Capítulo 4
Los ojos de Tefy se iluminaban con todo lo que tenía a su alrededor, parecía todo sacado de un cuento de hadas, había pequeñas casas, extraños seres que indiscutiblemente eran mágicos y criaturas que le provocaban una extraña sensación a la chica, tal vez, miedo.
–No tengas miedo, nadie te hará daño y mucho menos cuando sepan quién eres – le dijo Sanema, caminando a su lado.
–No me has dicho, quien se supone que en realidad soy.
–Te dije lo que podía, pronto te enteraras de toda la verdad y de la boca de quien en verdad corresponde, el rey Thago.
En ese momento la chica de cabellos plateados señalo hacia el frente en donde se ubicaba un antiguo pero impresionante castillo, Estefany abrió la boca con asombro.
–¡Wow! – exclamó con asombro-. ¿Quién es el rey Thago?
–Tu padre.
La chica la miro automáticamente con extrañeza y pensando que después de todo lo que había pasado no se asombraría si lo que Sanema decía era verdad, en ese punto ya parecía que todo lo que creía era una simple imaginación, no podía distinguir entre lo real y lo imaginario.
Se adentraron en ese increíble castillo, antes, Sanema intercambio unas palabras con los guardias de la puerta, hombres extraños con ojos rojos que miraron a la chica Tefy con detenimiento, tenían en sus manos unas lanzas muy largas y en la punta una extraña roca de color verde de forma puntiaguda.
–No creen que en verdad seas tú, es que la última vez que estuviste aquí te veías muy diferente – le comentó Sanema.
–No entiendo nada – gruñó.
Siguieron su recorrido, topándose en los pasillos con impresionantes imágenes, con extraños seres que le hablaban a Sanema en un lenguaje que Estefany no lograba identificar y mucho menos entender. Fue entonces cuando llegaron a una gigante puerta que se detuvieron, la chica de cabellos plateados le indico que esperaba un momento en ese lugar, mientras ella anunciaba al rey su llegada.
–Hola – escuchó una pequeña vocecita detrás de ella.
Al darse la vuelta no pudo evitar asombrarse, tenía en frente de ella, pero a unos metros menos por debajo de su estatura a un hombrecillo, quien portaba un traje verde y un gorro como de mago.
–Su energía la sentí desde que estaba en la puerta, princesa Shessyr – prosiguió, haciendo una inclinación en frente de ella.
–¿Dijiste princesa? – le preguntó con asombro.
En ese momento la gran puerta se abrió y por ella apareció Sanema, quien al ver al pequeño hombrecito cambio sus ojos automáticamente a una tonalidad roja y lo miro con molestia, haciendo que hasta Estefany temblara de miedo.
–¿Qué le estas diciendo?
–Solo quise saludar a la princesa – le respondió, temblando de miedo.
–Eres una insolente bestia, lárgate de aquí – le exigió.
Estefany sintió que no podía permitir que la chica le hablara así a ese indefenso amiguito, se había acercado a ella con mucha amabilidad y hasta ternura causaba con su gracioso trajecito, su forma de hablarle era demasiado cruel para aguatarlo.
–¡No le hables así! – le exigió tomándola por el brazo.
Al posar su mano en el brazo de la platinada mujer sintió como si lo hubiera posado entre brazas ardiendo por lo que soltó un grito ahogado y lo quito de golpe, quejándose del dolor que le causaba.
–No debiste tocarme, dame tu mano – le exigió la mujer.
–¡No, aléjate de mí! – le dijo, con lágrimas en los ojos.
Sanema cambio automáticamente el color de sus ojos a un tono azul claro al ver como la chica derramaba lágrimas de dolor por su culpa, era algo que no toleraba y mucho menos como la rechazaba y se llenaban sus ojos de miedo.
–Permítame, por favor – le pidió el pequeño hombrecito, acercándose a ella.
La mano de Tefy estaba roja y ardía con rudeza, la chica se inclinó para que el pequeño hombrecito pudiera tomar su mano posándola sobre ella la de él, y el dolor sano casi al instante.
–Gracias – le dijo con una sonrisa-, eres muy amable.
–Siempre he vivido para servirle, pero ahora me retiro.
–Hay que pasar, el rey Thago quiere verte.
No atino palabra alguna, aún seguía molesta por la actitud que presencio hace unos minutos, si algo no toleraba Tefy era el abuso y las humillaciones a personas o en este caso, seres más débiles.
Por otro lado, Sanema miro a la chica con tristeza, para ella era verdaderamente torturante tenerla a su lado, ver como la había olvidado por completo y como sentía temor de ella.
Cuando la gran puerta se abrió ante los ojos de Estefany lo primero que pudo observar frente a ella fue la presencia de varias personas, pero el que más llamo su atención fue ese gigante hombre que se encontraba sentado en un trono de piedra, tenía una inmensa barba poblada, vestía con unos trapos que claramente parecían de la época medieval y en su mano apretaba un mazo, este hombre al notar la presencia de la chica se levantó de golpe, haciendo que Estefany se detuviera con temor.
–Tranquila, no te hará nada – musitó Sanema.
La chica continúo su camino con inseguridad, todos la miraban con asombro y murmuraban a su alrededor.
–Sanema, ¿estas segura que esta chica es mi pequeña? – preguntó el hombre, con una voz gruesa que retumbo por todo el lugar.
–Así es, mi rey, ella es su hija – le respondió inclinando su cabeza.
–Rey Thago, ¿me permite confirmar lo que Sanema dice?
Quien intervenía era un hombre bastante anciano que se encontraba al lado del rey, portaba una bata vieja con unas cadenas en su cuello.
–Adelante hechicero.
El hombre camino con dificultad hacia donde se encontraba Estefany, al llegar frente a ella la chica dio un paso atrás con miedo.
–Tranquila princesa, no le hare daño – le dijo con amabilidad.
La chica miro automáticamente a Sanema, quien le afirmo con su cabeza, dándole a entender que el hombre era inofensivo.
El anciano coloco su suave mano en la frente de la chica, cerró sus ojos y estuvo unos segundos en esa posición, cuando los abrió sus ojos se llenaron de lágrimas y se arrodillo frente a ella.
–¡BENDITO SEAN LOS DIOSES POR TRAERNOS DE VUELTA A LA PRINCESA SHESSYR!
Todos los presentes soltaron gemidos de asombro y se arrodillaron gritando lo que el hechicero decía, Estefany miraba la escena con asombro y a la misma vez con nervios; el rey Thago se acercó a ella, era un hombre increíblemente alto y fuerte, parecía un gigante, tenía sus ojos llenos de lágrimas, Tefy a pesar de sentir miedo no se movió, su cuerpo volvía a tener esa extraña sensación, esa que le produjo Sanema en su primer encuentro.
El gran hombre con dudas extendió su mano, Tefy la miro con dudas y luego extendió la suya, quedando petrificada ante lo que ocurrió cuando sus manos se juntaron, una luz brillante emano de ellos iluminando todo a su paso, los presentes soltaban gritos de asombro y aplaudían con alegría la llegada de la princesa Shessyr.
–¿No recuerdas nada? – le preguntó el rey.
Ella negó con su cabeza.
–Usaron un maleficio muy fuerte, destruyeron su cuerpo, pero su alma no, la cual reencarno en este cuerpo y en un siglo muy avanzado – comentó el hechicero.
–¿Le has contado la historia? – le preguntó el rey a Sanema.
–No mi rey, pensé que usted debía hacerlo.
–No tienes por qué sentir miedo, nadie te hará nada aquí y te contare toda la verdad.
Luego de que el rey Thago le contara la historia sobre Shessyr la princesa perdida, Tefy fue llevaba hasta el que era su habitación en ese maravilloso castillo, no estaba segura por cuanto tiempo estaría ahí y cual en realidad era su cometido, pero estaba empezando a extrañar su casa y a su familia.
Un leve toque en la puerta la hizo salir por un momento de sus pensamientos, miro hacia esta y unos hermosos cabellos plateados se asomaron.
–¿Puedo pasar?
–Sí, claro – le respondió, sentándose en la cama.
–¿Estas bien?
–No sé cómo sentirme, se supone que soy Shessyr la princesa perdida que fue hechizada por un enemigo de su padre y desterrada en el tiempo, no recuerdo nada de eso, no sé si es verdad o es mentira.
–El hechizo es muy fuerte, por eso no recuerdas nada, yo pude encontrarte porque entre nosotras hay una conexión que nunca se pudo romper.
–¿Y que se supone que viene ahora?
–Hay dos opciones, el hechicero contigo aquí, puede revertirlo y volverías a tu cuerpo original y con tus recuerdos del pasado, pero eso implicaría que Estefany deje de existir, como estas ahora y con lo que sientes, sé que no vas a querer hacerlo, la segunda opción es que decidas irte y olvidar todo esto, sé que el rey Thago no se opondrá, es un hombre bueno y antes de que llegaras seguía con la esperanza de que te encontráramos, pero también estaba resignado.
–¿Puedo volver a casa si quiero?
–Puedes hacerlo.
–¿Y si quiero volver aqui?
–Entras al bosque y yo te estaré esperando.
La chica bajo su mirada con dudas y nervios.
–El rey Thago dijo que yo estaba comprometida, ¿con quién lo estaba?
En ese momento los ojos de Sanema se volvieron de un color rojo intenso, giro su cuerpo con nervios.
–Aún no es momento para esa información, si quieres le diré a tu padre que vas a volver a tu mundo, luego de ver todo esto, necesitas pensar bien que es lo que quieres hacer.
–¿Tu puedes venir conmigo?, ¿puedes salir del bosque?
Sanema giro su cuerpo y la miro con interés.
–¿Quieres que este contigo? – le preguntó.
–Después de ver todo esto y de saber que hay espíritus malignos buscándome, no quiero estar sola – susurró, bajando la mirada.
–Llevo muchos años en ese bosque encerrada, peleando con toda clase de almas que quieren salir y buscarte, puedo seguirlo haciendo sin ningún problema, hasta que decidas que hacer.
Todo había pasado tan rápido para Tefy que aún se le hacía tan difícil creer que algo tan irreal le estuviera pasando a ella, paso de ser una chica normal de un triste pueblo al oriente de Venezuela, a viajar por el tiempo y convertirse en una princesa perdida; no tenía muy claro que era lo que iba hacer ahora, mientras tanto volvería a su realidad y se tomaría el tiempo se pensarlo, aunque no podía negar que lo que sentía estando en ese lugar le agradaba más de lo que pensó.