Esta es mi última noche con el.

1935 Words
EMILIA Parpadeando frente al espejo del baño del histórico hotel Waldorf Astoria, respiro profundamente para limpiarme. Una noche más. Tú puedes Emilia>>. Parece imposible, pero no tengo elección. Tengo que sobrevivir a una cena más con Julián, y luego, si las cosas salen según lo planeado, mañana conocerá a la mujer con la que se supone que debe estar y comenzaran a salir para que pueda cumplir con la fecha límite de su sueño matrimonial. Y volveré a mi existencia solitaria. Nunca hubiera imaginado, cuando asumí este proyecto, la profundidad de los sentimientos que desarrollaría por el deliciosamente sexy Julián Waltham. Anna y yo repasamos el plan hoy. Estoy lista para esto. Ella tenía razón. Teníamos que adelantarlo, obligarlo a hacerlo, y cada uno de nosotros debe seguir adelante. El evento tendrá lugar en este mismo hotel mañana por la mañana, en un salón de baile del segundo piso. Sugerí que nos reuniéramos aquí esta noche como ensayo para mañana. Aprieto los labios, secando mi vibrante lápiz labial color baya, y luego salgo. Mientras camino hacia el restaurante ubicado justo después del vestíbulo del hotel, me aliso el vestido n***o recto en las caderas. El otoño en Nueva York es la época favorita de mi armario. Este vestido es cómodo con sus mangas largas y bolsillos, a la vez que favorecedor, y he combinado unas medias negras opacas con mis tacones negros más altos. El único color que llevo es el de mi lápiz labial, y el efecto es sexy a la vez que discreto. Una vez dentro del restaurante, veo a Julián en una mesa apartada para dos y me dirijo hacia él. Cuando me ve, se levanta de la mesa. Su mirada recorre todo mi cuerpo de arriba abajo, desde mis altísimos tacones que hacen que mis piernas se vean geniales, hasta mis labios besables. Muérete de envidia, señor Waltham. Estamos aquí para cubrir los detalles del evento de mañana. No para mirarnos a los ojos y fantasear con algo que nunca sucederá. De eso se trató mi charla motivadora en el baño. No más caer en sus encantos seductores, sus dulces sonrisas o su visión positiva de la vida. No más. Mi objetivo es casarlo, con otra persona y luego cobrar mi bono y seguir adelante con mi vida. –Te ves…impresionante– susurra, acercándome para darme un beso rápido en la mejilla. –Gracias– Doy un paso atrás y le permito que me quite la silla. Me niego a comentar lo exageradamente sexy que se ve. O sea, sí, me gustaría follar con él hasta dejarlo sin aliento, pero eso no viene al caso. Esta noche interpreto el papel de Emilia la profesional. De hecho, mantengo la vista fija en el suelo para no mirarlo fijamente. No sentamos y echamos un vistazo al menú. Planeo pedir el filete más grande y jugoso del menú y una papa al horno con mucho vino tinto para bajarlo todo. Y, mierda, incluso voy a pedir postre. Esa enorme rebanada de pastel de chocolate que vi en el carrito de postres cuando entré prácticamente me estaba llamando. Después de todo, no tiene sentido cuidar mis calorías ahora. Nos traen el vino y cada uno toma un sorbo. Es delicioso, con cuerpo y aromático, con toques de cereza y ciruela. Luego saco mi carpeta con los detalles para mañana. Julián se aclara la garganta, y espero que comente que esta noche soy pura empresa, pero no lo hace. Simplemente aparta la vela parpadeante y se inclina para mirar el itinerario que he establecido. –Las festividades comienzan a las diez de la mañana con una hora de descanso para almorzar al medio día, y luego continuaremos hasta las cinco de la tarde, a menos que encuentres a tu cenicienta temprano. en ese caso, tengo problema en terminar antes– Asiente una vez, con la mirada fija en el papel. –El hotel proporcionará seguridad para mantener la final manejable y, por supuesto, ayudara si alguien se pone rebelde. Las mujeres se moverán de su lugar en la fila a una de dos mesas. Se reunirán brevemente con Anna o conmigo, y si creemos que será compatible contigo. Anna y yo les pediremos que esperen en una sala de espera hasta que comience su reunión contigo– –Suena bien– dice Julián, frotándose la nuca. –Espero que no haya demasiadas sorpresas. Anna y yo pasamos las últimas semanas pre-examinando a las mujeres. Y llegaremos temprano para asegurarnos de que todo esté preparado y funcionando sin problemas. Tendrán una sala de conferencias para llevar a cabo las citas rápidas individuales. La configuración será sencilla: una mesa y dos sillas. Espero este bien– –Gracias. Esto es más de lo que esperaba– Asiento aceptando su gratitud. –Esta bien. Solo estoy haciendo mi trabajo– Sus ojos se entrecierran en los míos, como si hubiera algo que no le gustara en que lo llamara trabajo. El silencio crece a nuestro alrededor, y aunque nunca antes me había quedado sin palabras cerca de Julián, ahora sí. Me mira como si fuera un rompecabezas que intenta resolver. El camarero regresa con nuestra comida, salvándome del incómodo momento de silencio que parece extenderse eternamente. Filetes sellados con champiñones salteados y crostini de leche de cabra. Dos copas de vino tinto recién hecho. Nos las arreglamos para pedir exactamente lo mismo otra vez. –Me siento un poco tonto. Siento haber estado parloteando así, y ahora hacemos terminado de discutir todo antes de que llegaran los platos principales– Miro mi plato, deseando que hubiéramos terminado esto con un correo electrónico, deseando no sentir todas las emociones conflictivas desbordándose. –Hey– Su voz es suave mientras toma mi mano. –No nos presionemos más de lo que ya estamos. De hecho, ni siquiera pensemos en mañana. Por favor, solo disfruta esta comida conmigo– Su voz es tan tierna; es imposible decir que no hay cuando me suplica así. Asiento. –Tienes razón. Lo siento– tomo una gran bocanada de aire y tomo mi tenedor. Julián con la cabeza. –¿Qué te dije sobre disculparte? – Sonrió por primera vez esta noche. –Deja de disculparte, por esa mierda– Su risa es cálida y sedosa, y decido que es mi sonido favorito en todo el mundo. Escuchar a este hombre reír, simplemente hay algo en ello –No con tantas palabras, pero sí. No disculpas esta noche. Simplemente disfrutemos de una buena cena y de la compañía mutua– Me llevo un bocado de tierno filete a la boca y gimo. –Oh, Dios…– –Mierda, ¿estás intentando provocarme una erección en medio del restaurante? – dice con un gruñido. Trago saliva y me quedo boquiabierta. –Yo no… ¿Qué? – –Ese ruidito que hiciste. Y, por supuesto, cuando apareciste con ese vestido. Un hombre tiene sus límites, cariño– –Lo siento– Hago una mueca al darme cuenta de que acabo de romper otra de sus reglas. Niega con la cabeza mientras sus ojos se clavan en los míos. –Prácticamente estás rogando que te den una nalgada esta noche– Una inhalación profunda es mi única respuesta. Puedo sentir mis mejillas ponerse rojas, así que me concentro en mi comida, cortando pequeños bocados de filete, masticando y tragando, pero todo el tiempo, soy hiperconsciente de la sexy presencia de Julián frente a mí. De alguna manera logramos terminar la comida, y luego Julián nos pide otro vino a cada uno y solicita la carta de postres. –Mi madre ha estado preguntando por ti? – –¿Por mí? – El asiente. –Quiere saber cuándo nos reuniremos todos para ver Indiana Jones– Me río entre dientes. –Seria divertido. Me pregunto si podemos encontrar en cine que proyecte películas antiguas– Se frota la barbilla. –Es una buena idea. Estaba pesando que tendría que comprarla en DVD o algo así– –Pronto tendrás suficiente dinero para comprar tu propio cine y proyectar el tipo de películas que quieras– Tan pronto como las palabras salen de mi boca, deseo poder retractarme. Me mira con tristeza, lo que dice que una parte del desea que este dinero nunca haya llegado a su vida. –Nunca pude agradecerte que me llevaras a conocerla. Es un encanto– le digo. –Creo que le gustó que la visitaras tú mas que yo– Julián toma un sorbo de vino, observándome por encima del borde de su copa. La rebanada de pastel de chocolate que pedimos viene con una cuchara de crema esponjosa y rizos de viruta de chocolate n***o. –Oh, Dios, esto se ve increíble– Tentativamente, tomo mi cuchara. –Come, cariño– Gimo. –Últimamente no he sido muy buena yendo al gimnasio. Esto no va a terminar bien para mi– –A la mierda con eso. Te lo dije; me gustan las mujeres con curvas– Toma un gran mordisco, su boca moviéndose sobre la cuchara de una manera que distrae. Le lanzo una sonrisa desafiante. –Así que estás diciendo que tengo curvas– Niega con la cabeza. –No conviertas esto en algo malo. Estoy diciendo que eres la perfección. El sueño húmedo de todo hombre. Así que cómete el maldito pastel conmigo, ¿sí? – Me río a mi pesar. –Si– como si pudiera resistirme, de todos modos. Nos sumergimos en el mundo s****l, y pronto volvemos a las conversaciones alegres y provocativas que siento que solo tengo con Julián. Se siente bien, y tan normal y fácil entre nosotros. Un mordisco se convierte en cuatro, y luego, antes de darme cuenta, he lamido el último glaseado del dorso de mi cuchara. –Eso fue increíble– me limpio las comisuras de los labios con la servilleta y la coloco en la mesa junto a los platos vacíos. –Gracias por venir esta noche. Por la cena, por todo– –Disculpa un segundo– digo, poniéndome de pie. Dos copas de vino y una agua helada, y mi vejiga me grita, a pesar de que no quiero perderme ni un segundo de estar con Julián. En lo más profundo de mi ser, sé que esta es mi última noche con él. Una vez encerrada en el baño, dejo escapar un largo suspiro. Odio que estemos llegando al final de la noche. Odio aún más que mañana me vea obligada hacer de casamentera y emparejarlo con otra mujer. Una parte de mi desearía poder quedarme en esa mesa, riendo y bebiendo vino con él, y simplemente estar en su presencia para siempre. En el espejo del baño, no puedo evitar notar que el reflejo que me devuelve la mirada es sombrío. Si, mi cabello todavía está peinado con ondas sedosas y mi maquillaje todavía está impecable, pero puedo verlo en mis ojos. Hay una profunda tristeza allí que amenaza con desbordarse. Pero no voy a llorar ahora. Respiro hondo y dejo mi lápiz labial dentro de mi bolso. Cuando termino dentro del baño de mujeres, encuentro a Julián de pie en el pasillo esperándome, y me detengo de repente. Su presencia es dominante, sexy, y la mirada en sus ojos es de lujuria desenfrenada. Un oscuro escalofrió de necesidad me recorre. Se acerca sigilosamente y coloca una mano en mi espalda baja. Es imposible aferrarme a la pizca de control a la que me he aferrado toda la noche. –No estoy listo para decir buenas noches, y creo que tú tampoco lo estas–
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