Elisa permaneció pasmada ante lo que sus ojos de avellana veían. El hermanito más que pasmado, estaba paralizado, era víctima del hechizo del aturdimiento, mas no experimentaba la sorpresa de la hermana, él experimentaba una vergüenza profunda. La hermana mayor sonrió levemente, entreveía más o menos que era lo que sucedía, ahora las cosas estaban más que claras: el pobrecito hermanito menor se quería masturbar. —¿Por qué estas haciendo eso Alex? —preguntó la hermana en tono burlón. —Perdóname hermana, no lo volveré a hacer. De verdad, no me acuses con mis papás, no me regañes tú tampoco, te lo ruego —aulló el hermanito con presteza. Elisa se quedó en silencio un momento antes de responder. —Ponte de pie —ordenó Elisa de forma seca y autoritaria. —Hermana… De verdad… —Cállate y obedec

