JULIAN
La mayoría de las noches opto por una cena a domicilio de mi tienda local favorita, pero esta noche me estoy alejando de mi comida habitual por una muy buena razón. Al salir de la ducha, me seco con la toalla y me pongo un par de jeans y una camisa azul marino-abotonada.
Obligarme a desahogarme bajo el chorro del agua tibia es una necesidad, ya que cenaré con una mujer hermosa con la que no tengo ninguna posibilidad de acostarme esta noche. Una maldita farsa, eso es lo que es.
La mayoría de los chicos solo quieren una cosa, pero mis necesidades y deseos son un poco más complejos. Si, me desahogo de vez en cuando con una aventura de una noche, pero en realidad, mi madre ahora es el centro de mi mundo. Tiene demencia de inicio temprano, y asegurarme de que reciba la mejor atención posible ha recaído en mí.
Mi padre resultó ser un imbécil egocéntrico. Puede que el haya prometido estar a su lado en la salud y en la enfermedad. Pero cuando su salud empezó a deteriorarse hace tres años, se fue en busca de pastos más verdes, diciendo que estaba sufriendo una crisis de la mediana edad y que necesitaba encontrarse a sí mismo. Lo que sea que eso significara. Se marchó de vuelta a Londres para vivir con una mujer de la que estaba enamorado mientras estaba en la preparatoria, mientras mi madre se vió obligada a afrontar su diagnóstico sola.
Mas que tener que tomar decisiones de salud y pagar por su atención, ha tenido un efecto aún mayor en mí. Mi creencia en el amor está totalmente destruida. El matrimonio de mis padres fue largo y feliz, y luego, ¡Zas!, él se fue, como si nada de eso significara nada en absoluto.
He hablado con él solo tres veces en tres años. Se que depende de mí cuidarla sin tener que depender de ni un centavo suyo. Aunque me gano bien la vida, esto es también la ciudad de Nueva York, una de las ciudades más caras del mundo. Por ahora, mamá está en un centro de vida asistida en Nueva Jersey, pero idealmente, me gustaría poder mudarla a un lugar mejor, más cerca de la ciudad. Esa herencia significa que nunca tendré que preocuparme sobre cuidarla nunca más.
Soltando un profundo suspiro, me pongo las botas. No puedo arruinar esto. Necesito llegar al final de todo este proceso casado, tal como lo hablé con Tyler. Es la única manera de que todo esto funcione.
Si, me ha gustado Emilia desde que la conocí hace años. Es elegante, inteligente y un poco inflexible, como cualquier buena empresaria neoyorquina. Pero he llegado a la conclusión de que como nunca me moví de la silla para intentar conquistarla, ese barco ya zarpó. Está hecho. Invitarla a salir a un buen restaurante que seguro la impresionará no significa nada. Al pasarme un poco de producto por el pelo, me río para mis adentros. Si, claro.
EMILIA
El restaurante es espectacular. Oscuro y melancólico, con un ambiente sensual, es fácilmente el restaurante más agradable en el que he estado. Anna no bromeaba anoche.
Después de registrarme con la anfitriona, me indica que la siga y se contonea hacia el otro extremo del edificio. Aparentemente, Julián ya está aquí.
Cortinas de seda color crema caen en cascada desde el techo abovedado dando a cada mesa de roble pulido con su propio rincón privado. Sofás de dos plazas de cuero flexible que son demasiado grandes y cómodas, que se podrían llamar acogedoras, flanquean cada mesa rectangular.
Después de pasar por media docena de mesas, finalmente lo veo. Julián debe haber pedido una mesa privada, porque si bien todas son semiprivadas, esta mesa está en la parte trasera del restaurante sin nada a ambos lados excepto paredes de ventanas con vistas al centellante horizonte de la ciudad. sentada junto a nuestra mesa, enfriándose en una cubitera sobre patas de hierro forjado, hay una botella de champán.
Al verme, Julián se pone de pie. Me sujeta la cintura con una mano y se inclina para darme un rápido beso en cada mejilla.
–Te ves particularmente en forma esta noche– murmura, enviando una cálida ráfaga de hormigueo rozando mi piel. Me alegra de haber elegido mi vestido n***o ajustado; no era ni demasiado informal ni demasiado elegante–
–Gracias. Y te ves…–
Julián lleva una camisa azul marino-abotonada que se ajusta de forma distraída a su pecho, hombros y bíceps musculosos, y luego se estrechan para revelar una cintura esbelta. Unos jeans oscuros y unas botas marrones con cordones completan el look informal pero sexy.
Cuando me mira levantando las cejas, me doy cuenta de que todavía está esperando la otra mitad de la frase. Guapo. Agradable. Bueno. Sexy. Lamible. Peor, follable. Quiero decir, mierda, definitivamente montable.
–…Apropiado– suelto de golpe.
Un ligero tic en su mandíbula es la única reacción que obtengo antes de que se deslice en su asiento.
Mientras destellos de luz blanca de velas danzan en las sombras, me toma un momento orientarme. Como se supone que voy a cerrar y beber con este hombre guapo y hablar inteligentemente sobre casarlo, no tengo ni idea. Vaya situación incómoda.
Reprimiendo una oleada de nervios repentinos, me siento en el asiento frente a él y me trago el nudo en la garganta.
Esto no debería sentirse como una cita, pero todo lo que he ensayado con Anna sale volando por la ventana en el momento en que se reclina en su asiento y me evalúa con esos ojos verde oscuro, el atisbo de una sonrisa aún persistente en sus labios. No ayuda que haya olvidado mi cuaderno. Por otra parte, tal vez fue lo mejor. No quiero parecer una aficionada total, leyendo las notas que preparé la noche anterior.
Cuando estoy cerca de Julián, me siento insegura e incómoda. Desequilibrada. Definitivamente fuera de lugar. Con su mandíbula cincelada y sus labios perfectos y carnosos, diseñados para besos largos y sensuales, y el cabello lo suficientemente largo en la parte superior como para jalarlo, me toma un momento recomponerme. No debería afectarme de esta manera, pero es obvio que lo hace.
Con el objetivo de recuperar algo de control, enderezo los hombros y me inclino. –Entonces, ¿Cuáles son tus intenciones? –
–¿Mis intenciones? Su boca se contrae con el inicio de una sonrisa. Es seductor. Maldita sea.
–Si– Me pongo rígida. –¿Estamos hablando de la Barbie Tetona y tonta que solo se quede lo suficiente para obtener una parte de tu herencia, y luego anulas el matrimonio y olvidas que todo sucedió? ¿O el amor verdadero y felices para siempre? –
Se ríe, el sonido es cálido y sedoso. Sensual, incluso. –Es inapropiado hablar de negocios antes de que hayamos tomado nuestro primer coctel–
Levanta la botella de champán fría de su lugar de descanso y nos sirve una copa a cada uno. Las burbujas doradas burbujean y se desvanecen rápidamente mientras me llevo la elegante copa a los labios.
–Por trabajar juntos. Salud– levanta su copa hacia la mía antes de tomar un sorbo.
Asiento, reaccionando su brindis. Tragando un sorbo de champán frío, aprecio su sabor fresco.
–Este tiene que ser el proyecto más singular en el que he trabajado–
–Será divertido– dice Julián.
El camarero pasa por nuestra mesa y, tras un breve vistazo al menú, pedimos exactamente lo mismo, lo que parece extraño dada a la gran cantidad de opciones. Filete, cocinado a término medio, con ensalada verde y una copa de vino tinto.
Una vez que estamos solos de nuevo, pregunto. –Entonces, ¿vas a responder a mi pregunta? –
–Sobre mis intenciones, ¿no? – Tomo otro sorbo de champán y asiento ligeramente.
Julián cruza las manos sobre la mesa frente a él y se inclina. No tengo ni idea de que puede estar pensando, ya que su expresión permanece impasible, para no revelar nada. –Quiero responder que no creo en el amor verdadero. Quiero decirte que es una mierda–
–¿Pero no vas a hacerlo? –
Negando con la cabeza, se reclina. –No. Dado lo que hago para ganarme la vida y el hecho de que veo parejas y familias destrozadas y el dolor que causa, lo último que quiero hacer es convertir esto en una hipocresía–
Eso no es necesariamente lo que esperaba, pero es admirable oírle decir que está abierto a este proceso. Pensé que solo se trataría del dinero, y que solo querría a la mujer cerca el tiempo suficiente para tener un dinero en mano. Entonces seria libre de continuar con su estilo de vida sin ataduras.
–¿Entonces te lo vas a tomar en serio? –
–Si– Su tono es inequívocamente seguro y no deja lugar a dudas.
No conozco sus motivaciones, ya sean de amor o de dinero, pero si él quiere hacer esto, entonces estaré aquí para ayudarlo. Tengo un gran trabajo por delante, y de repente quiero hacerlo bien, ayudarlo lo mejor que pueda, por poco convencional que sea. Me da una pequeña dosis de paz que no he tenido durante toda esta situación, y estoy agradecida.