—Con la lengüita sí hermanito, abre la boca, tienes que aprender. Voltea la cara ahora te dije —reclamó Elisa con una mezcla inusual de cariño y firmeza amenazante, dándole al mismo tiempo una palmadita en la mejilla, una especie de bofetada en versión disminuida. El hermanito, vio a los ojos a su hermana mayor y sintió un gran miedo. Era eso inexplicable, pero le inspiraba la sensación de que su hermana podía llegar a golpearlo o castigarlo si no obedecía. «¿Hay algo oscuro dentro del alma de mi hermana?», pensó Alex. Pero no tuvo demasiado tiempo para reflexionar en esos momentos. Entonces le entregó su boca a la hermana mayor sin mayor dilación, dejándose hacer algo que no deseaba que pasara en realidad. Elisa le abusaba la boca y no podía hacer nada en esta oportunidad. Ella era la qu

