como otros negocios. La mayor parte del tiempo, tengo suerte de mantenerme a flote. Gus se ofreció, pero este era mi lío antes de que él llegara a mi vida.
—…Podría ayudar, si quieres.
—¿Tú?
—Soy contadora. O lo era. Y tengo mis ahorros, así que no es como si necesitara un gran salario, solo lo suficiente para seguir adelante. Me gusta mantenerme ocupada.
—¡Eso sería increíble! —exclamó Nailah. Había pensado en una manera de hacer que Eleanor regresara para que pudieran conocerse mejor. Si pudiera organizar el desastre que era su oficina, tanto mejor; dos pájaros de un tiro, como dicen—. Oh, pero insisto en pagarte un salario adecuado. No puedo ofrecer más que el salario mínimo, pero es algo.
—Eso estará bien —asintió Eleanor.
—Bien. Puedes empezar mañana.
No habían pasado ni un momento desde que salieron esas palabras de su boca cuando una pila precariamente equilibrada se derrumbó por el suelo. Nailah suspiró mientras intercambiaba una mirada exasperada con Eleanor.
—¿O puedo empezar hoy?
—Hoy suena bien.
Ambas compartieron una risa.
* * *
Después de que terminaron su almuerzo, Nailah reabrió las puertas del refugio y estuvo inmediatamente ocupada con una familia que miraba a los cachorros. Mientras tanto, Eleanor se quedó en la oficina y comenzó el proceso de reorganizar los archivos desordenados. Aprovechando el pequeño pasillo, comenzó separándolos en diferentes pilas: gastos de servicios, facturas del veterinario, solicitudes y tarifas de adopción, informes de recaudación de fondos y registros de animales.
Mientras que algunos podrían pensar que era una tarea mundana, aunque insuperable, Eleanor la encontró relajante. Podía dejar que la mayor parte de su mente se apagara mientras se concentraba en el desafío que tenía por delante. Era algo en lo que sobresalía tanto que, a veces, era una maldición. Quizás esa era la razón por la que podía soportar tanto dolor. Al final del día, logró despejar el suelo de la oficina.
—Hey cariño, ya es hora de cerrar. ¿Cómo va todo aquí? ¡Wow! —exclamó Nailah cuando vio el progreso—. ¡De hecho, tengo un suelo! Y está alfombrado.
Eleanor se rio mientras dejaba la pila que estaba ordenando, —Sí, lo tienes. Y un archivador.
Se acercó a la bestia metálica abollada y le dio una palmadita.
—Así que ahí estaba —suspiró Nailah—. Qué tonta soy.
Se rieron juntas. Eleanor no recordaba la última vez que se había reído tanto. Recuperó el aliento y dijo: —En realidad, estaba pensando que podría ser una buena idea conseguir uno más.
—¿Otro?
—Sí, uno podría ser para gastos del negocio, servicios públicos, recaudación de fondos y cosas así, y el otro podría ser para los archivos de los animales, registros veterinarios, solicitudes de adopción y todo eso —Eleanor cayó en silencio de repente, dándose cuenta de que le estaba pidiendo a su nueva jefa que gastara dinero—. Por supuesto, eso no es necesario…
—No, me gusta esa idea —dijo Nailah—. Empecé a organizarlos en un momento, pero no estaba segura de cómo separar los gastos del negocio de los de los perros y viceversa. Si vas a hacer algo, mejor hacerlo bien. Pediré otro gabinete.
Eleanor asintió, agarrando el tirador del cajón superior. Lo tiró y se dio cuenta de que estaba atascado. Frunciendo el ceño, tiró más fuerte solo para que el cajón cayera al suelo de repente mientras el tirador se desprendía y permanecía en la mano de Eleanor.
Miró el tirador durante un largo momento antes de mirar a Nailah. Mirando el tirador en la mano de Eleanor, Nailah dudó un momento y dijo: —¿Por qué no pido dos también?
—Dos suena perfecto —asintió Eleanor y compartieron otra risa.
—¿Alguna otra solicitud? —dijo Nailah, sacando su celular.
—Personalmente, me gustan los que tienen lados altos para carpetas colgantes —dijo Eleanor—. Son más ordenados, creo.
Nailah asintió mientras revisaba un sitio web y encontraba gabinetes que cumplían con la descripción de Eleanor. Agregó un par de cajas de carpetas colgantes y manilas para ayudar con el proceso de organización de los archivos.
—Todo en orden —anunció—. Deberían estar aquí mañana. ¿Qué te parece si cerramos por hoy?
—Suena bien —acordó Eleanor, deteniéndose en el acto de organizar los archivos del cajón.
Siguió a Nailah, dudando en la puerta de la oficina para evaluar su trabajo. Eleanor se sintió contenta con lo que había logrado y esperaba con ganas el día de mañana. Más tarde, le preguntaría a Nailah si podría agregar una computadora y quizás una impresora. Los archivos físicos están bien, pero en esta época es difícil llevar a cabo cualquier negocio sin acceso digital. Pero esa era una preocupación para otro día.