Capítulo 3

1658 Words
                                                                                         Capítulo 3 Estefany no pudo conciliar el sueño durante dos días después del incidente en el bosque, pues en su mente se obligaba a creer que todo se trató de una alucinación, aunque esa sensación constante en el pecho le hacía ver lo contrario; le pego tanto la situación que se le hizo bastante difícil seguir con su vida cotidiana, en el salón de clases se le era casi imposible prestar atención, cuando sus amigos le hablan sobre algún tema ella simplemente los ignoraba, su mente estaba en otro lado, específicamente en unos intensos ojos rojos que se le habían quedado marcados para siempre. Sentía que esa situación le estaba haciendo perder el juicio y no podía dejar que los días siguieran pasando y ella adentrada en su mundo de fantasías, dejándose consumir por la locura que estaba llegando poco a poco a ella, entonces fue por esa misma razón que decidió hacer algo que jamás pensó, su tía Lucinda era una mujer mayor muy solitaria, sus hijos se habían casado hace muchos años y tomaron cada uno sus rumbos, era hermana de su madre quien la visitaba en escasas ocasiones para verificar que todo estuviera bien con ella, Estefany nunca iba pues en el pueblo de El Tigre se decía que Lucinda era una bruja, que le gustaba la santería y la practicaba, cosa que a la chica no le parecía correcto. Eran tanta su desesperación que dejando a un lado sus creencias fue a visitar a la tía Lucinda, buscando alguna respuesta a todo lo que le estaba pasando pues su desesperación era realmente grande. –¡Madre! – exclamó la anciana, al darse cuenta quien estaba frente a su puerta -. ¿Y esta sorpresa tan bonita, mija? –Hola tía – le saludo con una expresión de preocupación en su rostro. –¿Qué tienes, mija? – le preguntó la mujer. –Tía estos días he estado sintiendo muchas cosas raras, ayúdame. La tía la miro con asombro y la hizo pasar a la pequeña casa, la chica al entrar observo todo a su alrededor, y se detuvo en seco al observar una imagen que le hizo colocar los pelos de punta. –Tía… - musitó- ¿Quién es ella? –Ella es Sanema, es un ser de luz muy milagroso. Estefany abrió los ojos como plato, era ella, era la misma de sus visiones. –Tía yo soñé con ella y me dijo unas cosas muy raras – le comentó. La anciana la tomó de la mano y la llevo hasta un pequeño cuartito en donde había velas y más imágenes de santos, tomo asiento en una vieja silla de plástico y espero muy quieta a que la mujer tomara sus implementos. Nunca había estado en una situación igual, pues ella se negaba rotundamente a creer que todas esas cosas fueran verdad, pero ahora la vida la colocaba en ese punto en el que debía recurrir a lo que iba en contra de sus ideas y buenas costumbres, pues necesitaba encontrar respuesta a como diera lugar. La tía Lucinda tomo un trago de lo que parecía ser ron puro y lo escupió, luego tomo una vela la encendió y la acerco a un tabaco que ya tenía puesto en su boca, en ese momento ya todo para Tefy se estaba tornando un poco extraño, su cuerpo reaccionaba y la sensación que le oprimía el pecho desde hace días comenzaba aparecer con más fuerza. Tefy no logro entender lo que musitaba su tía mientras fumaba del tabaco y escupía, parecía una oración, pero por más que trataba de escucharla, se le dificultaba pues la mujer la recitaba entre dientes. La mujer tomo el tabaco entre sus manos y miro la punta que ardía luego posó sus ojos en Tefy. –Todo lo que necesitas saber lo tienes dentro de ti mija, lo que viviste no fueron alucinaciones, de verdad pasó. Los nervios de Estefany la tomaron con rudeza en ese momento, había tanto silencio en el lugar que los latidos de su corazón se podían escuchar alrededor como fuertes tambores. –No tía, no juegues conmigo, eso no es verdad, yo imagine todo – se negó. –Sé que es difícil creerlo hija, pero este mundo está lleno de misterios, hay tantas cosas que si se nos mostraran sería imposible de creer, aunque lo tuviéramos delante de nuestros ojos. –¿Y que se supone que haga ahora? – le preguntó con frustración. –La decisión la tienes tú, Sanema es un ser de luz muy poderoso, ella es buena y cumple cuando lo que le piden es para algo bueno, no sé qué es lo que quiere contigo porque no me lo dice el tabaco, pero lo que si me dice es que lo que viviste con ella es real, y te quiere, no sé para qué, pero lo hace de verdad. Las palabras de tía Lucinda más que darle respuestas a Estefany la llenaron de más dudas y sentía que su cabeza explotaría en cualquier momento. –Gracias tía, vendré más seguido a visitarte – le dijo la chica, caminando hacia la puerta de la casa. –Bueno, espero que si regreses algún día. La joven sintió algo extraño en esas palabras, como si la tía supiera algo que ella no, como si por alguna razón la chica se tendría que ir lejos y tal vez le tocaría no regresar nuevamente, sintió miedo y pidió al cielo que eso no fuera verdad. Regresó a casa con la misma extraña sensación, pero esta vez con las dudas mucho más a flor de piel; cuando llego la noche tomo un baño y se colocó una ropa liviana, sentándose en su cama y mirando hacia un punto fijo, luchando contra esas ilógicas ganas de salir de la casa y regresar a ese lugar en donde todo empezó, quería descubrir de una vez por todas si era real, sabía que si volvía y nada pasaba entonces eso supondría que de verdad lo imagino, pensó que tal vez era lo que necesitaba para quitarse de una vez esos pensamientos torturantes y esa sensación que casi le imposibilitaba respirar. Se colocó sus zapatos, tomo una linterna y se adentró en su bicicleta en la oscura y solitaria calle hacia el bosque, la noche estaba casi igual a la de ese día, la luna brillaba más que nunca y se sentía un frio arrasador, en otra situación sentiría mucho miedo de andar sola, pero algo la llenaba de valor y la hacía querer avanzar con más rapidez, como si quisiera llegar rápido a su destino. Se le hizo un poco difícil pasar por la cerca de púas, tanto que uno de los alambres le hizo un corte en el hombro un poco profundo, se quejó de dolor por unos segundos y trato de limpiar la sangre que salía de manera escandalosa, pero no quería seguir atrasando su cometido, así que con todo dolor y la sangre corriendo por su brazo, se adentró en el bosque. Camino unos cuantos metros adentro y se detuvo en el mismo sitio de esa noche, lo reconocía, pues era el único lugar en el que los arboles alrededor formaban un circulo, se detuvo y con su cuerpo temblando a causa del frió espero paciente. –Estas herida – susurró alguien en su oído, provocando que la chica diera un salto de miedo. Giro su rostro y se encontró con Sanema, estaba igual que ayer, con su cabello blanco platinado y tenía sus ojos rojos encendidos como llamas mirando directamente la herida de la chica. La presencia de Sanema causaba en Estefany extrañas sensaciones, su mirada era muy profunda y la intimidaba a un punto que le hacia temblar. –Me corte intentando pasar – le respondió con timidez. Sanema se acercó a ella con lentitud, Estefany quiso dar un paso atrás, pero su cuerpo no le respondió en ese momento, cuando la chica de cabellos plateados llego justo al frente de ella, alzo su mano y la coloco sobre la herida que tenía en su hombro, se quedó paralizaba al sentir la suavidad y lo placentero que se sentía el contacto, parecía como si una fina seda se le hubiera posado en la piel, era algo tan inexplicable y a la misma vez tan irreal, pues el dolor iba desapareciendo poco a poco. Aparto su mirada de la herida y la posó en los ojos de la extraña mujer, los cuales estaba esta vez de un color azul cielo, un hermoso azul que transmitía paz, no entendía a ciencia cierta qué era lo que estaba pasando ni lo que causaba en ella, pero no podía dejarla de mirar y sentir que volaba, ambas estaban perdidas la una en la otra y aunque en una situación diferente todo hubiera sido muy extraño para Estefany, ahora no lo sentía así, dentro de ella solo quería quedarse ahí mirándola como ahora, y sintiendo esa paz que sus ojos le transmitían. Poco a poco fue separando su mano, Estefany noto automáticamente que no había rastros de sangre en ella por lo que giro su rostro y quedo impactada al ver que la herida ya no estaba, había sanado completamente. –Es increíble – musitó. –Regresaste – le dijo Sanema. –Quiero que me demuestres que todo lo que dices es verdad – le respondió Estefany con total seguridad. –Dame tu mano y confía en mí en todo momento. La chica estiro su blanca y pálida mano, Tefy la miro con dudas, pero dispuesta a todo se dejó llevar y la tomo, entrelazando sus dedos con los de ella, volviendo a sentir esa magnífica sensación que causaba el contacto de sus pieles juntas. –Se siente muy bien – dijo mirando sus manos unidas. Sanema la miro con una sonrisa de medio lado. –Tal cual como lo recuerdo, ¿estas lista? –Lo estoy – sentencio.        
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD