JULIAN
Nunca antes en mi vida había estado tan desinteresado en una cita. Y no puedo entender por qué. Renne es atractiva y cautivadora; entonces, ¿Qué demonios me pasa?
Ella no es Emilia>>.
Es en este preciso momento, con calamares y pintas de cerveza fría, que comprendo que estoy realmente jodido. Si no puedo tener citas porque me estoy enamorando de mi casamentera, eso significa que no puedo casarme. Y si no me caso, no recibiré mi herencia, lo que significa que no podré cuidar de mi madre. La piedra, la piedra y el polvo.
Asintiendo con la cabeza ante algo que dice Renne, reprimo un bostezo con el puño.
Quiero contarle todo a Emilia. Quiero salir con ella, quiero ver si puede llevar algo real, pero si le cuento todo eso, corro el riesgo de asustarla. No sé si quiere ser la señora Waltham. También es posible que no funcione entre nosotros, en cuyo caso estoy jodido.
Decidiendo que es un riesgo que simplemente no puedo correr, se lo que tengo que hacer. Seguirle la corriente al plan de Emilia el tiempo suficiente para que se enamoré de mí.
Mirando discretamente mi reloj de nuevo, calculo exactamente cuánto tiempo pasa hasta que Emilia vuelva a estar en mis brazos.
EMILIA
Doy vueltas por mí apartamento, mirando el reloj una vez más. Julián y Renee llevan una hora de cita y me estoy volviendo loca.
En un esfuerzo por distraerme, he intentado leer, ver la televisión y hornear, y abandoné las tres cosas. Un tazón de masa de brownie desordenada que contenía sal en lugar de azúcar fue tirado a la basura, y ahora estoy sentada en mi mesa del comedor con la última pila de facturas y cartas de cobro que he estado evitando revisar. Hojeando una pila, intento averiguar cómo llegué aquí. Siempre fui muy responsable con mi dinero, sabia lo suficiente como para ser cuidadosa con lo que tenía.
Matthew el idiota no. La primera vez que supe que había cargado algo a mi tarjeta de crédito, tuvimos una gran pelea. No podía entender como alguien con quien había estado saliendo solo unos meses podía hacer algo así a mis espaldas. Juró que nunca volvería a suceder y que pagaría la cuenta. Por supuesto, eso nunca sucedió, y meses después me enteré de que no solo había cargado más a mi tarjeta de crédito, sino que también había cargado artículos a mi cuenta de sss, usando mi portátil cuando no estaba en casa. Luego vendió toda la mercancía y se fue con el dinero. Dejándome en el mayor agujero de mi vida.
Con la presión arterial subiendo, hago un recuento de todos los cargos. Un poco menos de diez mil dólares, que será la cantidad que recibiré cuando tenga éxito en este proyecto loco. Tengo que hacerlo.
Necesitando una distracción del caos en mi mesa del comedor, me dirijo a la cocina para servirme una copa de vino tinto. Mi botella de vino barato de cinco dólares es mi derroche semanal. Bueno, eso y las pedicuras mensuales de las que no he podido renunciar, principalmente solo por el tiempo de chicas que me brinda.
Mi celular suena y lo agarro del mostrador, mareada y aturdida cuando veo el nombre de Julián mostrado en la pantalla. contesto el primer timbre.
–¿Hola? –
–Hola, hermosa– La voz cálida y sedosa de Julián me invade.
Me río de su intento de ser suave. –¿Cómo te fue, Romeo? –
–Bastante bien, creo–
Suena optimista y alegre. Siento un nudo doloroso en el estómago.
–¿Dónde estás? – pregunta. Todavía estamos en el informe, –¿Sí? –
Una parte de mi quiere fingir una gastroenteritis o un brote de varicela, cualquier cosa para evitar tener que escuchar sobre su cita, que obviamente salió bien, en todo su sangriento detalle. Pero claro que no lo haré. Acordamos esto, me recuerdo.
–Estoy en casa–
–Genial. envíame tu dirección por mensaje de texto y enseguida voy–
–Nos vemos pronto– le envió mi dirección por mensaje de texto y luego me dirijo a mi habitación para refrescarme.
Cuando Julián llega quince minutos después, estoy lista. Disfruto de mi copa de vino sentada en la encimera del baño, retocándome el maquillaje. Y ahora me siento más relajada y preparada para escuchar todo sobre su cita, o eso me digo a mí misma.
Se quita la chaqueta y le sirvo una copa de vino mientras inspecciona mi casa.
–Gran vista– dice, acercándose a la pared de ventanas con su copa de vino en la mano.
–Gracias. He vivido aquí durante tres años. Es estrecho, pero esa vista y el hecho de que odio mudarme me han mantenido aquí–
Julián vaga de la ventana al sofá y se sienta, dando palmaditas en el asiento junto a él. Hay una especie de anhelo esperanzador en sus ojos, y me preparo para lo que está a punto de salir de su boca.
Me siento en el cojín junto a él y tomo otro sorbo de vino fortificante.
–¿Hiciste algo divertido esta noche? – pregunta.
Niego con la cabeza. –Si cuenta ver maratones de televisión como diversión, entonces sí. La pasé genial–
Se ríe. –¿Qué programa te gusta ver? –
–Estoy un poco obsesionada con “House Hunters internacional. Es una tontería–
–No es una tontería. Al menos para mi no. ¿Te gustaría vivir en el extranjero algún día? –
Niego con la cabeza. –La verdad es que no, pero me encantaría viajar–
–¿Qué te detiene? – Me quita un mecho del pelo del hombro, frotando las sedosas puntas entre los dedos. Es desconcertantemente sexy verlo.
–El dinero, por ejemplo. Las cosas estan un poco ajustadas ahora mismo. Aunque algún día me encantaría ir a Italia–
–Te llevaré a Italia–
Me río. –No puedes llevarme a Italia sin más. Es una locura–
–¿Por qué es una locura? –
Me recojo el pelo en una coleta y lo quito de su alcance. Tiene que dejar de ser tan dulce y atento. La cosas ya son confusas entre nosotros.
–No me mantengas en suspenso por mas tiempo. Quiero saber sobre tu cita. dime, ¿son excelentes mis habilidades como casamentera? –
Toma otro sorbo de vino, sin apartar los ojos de los míos mientras traga. –Ella era…agradable–
¿Agradable? ¿Eso es todo lo que me va a dar, después de haber estado sentada aquí en agonía durante dos horas?
Se encoje de hombros. –Un poco joven para mí. Pero nos llevamos bien–
Hay algo que no me está contando, y tengo la intención de sonsacárselo. –Entonces, ¿te gustaría volver a verla? –
–No nos adelantemos– Toma otro sorbo de vino y luego deja la copa.
–No lo entiendo– Dejo mi copa junto a la suya. –Tenemos un tiempo limitado aquí–
Aclarándose la garganta, vuelve a mirar hacia las ventanas antes de encontrarse con mi mirada.
–¿Alguna vez quisiste algo que no puedes tener? –
Una oleada de lujuria me recorre. –Si– mi voz es solo un susurro. Julián se inclina, ahuecando mi mandíbula mientras guía mi boca hacia la suya. Ardiente y hambriento es la única manera de describir su beso. Su lengua se desliza contra la mía, profundizando nuestra conexión, y en ese momento, me pierdo en él.
Él es mi todo. Mi amor no correspondido. La fuente de mi deseo. Él es de lo que están hechas mis fantasías.
Julián me hace desear que los finales felices no sean solo para los cuentos de hadas. Porque para mí, él es la perfección. Toda esa arrogancia británica envuelta en un delicioso paquete es lo suficientemente caliente como para hacer que las bragas se derritan.
Envolviendo mis brazos alrededor de sus poderosos hombros, me acerco más, devolviéndole el beso con cada onza de la pasión ardiente que arde por mis venas.
Su boca es caliente y exigente, y cuando me atrae hacia su regazo, de modo que estoy a horcajadas sobre él, soy incapaz de resistirme. La dura cresta de su polla está situada justo entre mis piernas, y jadeo cuando la punta firme y ancha que me vuelve loca con la fricción caliente.
Me retuerzo en su regazo mientras mi creciente lujuria exige atención. La humedad entre mis piernas crece y, por un momento, me preocupa que pueda sentirla. Entonces decido que simplemente no me importa. Me balanceo contra él mientras nos besamos, saboreando cada ola de placer que me recorre. Me hace sentir viva y deseable. Es adictivo
–¿Tienes idea de lo sexy que eres? – gruñe.
Me muerdo el labio, segura de que es una pregunta retórica. –Los sonidos que haces, tu sabor. Eres tan jodidamente tentadora–
Se exactamente a que se refiere. Nunca en mi vida he estado tan tentada a decir a la mierda con mi moral y tener una noche sucia de libertinaje. Tristemente, sé que no soy del tipo que puede hacer eso sin arrepentirse por la mañana. Siempre he sido del tipo de chica de relaciones comprometidas. Pero creo que me he estado perdiendo la diversión casual que otras personas de mi edad parecen disfrutar.
–Julián…– lo agarro por los hombros y lo empujo hacia atrás. –Tenemos que parar–
Por muy difícil que sea, me obligo a bajar de su regazo. En el otro extremo del sofá, llevo las rodillas al pecho y respiro hondo.
–¿No estás saliendo con nadie? – pregunta.
–No estaría aquí haciendo esto contigo si lo estuviera– digo. Metiendo las manos en el pelo y exhalo profundamente. –De todos modos, no debería estar haciendo esto–
Se inclina más cerca y me frota el labio inferior con el pulgar, con expresión divertida. –Lo siento–
–No, no lo sientes–
Sonriéndome, dice. –Tienes razón. No lo siento. No se puede negar que nos atraemos–
–No podemos dejarnos llevar– lo corrijo con mi voz mas severa. –Y esta vez hablo en serio–
–Aye-aye, capitán–
Su intento de ser gracioso solo lo hace más atractivo. ¿Por qué, mantener nuestras manos alejadas del otro? La lucha es difícil.
Me disculpo para ir al baño unos minutos y, cuando salgo, encuentro a Julián de pie frente a las ventanas, mirando el tráfico que nunca parece detenerse.
–¿Puedo preguntarte algo? – Me he estado preguntando sobre esto desde que empezamos nuestro proyecto especial; simplemente no he tenido el valor de preguntar hasta ahora.
–Claro– dice, girándose para mirarme.
–¿Cuáles son las cualidades que buscas en una esposa? –
Su mirada va de la mía al suelo. –Es difícil de responder. Nunca pensé que tendría una esposa. Nunca quise casarme–
–Pero sigues adelante con esto, ¿verdad? – pregunto, sintiéndome repentinamente insegura.
–Por supuesto. Te lo dije, tengo mis razones, pero tengo que seguir adelante con esto–
Asiento. –Lo recuerdo–
–Supongo que las cualidades importantes son alguien honesto. Alguien que se lleve bien con mi madre. Ayudaría si tuviéramos compatibilidad dentro y fuera de la habitación– sonríe con suficiencia.
–Si, eso ayudaría–
–No lo he pensado tanto como debería. Lo siento–
Niego con la cabeza. –¿Qué hay de Romina…has pensado…en ella? Ya obviamente compartían algunos intereses comunes–
Se aclara la garganta. –Nuestros intereses compartidos eran el trabajo y que a ambos nos gustaba follar–
Mis ojos se abren de par en par. Bien, eso no es lo que esperaba oír. La idea de él con alguien más me hace sudar las palmas de las manos y siento esa sensación de mareo que viene justo antes de vomitar.
–Lo siento– Me toma la mano.
–No, yo lo siento. No debería haberme entrometido–
Todavía estamos aprendiendo el uno del otro, sintiendo toda esa situación única. Pero son momentos como este, en los que compartimos una conversación real, los que descubro más del hombre que es en el fondo.
–No soy ningún santo. Lamento decepcionarte. Si quieres irte ahora, lo entiendo perfectamente–
Fuerzo una sonrisa en mis labios. –¿Y perderme toda la diversión? No me voy a ninguna parte–
–Gracias a Dios. Te necesito si quiero sobrevivir los próximos seis meses–
Lo acompaño hasta la puerta, luego doy dos pasos atrás para no sentir la tentación de contorsionar mi cuerpo alrededor del suyo musculoso, o de robarle otro beso alucinante.
Julián exhala bruscamente pellizcándose el puente de la nariz. –Esto es una puta mierda. Hay alguien que me gusta de verdad ahora mismo y no tengo ni idea de adonde podría llevarme, pero tengo esta bomba de tiempo funcionando en el fondo, decidiendo mi destino por mí. ¡Que maldito momento! –
Siento mariposas en el estómago. –Entonces deberías encontrar una manera de demostrarle lo que sientes–
Compartimos un momento intenso en el que sus ojos no se apartan de los míos, y me encuentro balanceándome hacia adelante un poquito.
–¿Demostrárselo? –
Asiento. –Los hechos hablan más que las palabras–
–Bien– Se frota la nuca. –Tienes toda la razón–
–Buenas noches, Julián– le digo mientras sale del pasillo.
Cierro la puerta y presiono mi espalda contra ella, luego me hundo inmediatamente en el suelo. Tengo las piernas blandas, y lo único que me va a refrescar es una ducha fría.