Unos minutos después, estamos en el comedor, me bañé tranquilamente y con todas las comodidades del mundo, puedo afirmar que Adam es un excelente anfitrión, un ardiente y carismático anfitrión; tomo mi sándwich dando un mordisco, él me mira detenidamente, su cena está casi intacta; La verdad todo detalle de la casa me parece fascinante, el amplio comedor es de madera pulida y cristal, grandes y acojinadas sillas, me siento pequeña en ellas, pinturas cuelgan de las paredes, todas ellas de paisajes hermosos y un gran candelabro colgando del techo iluminando el lugar. —¿No vas a cenar? —pregunto cubriendo mi boca aun con comida con una mano, él me sonríe respondiendo. —Casi no tengo hambre, cené en el bar. —¡Oh!, lo siento, no quise ser una carga para ti. —Tranquila Lizzy, no lo eres, te

